Todas las cárceles. Cecilia Azzolina

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Todas las cárceles - Cecilia Azzolina

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Preciosa soledad

        Deshoras

        No olvides tu nombre

        Muñeca vudú

        El acantilado

        La siesta

       Dedico esta novela a Luciano,

       mi gran amor y compañero.

       Gracias por tu apoyo y amor cada día.

      Prólogo

      Quisiera exponer ampliamente este ejemplar de la femineidad, sin la menor restricción, y en plena libertad para glosar esta obra llamada Todas las cárceles; pero sólo se me ha permitido hacerlo en pocas palabras. Y eso haré, o al menos trataré.

      Para empezar, conviene aclarar al menos dos cuestiones:

      En primer lugar, el título no hace referencia a ninguna cárcel de nuestro país, ni de ningún otro lugar del mundo. En segundo lugar, me honra que la autora me haya invitado a prologar su libro.

      Claro está que yo podría profundizar y contar el argumento y el porqué del título, pero sería un pecado y no haría más que estropear su lectura.

      La cosa es así: Todas las cárceles nos devuelve a la realidad y nos refugia en cada recuerdo de nuestra infancia y adolescencia.

      ¿Quién no ha experimentado frustraciones sentimentales? ¿Quién no se ha aventurado en amores románticos y en amores idílicos (y algunos tortuosos)? ¿Quién no ha experimentado una inquietud sobre la vida, la muerte, las personas, la propia familia, la felicidad, el sufrimiento?

      Esta novela se concibe como una respuesta a estas inquietudes, con manifiesto sentimiento de olvido y nostalgia, y con expresas palabras de paz y liberación.

      Ally es la protagonista de esta novela, ella nos confiere perspectiva sobre sus inquietudes acerca de la vida, relatando algunas experiencias trágicas, fundamentadas en una realidad reconocible para ella, y muchas otras en la que se cuestiona los límites entre lo que puede ser real o no. En ocasiones se desarrollan momentos muy sencillos y banales, en una narración con profundos matices, y por otro lado, el desorden en su vida y sus devenires en una narración precisa, desde que es una niña y mientras atraviesa la adolescencia y juventud: su relación compleja y su visión crítica con las demás personas, sus contradicciones, deseos, dilemas existenciales, conflictos familiares y prejuicios morales, que desencadenan en un extraño espectro imaginativo de la propia escritora.

      Sin embargo, los dilemas que circulan por la trama de la novela y ante los cuales la protagonista se encuentra, la envuelven y la llevan a decisiones que antes no había manifestado: salir de su prisión-caparazón y abrirse al mundo.

      Más efectiva es la influencia del surrealismo, de lo onírico y del inconsciente, de lo fantástico sin salir de lo cotidiano: se reconstruyen situaciones del pasado y del presente que se reducen a una muerte inesperada y a una historia de amor surrealista, desarticulando el sentido común de la imaginación con la presencia de un extraño personaje en el papel de hombre ideal, un vínculo deseado que acompaña a la protagonista en su aventura erótica.

      Ally expone sus íntimos sentimientos y analiza su existencia a través de un montaje de bloques textuales parcelados en un pequeño diario de recuerdos que tienen para ella un significado relevante: los sueños, el amor, la muerte, la libertad, la locura y la niñez.

      La autora nos regala una opera prima introspectiva y atrevida, donde los relatos dan cuenta de una escritura desenfadada, que se abre camino a un mundo donde lo ficticio y maravilloso confluye con lo real, y que funciona de manera sutil en un conjunto construido por la innovación lingüística, donde varía la técnica y el lenguaje.

      El tiempo y la realidad se distorsionan, y los límites entre lo real y lo ficcional son difusos, se desvanecen en momentos trágicos y momentos muy simples, con una enorme profundidad psicológica que nos separará de lo que hemos imaginado acerca de la realidad de Ally, como si ella estuviera contándonos veintitrés sueños diferentes.

      Todas las cárceles es una novela experimental que traslada la subjetividad, estableciendo lazos de complicidad con el lector para conectarlo con experiencias íntimas.

      A veces como narradora omnisciente que se traslada en el tiempo y en el espacio, y otras como narradora avec y falsa tercera persona, la autora utiliza diferentes recursos a través de un collage gramatical para develar todos los ángulos de la protagonista y entretejerlos así en una estructura uniforme.

      Desde luego, Todas las cárceles es muchas cosas: una novela, una confesión, una crónica, y puede ser muchas cosas más, pero definitivamente es una reconfortante colección de fragmentos que se despliegan como una colmena, que refleja memorias unidas por una única particularidad, que fluctúa entre lo más hermoso y escalofriante de la existencia: la soledad.

       Luciano Onetti

       Director y guionista de cine

      La madera con la cara desdibujada

      Ally tambalea de un lado a otro con su pollera rojo chillón y su blusita de elefantes amarillos. En sus pies lleva zapatos de charol y disfruta hamacándose, corriendo cada tanto unos pelos que la brisa húmeda pega en su cara y dificulta su visión; sus rodillas están ligeramente cubiertas de tierra, su mirada tímida de costado y silencioso estar evidencian que algo le sucede.

      A su lado meciéndose hay un chico, cercano a su edad, unos cinco o seis años, tiene pelo negro y ojos oscuros rasgados; en una mano lleva un trozo de madera pintada con una cara toda borroneada, la apunta al cielo a cada ida y venida y convida al sol riendo entre muecas.

      El cielo está teñido de colores lilas y rosas entreverados entre sí, fusionándose simula una pintura de óleos preciosa, con matices que confunden a lo lejos su verdadero color.

      Ally y el nene se miran de reojo a través del hierro y aceleran los pies compitiendo quién va más rápido, el nene tiene más fuerza en sus piernas y le saca unas cuantas vueltas a ella que se resiente por lo bajo diciendo palabras inentendibles.

      Súbitamente el juguetito de madera del chico se resbala de sus manos en el aire y ella, entre movimientos circenses intenta rescatarlo, cayendo de la hamaca y estampando sus frágiles manos en el piso de cemento.

      El nene corre a socorrerla y la ayuda a levantarse, pero una piedra hace que tropiece y caiga a su lado casi encima de ella y así ambos quedan enfrentados.

      Se miran, se esquivan, él agarra su mano sin querer y la retira furioso.

      —¿Por qué me tocás? —replicó Ally alejándose como un cachorro asustado.

      El

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