Obras Completas - Edward Bach. Edward Bach

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no parece cambiar a un tipo Morgan o a un Proteus.

      Si se analizan a diario las heces de un paciente y se registra en un gráfico el porcentaje de los bacilos anormales, se verá que no están presentes de manera uniforme, sino que se manifiestan en ciclos. Quizá durante cierto tiempo las muestras están libres de bacilos y luego aparecen, se elevan rápidamente en cantidad, permanecen en el punto más alto durante un intervalo, y luego disminuyen hasta desaparecer.

      Los períodos libres de bacilos, los de la fase en que se manifiestan y el porcentaje máximo por ellos alcanzado varían en casos diferentes, pero la condición clínica del paciente mantiene cierta relación con la curva de los organismos presentes en los especímenes.

      Esta relación no está lo suficientemente desarrollada como para establecer leyes claras, ya que existe más de un tipo de curvas; pero puedo asegurarles que hay una relación definida entre las condiciones clínicas y el porcentaje bacteriano. Como ejemplo de ello, obtenemos un mejor resultado después del tratamiento con vacunas cuando existe una corta fase negativa seguida de una fase más alta y más prolongada que la que corresponde a la rutina habitual del paciente. En general, aquellos casos donde hay poca o ninguna modificación de su tipo habitual, por supuesto no lo hacen tan bien.

      Aún queda mucho por hacer en esta línea, lo que nos llevará a un resultado provechoso.

      Es extraordinario lo rápido que puede alterarse el contenido bacteriano. Tal vez después de semanas de análisis negativo, dentro de las treinta y seis horas los especímenes pueden contener el cien por ciento de los bacilos anormales.

      Aún se desconoce qué sucede para que se produzca este resultado. Si estos organismos matan a los colibacilos normales, si el colibacilo se transforma en tipo anormal, si lo que cambia es la condición del contenido intestinal o si es el propio paciente quien causa este cambio. Esto nos lleva a continuar en la investigación, y cuando se resuelva el problema habremos hecho un gran avance hacia el conocimiento de la causa de la enfermedad.

      Pero cualquiera sea la explicación ya está establecido que el porcentaje de los bacilos en los especímenes tiene una relación directa con la condición del paciente en sus fases variadas desde un punto de vista clínico.

      Otra característica curiosa es la estabilidad de un tipo particular de bacilo en un sujeto dado, el cual ya he mencionado. Por varios años, sin importar la frecuencia de los exámenes o la condición o enfermedad del paciente, el tipo particular se mantuvo fiel. Además, es extraño encontrar más de un tipo en el mismo caso, aunque esto puede suceder en un pequeño porcentaje.

      Ciertos síntomas se manifiestan con mayor frecuencia en un tipo que en otro, y es probable que al realizar posteriores observaciones se encuentre una estrecha relación entre los síntomas específicos de una enfermedad y los tipos definidos de estos organismos. Si son la causa o el resultado, se asocian con la enfermedad crónica y podemos obtener un gran beneficio a través del uso de la vacuna desarrollada a partir de ellos. Ciertamente esto ha sido probado de manera concluyente durante los últimos doce años.

      Me he referido al hecho de que la evidencia clínica del valor de este método de tratamiento es suficiente para que no queden dudas. Tal afirmación debe justificarse. Cientos y miles de pacientes han sido tratados con este método por una considerable cantidad de médicos, tanto con preparaciones hipodérmicas como potenciadas. El 80% de esos pacientes ha mostrado mejoría (para mencionar un número moderado); sólo algunos han manifestado poco beneficio, la mayoría con un alivio muy definido, muchos con resultados brillantes, y alrededor de un 10% prácticamente milagrosos.

      No es sino con años de experiencia y experimentación y con la observación de miles de casos que hago esta afirmación ante ustedes; no sin la cooperación, observación y experiencia de los médicos de las Islas Británicas que respaldarán esta evidencia.

      Los pacientes pueden ser tratados con vacunas de estos organismos, aplicadas con inyección hipodérmica, como se ha hecho hasta ahora durante una considerable cantidad de años. Esto no nos preocupa hoy, pero para mayores detalles puedo sugerirles ilustrarse con nuestro libro Chronic Disease [Enfermedad crónica].

      El punto que deseo destacar es que mediante los preparados potenciados a partir de organismos muertos se obtuvieron buenos resultados, y tanto yo como otros creemos que serán aún mejores.

      Durante siete años, y exhaustivamente en los últimos dos, tanto homeópatas como alópatas han utilizado estos preparados, y algunos alópatas han descartado el uso de la jeringa. Estas potencias pueden ser de dos tipos: autógenas y polivalentes. Deseo aclarar muy bien este punto.

      Una preparación autógena es desarrollada a partir del bacilo de un paciente en particular, que es potenciada y utilizada en ese paciente.

      Una preparación polivalente implica recolectar organismos de algunos cientos de pacientes, mezclarlos y potenciarlos en su totalidad. Esta preparación es de la que les he hablado en una ocasión anterior como un nosode que había que tener en consideración.

      La autógena es sólo para el uso del sujeto del cual fue preparado o tal vez para algún paciente que tenga una infección idéntica. Por otra parte, la polivalente se prepara con el fin de cubrir tantos casos como sea posible. Antes de llegar a conclusiones definitivas debemos obtener los resultados de dos experiencias más. Sin embargo, eso no es lo más importante, porque si la autógena tuviera que mostrar un porcentaje superior de buenos resultados, la variedad polivalente es tan exitosa como para ser un nosode digno de consideración, como un nosode adicional para el conocimiento médico homeopático. Además, los resultados obtenidos por cualquiera que lo pruebe serían lo suficientemente buenos (y puedo decirlo en confianza) que si fallaran probablemente se animarían por lo menos a probar con la autógena, y así la experiencia comparativa acumulada sería suficiente como para poder sacar conclusiones.

      Actualmente, se está trabajando sobre el tema, pero pasará un tiempo antes de poder exponer una declaración definitiva. Se espera que por medio de pruebas variadas sea posible establecer si la polivalente, la autógena o una mezcla de las dos o tres cepas serán la forma perfecta de administración para un paciente en particular.

      Es necesario que los demore por un momento para que esta ponencia pueda estar completa, para darles los detalles técnicos exactos de la preparación a fin de que cualquier bacteriólogo competente pueda preparar las potencias.

      Las heces se analizan en un agar ribípelo de Mac Conkey incubadas dieciséis horas. Luego de este período los organismos crecen como colonias rojas o blancas. Si fermentan la lactosa con la producción de ácido, ese ácido reacciona sobre el rojo neutro del medio, originando una colonia roja; si son no fermentadores de lactosa no se forma ningún ácido, ni actúan sobre el rojo neutro y las colonias crecen blancas. De ahí que sólo interesen las colonias que después de la incubación son de color blanco.

      Los cultivos hechos a partir de colonias blancas, que rechazan las de color, en líquido de desecho agar, incubado durante quince horas sumado a las reacciones del azúcar, determinaron agrupar los organismos.

      Un cultivo se lavó en 2 cc de agua destilada.

      Sellado y calentado a 60ºC durante treinta minutos.

      Triturado con lactosa, el total en 9 o 99 g de lactosa.

      Esto produce la primera potencia decimal o la primera potencia centesimal, según la cantidad de lactosa utilizada. Las potencias superiores se hacen por trituración superior a la 6ª C o a la 12ª x, y de ahí en adelante con los medios usuales de fluidos.

      Se necesita especial cuidado al esterilizar

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