La COVID-19 y los cambios en la integración latinoamericana y europea. Viviana García Pinzón

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La COVID-19 y los cambios en la integración latinoamericana y europea - Viviana García Pinzón

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Carlos Fernández Saca

       Capítulo 5. El papel de la integración europea en el establecimiento de un nuevo orden mundial

       Carlos F. Molina del Pozo

       Jorge A. Jiménez Carrero

       Capítulo 6. El enfoque alemán en la primera ola de la pandemia: más luces que sombras

       Viviana García Pinzón

       Detlef Nolte

       Capítulo 7. Tensión y rol de las instituciones regionales frente a la covid-19: un estudio comparado

       Bárbara Carvalho Neves

       Cairo Gabriel Borges Junqueira

       Clarissa Correa Neto Ribeiro

       Sobre los autores

       Resúmenes / Abstracts

      Introducción

      La covid-19 es la primera pandemia que vive el mundo en el contexto de un proceso de interdependencia e intercomunicación planetaria, que aceleró no solo los contagios, sino también la reacción de los países para enfrentarla. Lamentablemente, fue una reacción individual y particular de cada país, cuando los procesos de integración existentes podrían haber sido en la pandemia —y deberán serlo en la pospandemia— instrumentos válidos y efectivos para racionalizar y maximizar el aprovechamiento de recursos y la eficiencia de las medidas establecidas para enfrentarla.

      La pandemia de la covid-19 es producida por una de las variantes del coronavirus existente hace ya un tiempo. Ha sido precedida en el presente siglo por otros coronavirus, como el sars en el 2003, que causó el síndrome respiratorio agudo grave; el mers en el 2012, conocido como síndrome respiratorio de Oriente Medio; y ahora la covid-19, más transmisible que los anteriores. Los coronavirus son una gran familia, y la covid-19 pertenece a los alfacoronavirus presentes en los mamíferos. Hay también otros tipos como los betacoronavirus, adaptados principalmente a los murciélagos, pero poco a los humanos, por lo cual, al pasar a estos, se produce un choque entre el microorganismo y el humano que lo aloja.

      Las epidemias han venido aumentando su frecuencia y en buena medida esto se debe a enfermedades producidas por transmisiones de agentes patógenos entre animales y humanos, situación ocasionada especialmente por la deforestación y la presión sobre los animales: al ser expulsados de sus hábitats naturales, se ha facilitado el cruce con los humanos en ecosistemas desequilibrados, entre otros factores, por el calentamiento global. La realidad es que el origen de estas epidemias son los trastornos causados a la biodiversidad y que se requiere de una mayor vigilancia epidemiológica con el funcionamiento de alertas tempranas, tema del cual se deberán ocupar con más atención los procesos latinoamericanos de integración.

      La covid-19 se convirtió en un problema en todo el planeta a causa de la realidad de un mundo interconectado e interdependiente. Ha sido enfrentado tanto de manera global, a través de organismos multilaterales como la Organización Mundial de la Salud (oms), la Organización Panamericana de la Salud (ops) y los procesos de integración (por ejemplo, el europeo), como de modo particular, con la actuación irregular de los Estados: unos responsables en las medidas para afrontar la pandemia y otros al facilitar su expansión y contagio. El seguimiento simultáneo de su evolución por todo el planeta ha estado acompañado de informaciones exageradas y distorsionadas de noticias falsas en las redes, que han ocasionado dificultades para la aceptación de las medidas de control y generado una mayor incertidumbre y angustia.

      La esperanza es que estos largos meses vividos bajo la pandemia permitan que la humanidad reaccione y examine cómo y por qué contribuimos a que esta se produjera, replantee varios de los postulados y paradigmas que hasta ahora nos han regido, de tal manera que, en vez de continuar con la depredación del planeta y la actuación egoísta de países y personas, el mundo pase a un reforzamiento de los dispositivos globales y multilaterales y actúe con mayor solidaridad a través de la integración.

      En la pospandemia, son previsibles varios ajustes en el proceso de globalización desarrollado en las últimas décadas para no continuar con un libre mercado caracterizado por la actuación especulativa y sin control del sistema financiero, que tan malos resultados ha tenido en la distribución del ingreso y en el agravamiento de las inequidades sociales. Lo aconsejable sería una reafirmación de un Estado de bienestar poskeynesiano que, en el caso de las políticas de salud pública, les otorgue la prioridad que se merecen para enfrentar de manera preventiva las consecuencias de la actual pandemia y de las nuevas pandemias que llegarán al planeta. Asimismo, es una oportunidad para otorgarle mayor apoyo a la responsabilidad de sacar adelante los compromisos de la Agenda de Desarrollo Sostenible 2016-2030, entre los cuales el calentamiento global cobra especial relevancia, uno de los factores principales de la degradación de las condiciones de vida en el planeta. Los procesos latinoamericanos de integración tienen la responsabilidad de introducir los ajustes necesarios para incorporar estos nuevos elementos de políticas públicas y de orientación del desarrollo.

      En el campo geopolítico, la pandemia pone en entredicho los débiles liderazgos existentes en muchos de los países, donde lamentablemente han tenido más protagonismo los liderazgos no colaborativos y donde el hiperpresidencialismo ha aprovechado la coyuntura para consolidar un mayor control de las instituciones. Todo ello debilita cada vez más el accionar y los alcances de la integración en América Latina.

      En el continente, el caso más diciente ha sido el del Gobierno de Donald Trump que consideraba el multilateralismo como un juego de suma cero: lo que beneficia a otros países es perjudicial para el propio. Así, ejerció un liderazgo basado en políticas de aislamiento, de retiro de instancias internacionales y de desconocimiento de reglas multilaterales y acuerdos de integración ya suscritos. Varias fueron las consecuencias producidas: el marginamiento de Estados Unidos de las decisiones globales que debe tomar el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, el retiro de la Organización Mundial de la Salud y del Acuerdo de París sobre el Calentamiento Global, las críticas a la Corte Penal Internacional, la parálisis del accionar de la Organización Mundial del Comercio, el ataque de órganos de decisiones consensuadas como la Unión Europea, el retiro de acuerdos de integración como el Trans-Pacific Partnership y las modificaciones al Tratado de Libre Comercio de América del Norte con Canadá y México.

      Los recientes resultados de las elecciones estadounidenses permiten esperar que el nuevo Gobierno demócrata de Joe Biden vaya rectificando estas medidas equivocadas, a fin de que, en la pospandemia, Estados Unidos pueda participar en los distintos foros multilaterales donde se habrá de tomar medidas globales para enfrentar los estragos que deja la pandemia. En tal sentido, sería recomendable la revisión de los instrumentos de gobernabilidad mundial: varias organizaciones internacionales necesitan profundas reformas para adecuarse a las nuevas realidades del siglo xxi; lo multilateral debería disponer de reglas de aplicación mundial para enfrentar la pandemia y que eviten la ineficiencia de medidas fragmentadas o contradictorias de cada país. Este reposicionamiento a favor del multilateralismo es

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