La sociedad de castas. Agustín Pániker Vilaplana

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La sociedad de castas - Agustín Pániker Vilaplana Ensayo

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13; FIG. 14].4 Pero hay que notar también que en casi todas las castas existe alguien que hace de sacerdote. Porque un sacerdote es únicamente aquel que conduce el culto (pūjā) diario o semanal en el templo de los antepasados del clan, o quien dirige una pūjā especial con ocasión del festival de las divinidades que protegen el linaje.

      15. Barberos de Calcuta (hoy Kolkata), Bengala Occidental, región donde han solido tener cierto prestigio social. Foto: Claude Waddell, 1945/1946.

      Los mahārs, representantes de una macrocasta de la India central, se han dedicado a tareas tan variadas como la de porteros, guardianes, ayudantes de la policía, porteadores, guías para viajeros, árbitros en disputas fronterizas, recolectores de carbón y leña (para crematorios), mensajeros de noticias de decesos, oficiales de recaudación de impuestos o a retirar animales muertos. Ciertamente, los mahārs que se dedican a recolectar impuestos o a arbitrar en disputas de propiedad poseen ocupaciones más respetables que los que se dedican a hacer de barrenderos y –ocasionalmente– a recolectar la carroña del pueblo o tocar el tambor en los festivales. Dentro de una misma casta pueden existir grandes desniveles de clase. El punto a retener, sin embargo, es que casi todas estas ocupaciones tradicionales de los mahārs han sido patrimonio de las castas consideradas “intocables”. Y eso es lo que confiere cierta unidad a tan variada gama de oficios y trabajos.

      Ocupación tradicional y varṇa

      En teoría, esta división laboral reproduciría la división de funciones del sistema de los cuatro varṇas [véase Los cuatro varṇas]: función espiritual (brāhmaṇs), función soberana y protectora (kṣatriyas), función productora (vaiśyas) y función servil (śūdras). Sin embargo, la asociación de una casta con un varṇa u otro es un asunto que depende de múltiples factores y no sólo del ocupacional. Lo comprobaremos en otro capítulo. Hace 200 años, el sanscritista Henry T. Colebrooke, después de citar a un informante –sin duda brāhmaṇ– que declaraba que la profesión era hereditaria e inquebrantable, y tras describir el sistema ideal de los varṇas, señaló:

      «La observación cotidiana muestra que incluso los brahmens ejercen las profesiones serviles de un sudra […] Con muy pocas excepciones, toda profesión está abierta a cualquier tipo de personas».6

      Hace muchísimos siglos que los brāhmaṇs, por poner el ejemplo de la casta más quisquillosa en estas cuestiones, se han dedicado a menesteres bien distintos a los que tienen asignados por varṇa (sacerdocio, liturgia, enseñanza…). La historia nos ha dado generales brāhmaṇs, reyes brāhmaṇs, agricultores brāhmaṇs, taxistas brāhmaṇs, mercaderes brāhmaṇs y hasta brāhmaṇs marxista-leninistas.

      LA DISOCIACIÓN ENTRE CASTA Y OCUPACIÓN TRADICIONAL

      Hoy en día, la asociación entre casta y ocupación tradicional se ha relajado de forma considerable, en parte por la aparición de profesiones nuevas. Pero, como hemos visto, la cosa viene de lejos.

      Ya en la década de los 1910s se calculó que menos de un 20% de los brāhmaṇs trabajaba como sacerdotes y menos del 10% de los trabajadores del cuero (chamārs) seguía su ocupación tradicional.7 En 1921, sólo un 13% de los mahārs se dedicaba a las profesiones tradicionales de su casta que antes mencionábamos.8 Frederick Bailey señalaba, a propósito de la aldea de Odisha que estudió a mediados de los 1950s, que «los destiladores no tocan el licor; los alfareros no saben hacer un cántaro; los pescadores no pescan; los guerreros son agricultores».9

      El universo rural agrario

      La cosa tiene su lógica. A lo largo de la historia, ha ocurrido con frecuencia que existían demasiados miembros de castas no agrícolas en un pueblo. Entonces, o bien cambiaban de ocupación o emigraban a otra aldea, donde podían emprender una nueva profesión o dedicarse a la tradicional. Este tipo de movilidad ha llevado a la formación de nuevas castas, o a que se abandone la ocupación tradicional y se adopte la agricultura.

      Este punto es sumamente importante, pues sin la alternativa de la agricultura, el “sistema” hace siglos que se hubiese derrumbado. Y eso es algo que incluso los textos clásicos admitían.10 Desde hace mucho tiempo, la agricultura (y en menor medida también el ejército y el comercio) ha sido una ocupación alternativa para cualquier casta, desde las más bajas hasta las más altas [FIG. 16]. Los mālās constituyen una de las más importantes castas ex-intocables de Andhra Pradesh. Tradicionalmente, se habían dedicado a asistir al cabeza del pueblo y al recolector de impuestos. Además, como otras castas intocables, han hecho frecuentemente de peones de campo, de criados, se han dedicado a tocar el tambor en diferentes ceremonias, retirar carroña, limpiar letrinas, comunicar decesos a familiares, cavar tumbas, etcétera. (Compárese con las “ocupaciones tradicionales” de los mahārs de Maharashtra que antes mencionábamos.) Sin embargo, a principios de los 1990s, un 87% de los mālās del distrito de Chitoor se dedicaba a la agricultura.11

      16. Agricultores dalits en la aldea de Kalli Thanda (Andhra Pradesh). Foto: Ángel López Soto, 2011.

      Desde luego, el estereotipo que dice que aquel que sigue una ocupación diferente a la hereditaria ha de ser expulsado de la casta debe rechazarse con total rotundidad. Siempre ha existido bastante flexibilidad y libertad a la hora de escoger la ocupación.

      En su famoso estudio de campo de Rampura, un pueblo cercano a Mysore (Karnataka), llevado a cabo entre 1948 y 1952, M.N. Srinivas notó que a excepción de 4 castas (lavanderos, cesteros, porqueros y algunos pescadores), las 14 restantes se ocupaban en mayor o menor medida de la agricultura.12 Esto atañía incluso a las tres castas de brāhmaṇs (que según los textos clásicos lo tendrían prohibido) y a los liṅgāyats, un grupo shivaísta surgido en el siglo XIII, muy influyente en Karnataka. Sólo algunos miembros de esas familias hacían de sacerdote doméstico o de templo. Por supuesto, la casta más poderosa del pueblo era la de los agricultores (okkaligas), que poseían las tierras. La mayoría de los aldeanos eran labriegos, peones de campo, siervos, terratenientes… o pertenecían a castas artesanales de una forma u otra ligadas a la agricultura.

      Al mismo tiempo, miembros de todas las castas abrían tiendas y se dedicaban a tareas nuevas, no tradicionales y no agrícolas. Ninguno de los pescadores podía vivir de su ocupación

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