Financiando el desarrollo. Christian Asinelli
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Estos dos elementos le dan a este documento, con sus preguntas y, sobre todo, con sus respuestas, una relevancia mayor por el momento que vive el mundo y, en particular, América Latina. La región enfrenta en 2021 la mayor crisis económica y social de los últimos cien años, y el papel que jueguen las entidades financieras multilaterales será fundamental para afrontarla de la mejor manera.
Los países emergentes no solo encaran retos mayores que los desarrollados, sino también, problemas de financiamiento más difíciles. Dicho claramente: no podemos hacer más porque no tenemos más recursos.
Según el Banco Mundial, durante la pandemia, América Latina ha gastado en protección social extraordinaria apenas un tercio de lo que se ha gastado en Europa y en los Estados Unidos. No solo nuestro espacio fiscal, sino también nuestra capacidad de expansión monetaria, son mucho más limitados que los de los países desarrollados. Y si bien los mercados de deuda han continuado abiertos, a diferencia de la crisis de 2008, las tasas de interés son mucho mayores y el deterioro de las evaluaciones en las calificadoras de riesgo tienden a endurecer las condiciones de financiamiento tanto en el sector público como en el sector privado.
Según el Secretario General de las Naciones Unidas, António Guterres, la única salida posible a la crisis es la cooperación internacional efectiva y ha subrayado en su mensaje, en ocasión del Día Internacional de Multilateralismo y Diplomacia para la Paz, que “el multilateralismo no es solo una cuestión de afrontar amenazas compartidas; implica aprovechar las oportunidades comunes. Ahora tenemos la oportunidad de que la reconstrucción sea mejor que en el pasado”. En este sentido, en América Latina y el Caribe es necesario prepararse y liderar con una sola voz regional en el escenario mundial posterior a la pandemia.
Sin lugar a duda, los bancos de desarrollo deben ser (y son) los mejores socios para lograr una mayor integración y desarrollo regional, y para cerrar la brecha de financiamiento que aflige a nuestra región. Por ello, necesitamos recapitalizarlos para que tengan más fuerza y configurar el ADN de sus instrumentos con los propósitos que buscamos. Necesitamos políticas innovadoras que configuren una hoja de ruta para salir de esta crisis tan dura, que sienten las bases de un nuevo contrato social y de una economía consistente con el desarrollo sostenible.
La pregunta ahora no es si nos une el problema, sino si nos unirá también la respuesta. En esa búsqueda, este trabajo nos ilumina nuevamente sobre el importante papel que pueden y deben jugar los bancos de desarrollo.
PRÓLOGO
Carlos H. Acuña
Investigador del IIEP-Baires-UBA/CONICET
y docente de la Escuela de Política y
Gobierno de la Universidad Nacional de San Martín
Varios son los motivos que me llevan a sostener que el trabajo realizado en este libro potencia el debate y aporta elementos estratégicos a la hora de discutir y comprender el rol de la banca multilateral para el desarrollo en América Latina.
Como académico e investigador en el campo de la ciencia política, valoro aquellas iniciativas que logran articular la experiencia con el análisis, la práctica con la teoría, las acciones con las ideas. Financiando el desarrollo. El rol de la banca multilateral en América Latina ofrece la oportunidad de capitalizar experiencias específicas de política pública vinculada al financiamiento internacional con organismos multilaterales al campo del análisis de la ciencia política y las políticas públicas. La importancia de esta articulación radica en la posibilidad de obtener herramientas, buenas prácticas y conclusiones que sirvan para fortalecer un desarrollo inclusivo y sustentable de la región.
El libro, basado en la tesis doctoral de Christian Asinelli que tuve el gusto de dirigir, recorre un camino clave a la hora de analizar y pensar el futuro del desarrollo de los países de América Latina. Para esto, se reconocen como centrales dos actores: la banca multilateral, con foco en el Banco Mundial, el Banco Interamericano de Desarrollo y CAF-Banco de Desarrollo de América Latina, y los gobiernos, con énfasis en las diversas lógicas e intereses que estructuran sus decisiones y accionar. De esta forma, se explican las prácticas y consecuencias del financiamiento internacional, identificando espacios de mejora que podrían contribuir al crecimiento y desarrollo de la región.
El trabajo ofrece un abanico amplio de experiencias, que cubre diez países de América del Sur y más de veinte años de relacionamiento con la banca de desarrollo. El vínculo entre las acciones llevadas adelante por los gobiernos y los organismos multilaterales, los condicionantes y el entendimiento de ciertos comportamientos se reflejan de manera clara y sólida a través de los capítulos.
Al mismo tiempo, el desarrollo, la argumentación y las conclusiones planteadas muestran la riqueza del perfil de Christian para la reflexión sobre el financiamiento internacional y la banca multilateral. El autor combina su experiencia profesional, tanto en el sector público argentino como en organismos internacionales, con el enfoque académico, y logra un equilibrio potente y, en nuestras sociedades, claramente necesario.
La cuestión de por sí exhibe un papel fundamental para los procesos de desarrollo latinoamericanos, pero 2020 nos ha planteado grandes y novedosos desafíos como sociedad, país y región, que agravaron los obstáculos al desarrollo. La pandemia por la COVID-19 nos presenta un problema nuevo que visibilizó y profundizó las cuestiones estructurales de toma de decisiones, coordinación e implementación de políticas públicas en nuestras sociedades.
En este contexto, el rol de los organismos internacionales y, en particular, de la banca multilateral, que otorga financiamiento a nuestros países, cobra un mayor sentido. Su papel no se limita a la oferta de recursos. Hoy más que nunca necesitamos organismos internacionales que sirvan de puentes, que conecten y brinden certidumbre, que se consoliden como espacios de debate, intercambio y cooperación, tanto para la forja de miradas de mediano y largo plazo como para la respuesta a necesidades inmediatas y urgentes.
Vivimos, sin lugar a dudas, en un momento especial que nos obliga a repensar estructuras y procesos establecidos, marcar un cambio y construir nuevos parámetros que permitan responder a las grandes problemáticas de América Latina.
Estos son los elementos que me llevan a reconocer y destacar la importancia de este libro como un instrumento oportuno de debate para América Latina. Es hora de discutir ideas y acciones que permitan hacer de la banca multilateral un verdadero instrumento para la planificación y el financiamiento del desarrollo de nuestra región.
Los invito a aprovechar este libro con la convicción de que su análisis constituye un importante paso adelante para la comprensión de nuevos y viejos problemas regionales, una comprensión que, en definitiva, permita contar con mejores respuestas a los desafíos de un desarrollo sustentable e inclusivo en América Latina.
INTRODUCCIÓN
La relación de los bancos de desarrollo con los países de América Latina ha sido, es y será un tema de altísima importancia. ¿Este vínculo fue equilibrado? ¿Qué hay detrás de las distintas negociaciones entre la banca multilateral y los gobiernos al momento de aprobar operaciones de crédito? ¿Es solamente una cuestión económico-financiera? ¿Existen condicionalidades para la aprobación de los créditos que no pueden ser negadas por los países? ¿Qué tipos de intereses existen detrás de la aprobación de los créditos? ¿Los bancos de desarrollo han sido dominantes en esta relación y terminan imponiendo a los diferentes países sus ideas y cosmovisiones? ¿Los países son agentes pasivos de la visión de los bancos o, según sus orientaciones políticas, tienen