Entre el árbol y el bosque. Marcus
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Todos los sistemas totalitarios que pretenden que el hombre no se desarrolle se basan en la incomunicación, el adoctrinamiento, y en la falsa comunicación, de esta manera las leyes estadísticas siguen teniendo valor y pueden ser aplicadas, recuerden “divide y reinarás”.
El sentir
Este mecanismo de análisis, funciona ordenando los datos y clasificándolos de una manera que a nosotros nos resulta aún extraña.
Como ya dije, el sentir evalúa la realidad de manera que a veces los resultados no son los que coinciden con el análisis lógico racional puntual.
La principal diferencia entre el sentir y la lógica del raciocinio es que, mientras la lógica emite una solución por cada situación, a cada punto de una situación le corresponde una respuesta, el sentir como mecanismo de análisis, lo que hace, es integrar una serie muy larga de datos (es la explicación lógica), con lo que obtiene una curva o una “tendencia” que nos describe en forma más vaga, pero más amplia el problema.
Es como si por medio del sentir nosotros pudiéramos proyectarnos, suponer las posibles situaciones que en el momento del problema no se nos ocurren en forma lógica.
Otra forma de solución común del sentir son los símbolos.
Con los símbolos se obtiene una respuesta completa de un problema en forma analógica.
Tal el caso de Kekulé, (1829 – 1896) químico alemán que estudiaba las diferencias entre el hexano, y otro compuesto químico, el benceno, que a pesar de tener idéntica composición química, es decir que la cantidad de Carbono, e Hidrógeno eran iguales para los dos, tenía propiedades físicas muy diferentes.
De esta manera y con el problema en su mente siempre presente Kekulé soñó con niños que formaban una ronda cerrada, tomados cada uno con el otro por las manos.
Cuando despertó supo que había resuelto el problema que hacía tanto tiempo lo ocupaba, habían nacido para la ciencia los hidrocarburos cíclicos, que forman cadenas que no están abiertas, como los hasta entonces conocidos, sino que forman anillos cerrados, en forma de ronda, por lo que a pesar de contener la misma composición química, y el mismo peso molecular, son substancias distintas, con propiedades muy diferentes.
Los símbolos son sistemas portadores de una gran cantidad de información, a veces no se puede leer esta información, si el que intenta aprender no está sintonizado con el lenguaje simbólico, a veces el lenguaje de un símbolo es tan particular, que solo lo entienden pocas personas, los símbolos por otro lado pueden ser reducidos, o sea limitados en su capacidad para transmitir información y pasar a ser íconos, o señales que por medio de un dibujo apropiado transmiten una idea rápidamente y sin error, tales como los que usamos diariamente en nuestras computadoras o celulares.
Los polos como parte del todo
A menudo encontramos gente que se maneja mayormente con el hemisferio izquierdo, que defienden los puntos de vista lógicos, las matemáticas, y que piensan que no hay otra cosa fuera de esta forma de análisis, pero también están aquellos que se manejan casi exclusivamente con el hemisferio derecho, el que interpreta al sentir y sus decisiones pasan casi todas por este punto de vista, desechando la actitud racional de las personas que todo lo analizan.
Yo pienso que ambos hemisferios no son distintos en calidad, y que emplean los mismos sistemas de análisis.
Entonces, alguien se preguntará, a qué viene la división entre razón, y sentir?, pues bueno, es una forma más humana y más integrada de mencionar las cosas de manera de que nos resulte más fácil explicarlas.
El cerebro derecho con su capacidad para sentir, es un órgano que trabaja con funciones muy complejas y variadas, que en la mayoría de los casos no solo son muy complicadas sino que también están codificadas, de aquí que sus resultados sean muy generales, amplios, pero de escasa precisión, y su estructura está adaptada a este funcionamiento.
Por ello en este hemisferio se procesan las cosas muy complejas, sentimientos, música, arte, sensaciones, símbolos etc.
El cerebro izquierdo y su capacidad para analizar, vendría a ser una especie de hemisferio derecho con una enorme lupa, lo que hace que pueda mirar en el espacio micro–cósmico con una excelente definición, pero con un rango de amplitud muy limitado, con una gran precisión, pero con escasa capacidad para abarcar.
Por esto, en este hemisferio se desarrollan tareas vinculadas a lo lógico, a lo digital, a decidir entre una cosa y la otra, entre blanco o negro, a la construcción de modelos mediante el uso de las matemáticas, etc.
De este modo, los hemisferios presentan las capacidades distintas que están listadas más adelante en el cap. VII polaridad y sexo.
Es como un telescopio, y la visión humana normal, la que en nuestra analogía representa el hemisferio derecho, y el telescopio, propiamente dicho, es el izquierdo.
Jamás captaremos con el telescopio la belleza del universo en su conjunto, su magnitud, sus colores, y por lo tanto, tampoco existirá inspiración en el alma del observador inclinándose ante tanta belleza, y llenando su corazón de armonía y grandeza, pero tampoco sin él sabremos datos relativos a un cráter de Marte que buscamos y que nos interesa desde el punto de vista práctico, y por lo tanto no conoceremos el microcosmos de este Universo.
El que usa solo el hemisferio izquierdo pierde la perspectiva, es como estar mirando una pared a dos centímetros de distancia, no alcanzamos a ver la amplitud de la misma, pero sí vemos la rugosidad, su terminación, etc.
El que usa solo el hemisferio derecho ve solamente la globalidad de un sistema, pero jamás podrá observar los detalles.
Es como dice el dicho, el hemisferio izquierdo sería ver el árbol, y el derecho sería ver el bosque.
El oído es el órgano sensorial más desarrollado que posee el ser humano, con el mismo se pueden apreciar no solo, frecuencias que van del orden de los 20 Hertz hasta los 20000 Hz, es decir unas mil veces de diferencia, sino que también nuestro oído tiene la capacidad de escuchar sonidos muy débiles, hasta sonidos muy, muy fuertes, digamos que el volumen de un sonido se mide en Decibelio dB, que está expresado como un logaritmo, ya que se precisa reducir el número debido a las magnitudes excesivamente altas que darían los volúmenes si fueran lineales.
Para poder hacer estas operaciones en un rango tan grande de calidad (frecuencia) y cantidad (volumen), nuestro oído debe dividir al igual que el cerebro humano las tareas. Se sabe que la excitación sonora proveniente del aire, se transforma en movimiento en el tímpano, y se transmite a los huesos del oído, y finalmente llega al nervio auditivo, que conduce el impulso al cerebro.
Las células que transforman las vibraciones en impulsos eléctricos, que son los que entiende nuestro cerebro, están ciliadas. Desde su superficie nacen unas prolongaciones cilíndricas delgadas, dispuestas en forma perpendicular a la membrana celular.
Los movimientos en los cilios son transformados por las células en impulsos eléctricos, pero como no es físicamente posible que una sola célula transforme en impulsos nerviosos el total de la frecuencia del rango audible, por lo menos con la eficacia necesaria para que nosotros escuchemos bien, entonces se dividen en zonas de células, algunas se encargan de “escuchar las tonalidades muy agudas, otro grupo las agudas, otra las medias, otra las graves etc.