Actuel Marx 28.. Группа авторов

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cerrado, y el equilibrio entre venta y compra, oferta y demanda, asegurado.

      El disfuncionamiento de la información no podría entonces venir, sino que de un defecto de información ligado a la complejidad creciente del mercado. Ricardo la plantea, pero se asegura inmediatamente diciéndonos lo siguiente: «No podríamos admitir que el productor pueda estar largo tiempo mal informado sobre las mercancías que puede producir con una gran ganancia» y «es entonces increíble que pueda durablemente producir una mercancía para la cual no existe la demanda». En suma, para ellos, el mercado sería un informador perfecto. Más próximo a nosotros, el argumento liberal de Friedrich Hayek es en favor de la concurrencia libre y no falseada, tan enarbolada por los arquitectos neoliberales del mercado mundial. La privatización de la información financiera y la invención de productos financieros cada vez más sofisticados, que borran las pistas y nublan los mensajes, han confirmado este mito.

      La «inadecuación» de estas teorías para explicar las crisis no consiste en la inexistencia de los fenómenos que se describen y señalan, ya que estos están presentes en la realidad, sino que sitúan estos fenómenos como las causas cuando estas son las consecuencias, nublando así la comprensión de este histórico modo de producción. De esta manera causa y efecto se presentan en forma difusa y confusa, planteado así la discusión de la dicotomía entre esencia y apariencia de los fenómenos.

      En esta discusión, el término financiarización es también debatido. Los autores incorporan o excluyen diferentes elementos de esta categoría y puede ser entendido como el auge de los movimientos financieros y crediticios, especulativos y de formación de capital ficticio, que según algunos autores está asociado con la desregularización adjudicada principalmente al neoliberalismo.

      Al interior de las corrientes marxistas, Claudio Katz considera que tales teorías fenoménicas son políticamente «inocuas», es decir, que carecen de consecuencias directas sobre la acción de los movimientos sociales y políticos. Debemos señalar que sin una explicación de la crisis que tenga el carácter de general para la comprensión de los fenómenos, que permita develar las lógicas internas y externas del capital mundializado, de la explotación, de las contradicciones y los límites del régimen capitalista de producción, las consecuencias en vista de una acción social y política transformadora son profundamente perjudiciales en relación con el ¿qué hacer?

      No pretendemos en esta presentación realizar una revisión exhaustiva de cada una de las teorías en presencia para explicar la crisis, sino entregar de una manera general algunos elementos que permitan situar las orientaciones en este debate. Se observan dos variantes principales en las teorías relacionadas con la financiarización: las que las consideran como la causa de la crisis y las que las consideran una consecuencia de esta.

      En la financiarización como causa se destacan autores como Gerard Duménil, Dominique Lévy y, en cierta medida con algunas divergencias, Michel Husson, para quienes la crisis actual del capitalismo es una crisis financiera, una crisis de la modalidad específica del capitalismo de las últimas décadas: el neoliberalismo. Es una crisis específica de esta modalidad y no una crisis normal de este modo de producción. No es una crisis provocada por la caída de la tasa de ganancia, de una cierta pérdida de la rentabilidad que afectaría a la tasa de acumulación del capital.

      De este modo, a juicio de los autores a partir de los años 70 el capitalismo experimentó una de sus crisis habituales que se manifestó en la denominada crisis de los precios del petróleo y en el caso de América Latina, en la crisis de la deuda. La tasa de ganancia de las empresas productivas habría caído. Las respuestas a estas caídas fueron las medidas y políticas neoliberales: privatizaciones, flexibilización laboral, liberalización comercial. Ello significó una mayor expropiación y explotación de la clase trabajadora y, en consecuencia, un incremento de la tasa de plusvalía. De esta forma, se habría logrado recuperar las tasas de ganancias, debido a los ataques a las condiciones laborales, y a priori puesto fin a la crisis. Se argumenta, en esta misma línea, que además se habría logrado el resurgimiento de una hegemonía financiera, de una fracción de las clases dominantes, producto de la desregulación. Según los mismos autores, la tasa de beneficios experimentó una recuperación significativa durante los años 80, pero la tasa de acumulación de capital o tasa de inversión productiva continuaría deprimida, generándose una brecha entre ambas. La explicación de esta brecha es la financiarización, que es la expresión de las tendencias liberales: los beneficios originados se invirtieron en actividades financieras, es decir, en actividades improductivas. Las finanzas en este sentido estarían drenando el capital necesario para la inversión, según Michel Husson.

      Esta crisis del neoliberalismo sería una crisis provocada por la hegemonía, específicamente una crisis de la hegemonía de Estados Unidos, por lo que algunos autores sostienen que la crisis quedaría adicionalmente relacionada con las teorías del imperialismo. Es preciso en este punto diferenciar la posición de Michel Husson con la postura de Duménil y Lévy. Michel Husson afirma que la esfera financiera no es autónoma. La principal función de las finanzas es borrar lo más posible las fronteras y límites de las áreas de valorización del capital. Además, agregará que la financiarización es un resultado, una respuesta a las contradicciones de la economía real que es de larga data, por lo que cada crisis debe ser interpretada como una especie de llamado al orden de la teoría del valor.

      Para Husson, la esfera financiera no es autónoma ni independiente de la esfera productiva. En esta se establece una relación dialéctica, en el mismo sentido en que lo describe Marx entre estructura y superestructura. Es la esfera productiva la dominante, en tanto la participación de la esfera financiera en las ganancias, presentes y futuras, depende del desempeño de la actividad productiva y, en última instancia, del comportamiento de la tasa de ganancia.

      Por otro lado, encontramos la financiarización como consecuencia. Una de las variantes que inciden en esta discusión es la escuela de la Monthly Review, que se enfoca en los problemas de desequilibrio provocados por una insuficiente demanda, causada por el capital monopolista y salvaguardada por el capital financiero, que ha sido plasmada en su teoría del «consumo insuficiente». En esta, la explicación de la crisis se sitúa en el contexto del capitalismo monopolista (imperialista). Para Magdoff y Sweezy, la financiarización sería un efecto de los obstáculos al proceso de acumulación real, sirviendo como elemento contrarrestante de la tendencia hacia el estancamiento, en ausencia del cual esta sería aún mayor, dado su impacto favorable sobre la demanda agregada. Se señala que a raíz del capitalismo monopolista existe una distribución del ingreso perjudicial para el trabajo, lo que tendría como consecuencia directa una insuficiente demanda agregada y un insuficiente nivel de consumo. Estos desequilibrios entre oferta y demanda, causados por una demanda deficiente y desequilibrios entre capital productivo y capital financiero, actuarían como paliativo frente al estancamiento. La solución sería una política económica que promueva un incremento de los salarios y medidas antimonopolios. De esta forma la crisis podría ser controlada.

      En esta discusión es importante destacar la contribución de François Chesnais, que en su texto publicado en 2017, Finance Capital Today, amplía la temática a un cuestionamiento de los límites del capitalismo y como lo indica el subtítulo está principalmente consagrado al análisis de las relaciones entre empresas y bancos. Chesnais rechaza de partida la idea de que la crisis actual sería una crisis del capitalismo «financiarizado», ya que se trata de una crisis del capitalismo pura y simplemente. Por eso rechaza toda distinción simplista entre el «buen» capital productivo y el «mal» capital financiero, y añade que bastaría con regular las finanzas para reinyectar todo el dinamismo al capitalismo.

      La definición que propone Chesnais de la crisis es clásica: es una «crisis de sobreacumulación y de sobreproducción, agravada por una baja de la tasa de ganancia». Esta crisis estaba en gestación desde la segunda mitad de los años 1990, pero su explosión se ha retrasado «por la creación masiva de créditos y la plena incorporación de China a la economía mundial».

      Uno

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