Retrato de la Lozana Andaluza. Francisco Delicado

Чтение книги онлайн.

Читать онлайн книгу Retrato de la Lozana Andaluza - Francisco Delicado страница 8

Retrato de la Lozana Andaluza - Francisco Delicado

Скачать книгу

style="font-size:15px;">      Loz. ¿Quién es éste? ¿es el Obispo de Córdoba?

      Ramp. Ansí viva mi padre es un obispo espigacensis de mala muerte.

      Loz. Más triunfo lleva un mameluco.

      Ramp. Los cardenales son aquí como los mamelucos.

      Loz. Aquéllos se hacen adorar.

      Ramp. Y éstos tambien.

      Loz. Gran soberbia llevan.

      Ramp. El año de veinte y siete me lo dirán.

      Loz. Por ellos padecerémos todos.

      Ramp. Mal de munchos gozo es; alzá los ojos arriba, y veréis la manifatura de Dios en la señora Clarina, allí me mirá vos, aquélla es gentil mujer.

      Loz. Hermano, hermosura en puta, y fuerza en badajo.

      Ramp. Mirá esta otra.

      Loz. Que presente para triunfar; por eso se dixo: ¿Quién te hizo puta? el vino y la fruta.

       Ramp. Es favorida de un perlado; aquí mora la galan portuguesa.

      Loz. ¿Quién es? ¿amiga de algun ginoves?

      Ramp. Mi agüelo es mi pariente, de ciento y otros veinte.

      Loz. ¿Y quién es aquella handorra que va con sombrero tapada, que va culeando y dos mozas lleva?

      Ramp. ¿Esa? cualque cortesanilla por ahí; mirá qué otra quinada dellas van por allá, que parescen enxambre, y los galanes tras ellas; á estas horas salen ellas desfrazadas.

      Loz. ¿Y dó van?

      Ramp. A perdones.

      Loz. ¿Sí? por demas lo tenian: ¿putas y perdoneras?

      Ramp. Van por recoger para la noche.

      Loz. ¿Qué es aquello? ¿qué es aquello?

      Ramp. Llévalas la justicia.

      Loz. Esperá, no os envolvais con esa gente.

      Ramp. No haré, luégo vengo.

      Loz. Mirá agora dónde va braguillas, guayas si la sacó, Perico el bravo; ¿que era por mi vida hijo?

       Ramp. No nada, sino el tributo que les demandaban, y ellas han dado por no ser vistas, quién anillo, quién cadena, y despues enviará cada una cualque litigante por lo que dió, y es una cosa que pagan cada una un ducado al año al capitan de Torre Sabela.

      Loz. ¿Todas?

      Ramp. Salvo las casadas.

      Loz. Mal hacen, que no habian de pagar sino las que están al burdel.

      Ramp. Pues por eso es la mayor parte de Roma burdel, y le dicen Roma putana.

      Loz. ¿Y aquéllas qué son? ¿moriscas?

      Ramp. No, cuerpo del mundo; son romanas.

      Loz. ¿Y por qué van con aquellas almalafas?

      Ramp. No son almalafas; son baticulo ó batirrabo y paños listados.

      Loz. ¿Y qué quiere decir, que en toda la Italia llevan delante sus paños listados ó velos?

      Ramp. Despues acá de Rodriguillo español, van ellas ansí.

      Loz. Eso quiero yo saber.

      Ramp. No sé más de cuanto lo oí ansí, é os puedo mostrar al Rodriguillo español de bronce; hecha fué estatua en Campidolio, que se saca una espina del pié y está desnudo.

      Loz. Por mi vida, que es cosa de saber y ver, que dicen que en aquel tiempo no habia dos españoles en Roma, y agora hay tantos. Verná tiempo que no habrá ninguno y dirán Roma mísera, como dicen España mísera.

      Ramp. ¿Veis allí la estufa do salieron las romanas?

      Loz. Por vida de tu padre que vamos allá.

      Ramp. Pues déxame llevar esto en casa de mi tia, que cerca estamos, y hallarlo hemos aparejado.

      Loz. ¿Pues dónde me entraré?

      Ramp. Aquí, con esta lavandera milagrosa.

      Loz. Bueno será.

      Ramp. Señora mia, esta señora se quede aquí, así Dios os guarde, á reservirlo hasta que torno.

      Lavandera. Intrate, madona, seate bien venuta.

      Loz. Beso las manos.

      Lav. ¿De dove siate?

       Loz. Señora, só española; mas todo mi bien lo he habido de un ginoves que estaba para ser mi marido, y por mi desgracia se murió; y agora vengo aquí porque tengo de haber de sus parientes gran dinero que me ha dexado para que me case.

      Lav. Ánima mia. Dios os dé mejor ventura que á mí, que aunque me veis aquí, soy española.

      Loz. ¿Y de dónde?

      Lav. Señora, de Nájera; y soy estada dama de grandes señoras, y un traidor me sacó, que se habia de casar comigo, y burlóme.

      Loz. No hay que fiar, decíme ¿cuánto há que estáis en Roma?

      Lav. Cuando vino el mal de Francia, y ésta fué la causa que yo quedase burlada; y si estoy aquí lavando y fatigándome, es para me casar, que no tengo otro deseo, sino verme casada y honrada.

      Loz. ¿Y los aladares de pez?

      Lav. ¿Qué decis, señora?

      Loz. Que gran pena teneis en maxcar.

      Lav. ¡Ay señora! La humidad de esta casa me ha hecho pelar la cabeza, que tenía unos cabellos como hebras de oro, y en un solo cabello tenía añudadas sesenta navidades.

      Loz. ¿Y la humidad os hace hundir tanto la boca?

      Lav. Es de mio, que todo mi parentado lo tiene, que cuando comen parece que mamillan.

      Loz. Mucho ganaréis á este lavar.

      Lav. ¡Ay señora! que cuando pienso pagar la casa, y comer, y leña, y ceniza, y xabon, caldera, y tinas, y canastas, y agua, y cuerdas para tender, y mantener la casa de cuantas cosas son menester, ¿qué esperais? Ningun amigo que tengais os querrá bien si no le dais, cuándo la camisa, cuándo la capa, cuándo la gorra, cuándo los huevos frescos, y así de mano en mano, do pensais que hay tocinos no hay estacas, y con todo esto á mala pena quieren venir cada noche á teneros compañía, y por esto tengo dos, porque lo quel uno no puede, supla el otro.

      Loz.

Скачать книгу