REFLEXIONES IV.. Claudia Isabel Rojas Rodríguez

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REFLEXIONES IV. - Claudia Isabel Rojas Rodríguez Investigación

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alt=""/>Nota: Incubadora low-cost in3 desarrollada por Alejandro Escario en el Programa Fab Academy impartido en Fab Lab Madrid CEU. El proyecto fue galardonado como Best Medical Project en los Global Fab Awards 2015 otorgado por la Fab Foundation. Actualmente existe ya una segunda versión que esté siendo probada en una maternidad de Sierra Leona. Imagen cedida por Fab Lab Madrid CEU.

      Reducir la huella ecológica

      Siguiendo a Manzini, él también señalaba en el año 1990, un aspecto que hoy, continua vigente, ya que cada vez se presentan situaciones urgentes en todo el mundo (efectos del cambio climático, respuesta ante el volumen de plástico, etc.) y sobre las que hay mayor conciencia social. Para el caso del diseñador, se trata de una conciencia ética que traspasa los límites del consumo y busca nuevos modelos de producción, reutilización o desecho, desde criterios sostenibles, que ya estaban enmarcadas en las declaraciones del informe Brundtland (1987, 43): “The satisfaction of human needs and aspirations is so obviously an objective of productive activity that it may appear redundant to assert its central role in the concept of sustainable development”.

      Ejemplos como los desarrollados en recuperación de plásticos, como la iniciativa mundial Precious Plastic, ejecutada por el diseñador Dave Hakkens, quien pensó en una solución en términos Do It Yourself, al darse cuenta de que no había tecnología de reciclaje de uso personal, ayuda a tomar conciencia sobre las amenazas y presiones, que, entre otros, ejerce sobre el ecosistema marino inundado de plástico. De igual forma, otros formatos promueven la reutilización de materiales para la creación de objetos a los que le dan una segunda vida, como el grupo español “Makea Tu Vida” con su plataforma “El-Recetario.net”, un repositorio de contenido abierto, compuesto por recetas para la construcción de objetos, mobiliarios, espacios y sistemas a partir de materiales descartados (Fig. 3). Cada receta contiene las instrucciones de montaje paso-a-paso, y en el que se detallan los elementos y herramientas utilizadas, así como los conocimientos y técnicas necesarias para su construcción (Makea Tu Vida, 2007)

      Es claro que este cambio no tiene una respuesta puntual, sino de conciencia y acción global, que puede pasar por hacer propias las medidas ultra nacionales o globales, como empezar a evaluar el cambio ambiental y su impacto, conectar producción y consumo, o vincular de forma más efectiva, las cadenas de suministro a las demandas del consumidor. Ámbitos como la recuperación o reutilización de ropa, dentro del concepto Upcycled (Suprarreciclaje o reutilización creativa), orientado hacia el aprovechamiento de productos, los materiales de desecho o residuos para fabricar nuevos materiales o productos más elaborados o de mejor calidad, dan forma a distintas iniciativas con mucho empuje, que parecen estar presentes en redes o marketplace reconocidas (como Etsy, entre otras). Por este motivo, es necesaria la organización activa para recomponer el ciclo de la moda, otorgándole nuevas vidas optimizadas a las prendas (Fletcher y Grose, 2012).

      Naturaleza y cultura, se presentan como dos de los posibles términos para nombrar un diálogo complejo entre el mundo y nuestra acción sobre él: lo natural y lo artificial, lo encontrado y lo construido, o la materia y su utilización. En definitiva, el entorno y la intervención humana que lo transforma (Manzini, 1994, 107):

      La idea de naturaleza y la de cultura están ligadas entre sí en una relación biunívoca por la cual una no existe sin la otra: la naturaleza de la que se habla es, de hecho, una «invención» humana, es decir, una construcción cultural. Y, a su alrededor, esta construcción cultural no puede prescindir de la «naturalidad» del hombre que la produce y del ambiente en el que se encuentra inmerso.

      Es necesario observar el momento preciso, tal como afirmaba Gilles Lipovetsky, “la tendencia mundial se encuentra en una diferente ruta: la obsolescencia y el presente abrumador sin una visión del futuro” (Lipovetsky, 1987, 240), allí se describen los efectos de esa forma de producir y la actitud de promover el consumo rápido, que ha generado un enorme desperdicio y una gran contaminación, especialmente a finales del siglo XX. Es en este momento, en el surge la idea del ecodiseño, a principios de los 90 (Manzini, 1992), enmarcándose como punto de partida y en el que se estudiarán los impactos ambientales en los productos, como parte del proceso de diseño, para reducir estos efectos negativos partiendo del propio diseño, su fabricación y distribución, y continuar con el desecho y/o el reciclaje (Fuad-Luke, 2002).

      De esta manera, las estrategias de diseño, entre otras, se reorientaron para rediseñar los productos facilitado su desmontaje (disassembly). Este tipo de propuestas siguen siendo necesarias, cuando los avances tecnológicos han dado lugar a la reducción de la vida útil del producto y a unos consumos absurdos. Por lo tanto, el diseño de un producto puede ser desmontado para facilitar el mantenimiento, la reparación, su recuperación o la reutilización de componentes y materiales, convirtiendo esta acción en un valor añadido, ampliamente considerado por los nuevos modelos de consumo (Dowie y Simon, 1995). Es así, como se están elaborando productos duraderos y sostenibles, especialmente, se están incorporando elementos que han originado una corriente de pensamiento divulgada y al final, convertida en variables de certificación, como el sistema cradle to cradle, claro ejemplo de lo que se ha venido a denominar diseño circular (Braungart y McDonough, 2005). La economía circular, ha tenido como referentes la biomímesis (Benyus, 1997), el diseño regenerativo (Lyle, 1994), la ingeniería ecológica (Mitsch y Jørgensen, 2003), e incluso, lo que se denominado como la economía azul (Pauli, 2010). La economía circular está dando un paso más, tratando de romper con el proceso lineal de hacer, usar y desechar, proponiendo buscar en este ciclo una rentabilidad ambiental y económica. Entre otras iniciativas, conviene citar la desarrollada recientemente (2016), por la reconocida agencia de diseño IDEO, que junto a la Fundación Ellen MacArthur, promotora de esta corriente económica, han permitido adaptar metodologías design thinking según sus criterios (Circular Design Guide, 2016).

Figura 3. Plataforma colaborativa El-Recetario.netNota: Plataforma colaborativa El-Recetario.net de investigación, aprendizaje y difusión del diseño abierto y la reutilización, impulsada por el colectivo Makea Tu Vida. Es un repositorio colaborativo (en abierto), compuesto por diferentes instrucciones para la construcción y montaje de diferentes objetos, que son diseñados a partir del reciclaje y la reutilización de materiales descartados. El objetivo es compartir las experiencias de unos y otros con cualquiera que quiere aprovechar y reutilizar sus ideas. Imagen cedida por Makea tu Vida.Figura 4. Proyecto BreakersNota. Proyecto Breakers. Desarrollado en Valencia a través del Centro de Investigación CQ y FabLab VLC, coordinado por el prof. Manuel Martínez, autor de este trabajo. Financiado por la Fundación Orange (desde 2016), trata de incorporar la creación y fabricación digital para la mejora en el aprendizaje y la incorporación de jóvenes con dificultades, en distintos fablabs y makerspaces de España. Este proyecto de innovación social permite a estos jóvenes empoderarse con las tecnologías a través de herramientas de diseño. Fuente: Imagen, del autor.

      Regeneración del tejido social

      Respecto a la regeneración del tejido social, es de gran ayuda tomar como referencia al diseño activista, que pasa por la cultura slow (Fuad-Luke, 2009), el diseño para el cambio del comportamiento (2010) y el diseño de transición (2012).

      Por un lado, tenemos el ‘diseño slow’, que sitúa al individuo en primera persona, y de este modo, busca mejorar la calidad de vida de la comunidad mediante el diseño de productos, servicios y entornos sostenibles, combinando una metodología cuidadosa y una desaceleración de la vida siguiendo los preceptos de la naturaleza y un consumo reflexivo. Es una extensión del movimiento slow food, añadiendo los principios y valores de la sostenibilidad integral, e incorporando un pensamiento más biocentrista en las metodologías aplicadas al diseño (Faud-Luke, 2009).

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