El jardín de los delirios. Ramón del Castillo
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91 No encuentro muy útil el análisis que Joost de Bloois hace de El planeta enfermo, en “Reified Life: Vitalism, Environmentalism, and Reification in Guy Debord’s The Society of the Spectacle and A Sick Planet”, capítulo 9 de Gandesha, S. y Hartle, J. F., eds., The Spell of Capital. Reification and Spectacle (Ámsterdam, Amsterdam University Press, 2017). Para relacionar biopolítica y espectacularidad, Bloois da demasiadas vueltas complicando las ideas ya de por sí vagas de este panfleto de Debord (Bloois lo llama “modesto tratado”). Dice, además, que probablemente Debord recurrió a la famosa imagen de la Tierra tomada por el Apolo, The Blue Marble, pero no pudo hacerlo porque los astronautas la hicieron un año después de que Debord escribiera el texto. Lo cierto es que, con o sin esa foto de la Tierra, Debord relaciona la consumación de la sociedad del espectáculo con la consumición de la vida planetaria, la sociedad enferma con la vida enferma, la fusión de la historia y de la naturaleza en un solo vertedero. Bloois lo dice de una forma mucho más sofisticada, pero no creo que más clara.
92 Llegué a este texto gracias a Murphy.
93 Este grupo, fundado en 1966 en la casa que Henri Lefebvre tenía en los Pirineos, publicó una revista homónima entre 1967 y 1969.
94 Véase como resume estos argumentos Biehl (p. 395).
95 “Y por Baudrillard como ‘simulacro’”, añadía Bookchin (2012b: 65).
96 Es importante tener presente un dato: muchos de los teóricos estadounidenses de la ciudad que inspiraron a la generación de Bookchin entroncaban con una tradición antiurbanista que se desarrolló aún más después de la Guerra de Secesión. Para entender esto hay que recurrir al excepcional libro de Lucia y Morton White de 1961, El intelectual contra la ciudad. De Thomas Jefferson a Frank LLoyd Wright (Buenos Aires, Emecé, 1967). Sobre Mumford, Lloyd Wright y la influencia de esta tendencia que idealiza la vida fuera de las ciudades véanse sobre todo los capítulos xiii y ss. Descubrí este libro porque esa tradición de diseño no se puede entender al margen de ideas literarias y filosóficas. El propio Mumford –como recuerdan los White (p. 198)– “no solo era un estudioso de las ciudades, sino también un estudioso de la literatura norteamericana”.
97 Sobre temas agrícolas, Bookchin seguía las ideas del botánico y micólogo Albert Howard, impulsor de la técnica de compostaje moderno. En 1976, en el Instituto para la Ecología Social de Vermont se experimentó mucho con técnicas de compost que volvían la tierra más resistente a plagas de doradillas. También construyeron bancales y montículos al estilo francés, técnicas de cultivo intensivo que obtienen más producción en poco espacio, una formula apta para huertos urbanos pequeños en barrios con pocos medios que podrían autoabastecerse.
98 Véanse más datos sobre el New Alchemy Institute (nai) y la referencia al estudio de Jeffrey Jacob sobre el movimiento de vuelta a la tierra en Biehl (p. 328). Todd fundó el nai en Cape Cod, Massachusetts, en 1969. En 1976 construyó el primer “Arca” en Price Edward Island, Canadá, conectando varios invernaderos a un almacén donde los tanques para peces atraían calor y reducían el gasto energético durante el invierno. Para entender la relación de todo este movimiento ecotecnológico, el folk art y la contracultura, véase el extraordinario estudio de Douglas Murphy (2017). Gracias a este trabajo llegué hasta otra referencia imprescindible: Scott, F. D., Architecture of Techno-Utopia. Politics after Modernism (Cambridge, Massachusetts, The mit Press, 2017).
99 Cuando en 1973 se publicó Lo pequeño es hermoso, no resultó extraño que Schumacher reconociera la influencia de Bookchin (que había publicado ya Our Synthetic Environment, pero que lo vendió mucho más una vez que el libro de Schumacher se hiciera tan popular). Sin embargo, mientras que la ecología de Bookchin era inseparable de una agenda política anticapitalista, la visión de Schumacher podía servir para alentar la creencia en un crecimiento capitalista sostenible.
100 Véase charas. Improbable Dome Builders de Syeus Mottel [1974], reeditado y ampliado en la edición de Yydap Pub (2018). Contiene material gráfico, y entrevistas a los charas y a Michael Ben-Eli, asociado de R. B. Fuller y fundador del Laboratory of Sutainibility. Dan Chodorkoff, que creó el Instituto para la Ecología Social con Bookchin y estudio el proyecto charas en su tesis doctoral en la New School for Social Research en 1980, publicó una novela Loisaida (2011) basada en sus experiencias con los charas durante los setenta y, más adelante, The Anthropology of Utopia: Essays on Social Ecology and Community Development (Noruega, New Compass Press, 2014). Otros movimientos vecinales en otras ciudades de Estados Unidos se organizaron siguiendo el ideario de Saul Alinsky cuyo Tratado para radicales. Manual para revolucionarios pragmáticos [1971] tuvo cierta difusión en Francia desde los años setenta, entre trabajadores sociales. Desconozco lo que pensaban los situacionistas sobre este estilo de activismo. Quizá el hecho de que Alinsky tratara con Maritain y que sus ideas se difundieran en círculos católicos franceses influyó en su recepción entre la nueva izquierda.
101 Véanse los datos bibliográficos y audiovisuales que aporta Biehl (p. 358).
102 Hess publicó Community Technology en 1979.
103 Después de introducir sistemas de calentamiento del agua y otras tecnologías verdes en Drop City, Steve Baer y Lloyd Kahn publicaron en 1969 y 1970 varios manuales que servían para construir domos mezclando de forma divertida “comics y fórmulas matemáticas, historias sobre experiencias con drogas junto con ensayos de Buckminster Fuller” (Murphy: 121). Véanse todas las referencias de Murphy al Worth Earth Catalog de Stewart Brand y al trabajo que le proporciona más datos sobre la relación entre movimientos contraculturales comunitarios y construcción de domos: Turner, F., From Counterculture to Cyberculture. Stewart Brand, the Whole Earth Network and the Rise of Digital Utopianism (Chicago, Chicago University Press, 2006). Véase también todo lo que Fred Turner (2010) cuenta sobre Fuller, Dropt City y Whole Earth Catalog en “Un tecnócrata para la contracultura” en Arquitectura Viva, 143, pp. 110 y ss., número monográfico dedicado a Fuller, editado por Norman Foster y Luis Fernández-Galiano.
104 Murphy señala otra razón por la que el diseño futurista perdió fuerza, incluido el utopismo que imaginaba colonias en el espacio exterior: la aparición de un nuevo espacio, el espacio virtual, internet. Al soñar con colonias fuera de la tierra, los futuristas ampliaban al máximo las fronteras físicas, espaciales, de aplicación de sus soluciones. Pero la informática lo cambió todo: “La utopía estaba ahora dentro del ciberespacio, en los dominios limítrofes (frontier lands) de internet. El domo geodésico había sido el símbolo de los sueños de unas sociedades comunales tecnológicas… pero fueron los message boards y las chat rooms, y no las comunas o las nuevas colonias, las que se convirtieron