Aventuras en familia 2. Sonia Krumm

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Aventuras en familia 2 - Sonia Krumm

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a llorar con más intensidad. ¡El problema estaba en la pierna! No se veía nada a simple vista, pero él no se dejaba tocar la zona de la pantorrilla.

      Mamá y papá se fueron al hospital con Alex, y una radiografía mostró que tenía una fractura en la parte inferior de la pierna, cerca del tobillo.

      Así Alex se “ganó” una bota blanca de yeso. Todos agradecimos a Jesús que el accidente no había sido peor. Si el golpe hubiera sido en la cabeza, el problema habría sido mucho más grave.

      –Seguramente el ángel de Alex protegió su cabeza de un golpe muy fuerte –dijo mamá cuando volvieron–. Solo tiene que usar esta bota hasta que sus huesos se suelden, pero no será por mucho tiempo, y todos podemos colaborar para que él esté feliz, aunque no se pueda mover tanto. Pero los primeros días él no podrá apoyar el pie. Tiene que estar sentado o acostado.

      ¿Qué hacer para divertir a una “pelota” que no podía rebotar?

      Con mi hermanita Sofía, inventamos todo tipo de juegos alrededor de la frazadita donde sentaban a Alex. Ahora, la frazada marcaba los límites de un pequeño mundo.

      ¿Qué crees que hicimos con la bota blanca de mi hermano? ¡Sí, imaginaste bien! ¡La llenamos de color con nuestros marcadores! Así la bota tuvo un arcoíris, flores, pájaros, conejos, perros ladrando, sandías, gotitas de agua, un enorme sol y ¡quién sabe cuántas cosas más! Dibujamos hasta que se nos acabó el espacio y mi hermana dijo:

      –¡Alex, pídele a mami que te lleve al hospital para que te pongan una bota en la otra pierna!

      En cuanto nos aburrimos de dibujar, armar rompecabezas y diseñar casitas con ladrillitos, nos acordamos del viejo cochecito en el que mis papás paseaban a los mellizos cuando eran bebés.

      –¿Podemos pasear a Alex en el cochecito azul? –pregunté.

      –Mmmmm... –papá dudó–. Pueden, pero estrictamente sobre la vereda. No queremos más accidentes. Hasta el final de la cuadra y vuelven, ¿sí?

      Con ese trato, papá puso a Alex en el largo cochecito de mellizos, en el que entraba sentado con su pierna extendida.

      Curiosamente, esta bota que tenía prisionero a mi hermanito, también nos mantuvo más tranquilos a mi hermana y a mí. Ya no éramos tres pelotas rebotando, y encontramos que podíamos hacer muchas cosas divertidas y más tranquilas.

      Unos días después, le permitieron pisar sobre la bota y comenzar a desplazarse. Finalmente, se la quitaron, quedó al descubierto una pierna bastante más delgada que la otra. Todos nos reímos al ver la diferencia de tamaño entre una pierna y la otra.

      –No te preocupes, Alex –se apresuró a explicar mi mamá–. La pierna que tenía la bota se ve más delgada porque no has usado tus músculos estos últimos cuarenta días, pero prontito vas a recuperar la fuerza y el volumen, y tus dos piernas serán iguales otra vez.

      ¡Y vaya si lo logró! Ahora mi hermano es parte del grupo especial de gimnasia de la universidad, y sus piernas son fuertes y ágiles..., y ¡sigue rebotando como una pelota!

       ¿Cómo puedes evitar accidentes mientras te mantienes activo?

       ¿Alguna vez tuviste un accidente? ¿De qué forma sucedió? ¿Cómo fue tu recuperación?

       ¿De qué maneras puedes alegrar a algún amigo que se accidentó o está enfermo?

       No olvides el siguiente consejo:

      “Un amigo es siempre afectuoso, y en tiempos de angustia es como un hermano” (Proverbios 17:17, DHH).

      Naty, la memoriosa

      ¿Tienes buena memoria? ¿Te acuerdas mejor de las cosas buenas que te suceden o de las malas? ¿Crees que los animales tienen memoria? ¿Cómo sabes que ellos recuerdan?

      –Ya tenemos dos perros pastor alemán. Tenemos el loro Arturito, la tortuga, peces de colores y varios pajaritos en la gran jaula del patio. ¿Hace falta tener otra mascota más? –preguntó mi abuelita a mi abuelo, que había entrado en la casa con una “pequeña bebé”.

      A ver si puedes adivinar de qué bebé se trataba. Era muy peluda, pero sus pelos eran bastante duros para ser bebé. Tenía unos dientes bastante grandes con una cola larga y negra. Rara, ¿verdad? La recién llegada era una nutria.

      Mi abuelito trabajaba en el campo. Un día, caminando cerca del arroyo escuchó un gimoteo. Se acercó y vio a una pequeña nutria que se encontraba sola y hambrienta. En cuanto mi abuelo la tomó en sus brazos, ella se calmó y dejó de gimotear. Mi abuelito buscó la madriguera para dejarla en su lugar pero, cuando al encontró, se dio cuenta que estaba vacía. Probablemente, algunos cazadores habían capturado a los adultos y la cría había quedado sola y desprotegida.

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