Dioses y hombres en la Eneida de Virgilio. María Emilia Cairo

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Dioses y hombres en la Eneida de Virgilio - María Emilia Cairo Estudios del Mediterráneo Antiguo / PEFSCEA

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algunos elementos que evidencian que Ovidio desea proponer una interpretación particular acerca de los personajes de Venus y Júpiter y su relación con el fatum en Eneida. En primer lugar, como ya se ha señalado, el fatum no es aquí una emisión oral sino un texto escrito (algo novedoso, teniendo en cuenta la etimología del término) y Júpiter su portavoz, pero no su autor. Lo que en Virgilio es ambiguo y problemático, ya que los diferentes críticos adoptan su postura según el énfasis puesto en uno u otro pasaje de Eneida, aquí es claro e inequívoco: legi ipse, dice Júpiter, animoque notavi et

      referam. Lectura, memorización y repetición son las tres etapas que comprende su función de transmisor del hado.

      Ahora bien, si no es Júpiter el creador del hado, ¿quién es el responsable de su emisión? Ovidio otorga la autoría del destino a las Parcas, las antiguas divinidades que hilan el destino de los hombres.

      La atribución de la escritura de los hados a estas diosas no es una innovación absoluta por parte de Ovidio, sino que también supone una lectura de Eneida. Allí existen siete pasajes en los que son mencionadas estas divinidades. El primero de ellos se ubica en el proemio del poema, en el momento en que el narrador extradiegético describe lo que Juno sabe acerca del destino de los troyanos (1.19-22):

      Progeniem sed enim Troiano a sanguine duci

      audierat, Tyrias olim quae verteret arces;

      hinc populum late regem belloque superbum

      venturum excidio Libyae: sic volvere Parcas.

      Pero en efecto [Juno] había oído que derivaría de la sangre troyana una progenie que algún día iba a derribar los alcázares tirios; que de allí vendría un pueblo ampliamente soberano y soberbio en la guerra para la destrucción de Libia: que así lo determinaban las Parcas.

      Las Parcas son invocadas como las diosas que han dispuesto un curso de acción específico que consiste en el surgimiento y apogeo de la futura descendencia romana y su triunfo sobre Cartago. Esta definición de las Parcas se plasma en un discurso, es algo dicho que llega a los oídos de la propia Juno.

      El segundo pasaje en el que las Parcas son mencionadas expresamente forma parte del discurso de Héleno a Eneas durante su estadía en Butroto (3.379-380):

       prohibent nam cetera Parcae

      scire Helenum farique uetat Saturnia Iuno.

      Pues las Parcas prohíben que Héleno sepa más cosas y Juno, hija de Saturno, le impide hablar.

      En las palabras del sacerdote se observa que las diosas actúan como árbitros que deciden qué datos sobre el destino pueden conocerse y cuáles no. Héleno le transmite a Eneas aquello que él sabe y que es, ni más ni menos, lo que las Parcas le han permitido saber. Juno también tiene parte en este asunto y, como divinidad opositora a los troyanos impide que el vate facilite la totalidad de la información; sin embargo, el pasaje anterior muestra claramente que el fatum es un discurso exterior y superior a Juno. Lo que puede hacer la diosa, pues, es constreñir a Héleno en su discurso, pero no incidir sobre el texto del hado en sí.

      Las Parcas son nombradas por tercera vez en 5.796-798, en el pedido de Venus a Neptuno:

      quod superest, oro, liceat dare tuta per undas

      uela tibi, liceat Laurentem attingere Thybrim,

      si concessa peto, si dant ea moenia Parcae.

      Lo que resta, te lo imploro, que sea lícito dar las velas seguras a través de las olas, que sea lícito alcanzar el Tíber laurentino, si pido algo posible, si las Parcas otorgan esas murallas.

      Como en el primer fragmento, las diosas son invocadas como aquellas que disponen el futuro, ya que Venus fundamenta la legitimidad de la futura ciudad de Eneas en sus palabras.

      La cuarta mención se encuentra en 9.107-109, cuando el narrador extradiegético explica la salvación de las naves troyanas gracias a la intervención de Cibeles:

      Ergo aderat promissa dies et tempora Parcae

      debita complerant, cum Turni iniuria Matrem

      admonuit ratibus sacris depellere taedas.

      Por consiguiente, se acercaba el día prometido y las Parcas habían cumplido el tiempo correspondiente, cuando el agravio de Turno le recordó a la Madre rechazar las antorchas de las naves sagradas.

      Se observa una vez más el carácter inexorable de los decretos de las tres diosas junto con un énfasis especial en el momento puntual del cumplimiento: los eventos se producen exactamente en el día fijado. Este rasgo aparece también en la quinta mención de las diosas (10.417-420):

      fata canens silvis genitor celarat Halaesum;

      ut senior leto canentia lumina solvit,

      iniecere manum Parcae telisque sacrarunt

      Euandri.

      A Haleso lo había ocultado en los bosques su padre, que anunciaba los hados; cuando el anciano abrió en la muerte sus ojos cantores, las Parcas lanzaron contra él su mano y lo consagraron a los dardos de Evandro.

      El narrador extradiegético cuenta la historia del guerrero Haleso en el momento en que está por morir a manos de Palante. El padre del joven, gracias a sus poderes adivinatorios (fata canens), decidió ocultarlo para dilatar su final infeliz. Si bien el hado pudo ser dilatado durante un tiempo, finalmente llega el momento fijado por las inflexibles diosas. Este acento en las Parcas como responsables del día de la muerte de los humanos se pone de manifiesto también poco más adelante, a propósito de la inminente muerte de Lauso (10.812-816):

       nec minus ille

      exsultat demens; saevae iamque altius irae

      Dardanio surgunt ductori extremaque Lauso

      Parcae fila legunt: validum namque exigit ensem

      per medium Aeneas iuvenem totumque recondit.

      Y él [= Lauso], loco, no está menos exultante; y ya más profundamente crece la ira salvaje en el capitán dardanio, y las Parcas recorren para Lauso los últimos hilos: pues Eneas clava su fuerte espada a través del joven y la hunde por completo.

      La séptima y última mención de las Parcas se produce en 12.147-150, esta vez en el discurso de Juno a Juturna en ocasión de la muerte de Turno:

      qua visa est Fortuna pati Parcaeque sinebant

      cedere res Latio, Turnum et tua moenia texi;

      nunc iuvenem imparibus video concurrere fatis,

      Parcarumque dies et vis inimica propinquat.

      Mientras la fortuna parecía soportarlo y las Parcas permitían que cedieran las cosas ante el Lacio, cubrí a Turno y a tus murallas; ahora veo que el joven se enfrenta con hados desiguales y se acerca el día de las Parcas y su fuerza enemiga.

      En este último fragmento se evidencian todos los elementos asociados a las Parcas que hemos notado en los primeros seis: su papel central en la determinación del fatum, la posibilidad de que este destino pueda evadirse pero al mismo tiempo su inflexibilidad en lo que se refiere al momento de su cumplimiento y, por último, la incapacidad de los dioses

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