En mi principio está mi fin. José Rivera Ramírez

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En mi principio está mi fin - José Rivera Ramírez Ensayo

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no me entenderían. Comprendo que X, o X, son, sin posible discusión, mucho más buenos que yo; pero tienen menos luz, lo cual no les quita ni pone nada, pero les incapacita para comprenderme.

      Por ejemplo, nadie parece capaz de comprender una cosa tan sencilla como ésta: el hombre es esencialmente el “que recibe” de Dios, y eso en un régimen sacramental. Por tanto, el recibir es su propia gloria, el recibir de otro hombre. Comentar ‒como hicieron ayer individuos, incluso de la talla muy aceptable de X.X.‒ que la figura del presbítero queda rebajada porque “recibe” del Obispo, es no comprender la esencia del hombre.

      ASESINATO EN LA CATEDRAL

      El tema de la tentación

      La tentación de la lujuria, la tentación del poder, la tentación del orgullo espiritual. Sobre ella tiene pensamientos profundos:

      Tentador 1º.- “Te abandono al placer de vicios más sublimes

      Por los que has de pagar un elevado precio.”

      Tentador 4º.- “Ve a alcanzar martirio, rebájate en la tierra

      De modo que en el cielo tengas alto sitial.

      Y mira, allá abajo, del Averno en el fondo

      A tus perseguidores en tormentos sin cuento,

      Agostada pasión, de expiar imposible.”

      Tomás.- “¡No!

      ¿Quién eres que me tientas con mis propios deseos?

      ..........................

      ¿Es que en mi alma enferma no existe ni un camino

      Que a través del orgullo no conduzca al infierno?

      Yo muy bien reconozco que estas tentaciones

      Son ahora vanidad y más tarde tormento.

      ¿El pecador orgullo puede acaso arrancarse

      Por otro más perverso?

      ..............

      La tentación postrera es la traición más grande.

      Hacer lo que se debe por un motivo falso.

      .................

      El pecado se forma al practicar el bien

      .....................

      Quien sirve a Dios se halla en peligro mayor

      De pecar, que el hombre que da órdenes del Monarca obedece.

      Porque aquellos que sirven una causa mejor

      Pueden tal vez hacer que la causa les sirva,

      Aun obrando bien; y habiendo de luchar

      Con astutos políticos, hacerla a ella igual,

      Si no por sus acciones, sí por su posición.”

      Sacerdote 1º.- “…su orgullo alimentándose de sus propias virtudes

      El orgullo nutriéndose de su imparcialidad

      El orgullo nutriéndose de generosidad

      Odiando poder dado por temporal entrega

      A Dios únicamente buscando sujeción.”

      Es clara la importancia de todas estas ideas, bellísimamente expresadas además. Es la necesidad de seguir a San Juan de la Cruz, el autor que mejor ha determinado los movimientos internos. Y es la tremenda equivocación de la espiritualidad actual, que busca sobre todo las obras. Me parece indudable que la A.C. actual está formando una generación de orgullosos espirituales.

      El tema de la irrealidad

      Parece notorio que es un tema caro a Eliot. Ya lo he encontrado en las dos obras analizadas anteriormente - y en los cuartetos ya leídos. Voy siguiendo y anotando expresiones:

      Una expresión central, que se repite con frecuencia:

      “Viviendo y sólo en parte”

      Es el estribillo de largas descripciones sobre la vida miserable del pueblo. Todo el trabajo, opresión, pobreza, cosechas buenas y malas, lujo y desenfreno... nacimientos, y bodas, y muertes... todo eso constituye una vida “sólo en parte”. Es la vida a que la gente se acomoda, y que reclama ante la llegada de un terror mayor, que trae la vuelta del Arzobispo Tomás.

      Existen las “voces que nos despiertan a un mundo ya dormido

      Impidiendo al espíritu ser del todo presente” (Tomás).

      La tentación consiste en invertir los términos: hacer creer que lo irreal es real, y al contrario:

      Tentador 2º.- “... el poder obtenido en gloria se transforma

      Mientras dure la vida, posesión permanente

      Funeral monumento, en mármol construido.

      Gobernar a los hombres no se estima locura.

      Tomás.- ¿Es acaso alegría para el hombre de Dios?

      Tentador 2º- Tristeza hay para aquel que sólo a Dios se entrega.

      Aquel que aprisionó la sólida sustancia,

      ¿Velará vagabundo con sombras engañosas?

      El poder es presente, la santidad futura.”

      Esta división excesiva del tiempo: presente-futuro, es obra del tentador. El “historicismo”, el “temporalismo” actual es pensamiento diabólico. No hay tal división tajante. Eliot va a afirmar, muchas veces, que lo presente y lo futuro tienen una unidad. Cuanto más se centra el hombre en sí, más importancia tiene el tiempo, puesto que el hombre se encuentra en situación temporal. Sería falso afirmar que el hombre es un ser temporal. El hombre sólo llega a ser hombre cuando sale del tiempo. Visible-temporal es un binomio diabólico, cuando se erige en dirigente de la vida. Invisible-eterno es el binomio director de todo, visible-temporal es instrumental. La superficialidad actual, se puede penetrar muy bien en esta importancia excesiva dada al binomio. Lo temporal es lo que diferencia, mientras que lo eterno ‒o incluso, lo evi-eterno‒ que corresponde propiamente al hombre, es lo que nos permite profundizar. Lecturas paralelas muestran cómo, cuando al hombre se humaniza ‒desarrolla sus facultades‒ puede encontrarse, al mismo tiempo, con hombres de tiempo muy distante: Sófocles, Shakespeare, Lope, Lara, Salinas, Eliot... Y lo mismo en filosofía. Todo este afán de separar, de recalcar la diferencia entre antiguo y nuevo, significa que el que habla es todavía un adolescente. El niño no ha llegado aún al tiempo, el hombre maduro ‒claro que apenas se encuentra algún raro ejemplar‒ le ha superado. El adolescente, el inmaduro, vive del tiempo. Y el santo, en el cielo, se ha despojado para siempre de tal vestimenta inadecuada, poco humana, correspondiente tan solo al estado adolescente del hombre: su viaje por la tierra.

      Los cuatro tentadores.-”Desilusión y fraude es la

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