Historia del Breviario Romano. Casimiro Sanchez Aliseda
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CASIMIRO SÁNCHEZ ALISEDA
HISTORIA DEL BREVIARIO ROMANO
CUADERNOS PHASE
253
Centre de Pastoral Litúrgica de Barcelona
Director de Cuadernos Phase: Josep Urdeix
© Edita: CENTRE DE PASTORAL LITÚRGICA
Nàpols 346, 1 – 08025 Barcelona
Tel. (+34) 933 022 235 – wa 619 741 047
[email protected] – www.cpl.es
Primera edición digital: marzo de 2020
ISBN: 978-84-9165-324-0
ISSN: 1988-1738
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Al lector
Hay libros de historia y libros con historia. También hay libros con historia que su temática es la historia. Las páginas de este «Cuaderno» están tomadas de un libro de historia, pero cuya elaboración estuvo motivada por su finalidad ajena al mundo editorial de manera directa.
Don Casimiro Sánchez Aliseda escribió esta obra con el objeto de ofrecerla a sus hermanos sacerdotes, que atareados día y noche por su labor pastoral, les resultaba difícil encontrar el tiempo necesario para cumplir con «el rezo del Breviario».
Esto ocurría en 1951 y explica el título concreto que aparece en portada. Aunque la edición típica romana mantenía el título secular (Oficio Divino). Pero era habitual cuando se hablaba del mismo, no recurrir a la expresión «Oficio Divino», ni más tarde «Liturgia de las Horas», por más que «Oficio Divino» ha ido encabezando el libro.
Con esta expresión popular («Breviario») todo el mundo, entonces, se entendía sin malentendido alguno. No sabemos si Don Casimiro, cuya muerte podemos decir que fue prematura, alcanzó a ver el resultado de su obsequio a sus hermanos sacerdotes, es decir, que el Breviario (síntesis de los voluminosos libros de Coro) tuviera su importancia y fuera tomado como fuente de la vida espiritual de los clérigos.
Hemos escogido esta obra para su publicación en estas páginas porque no es fácil encontrar un texto que, en un número discreto de páginas nos dé toda la historia del Breviario. Y a veces es más práctica una obra relativamente breve (porque alienta más a su lectura) que una obra muy extensa, pero que queda en la mesa de estudio sin abrir. No es ningún secreto.
A parte, pues, de su utilidad, hemos querido, al publicar estas páginas, que sea un amable homenaje que nos ayuden a guardar memoria de Don Casimiro, y a su labor en el campo de la pastoral litúrgica, ejemplar en todos los sentidos.
Josep Urdeix
Capítulo I
Período de formación (siglos i-vii) Desde los tiempos apostólicos hasta san Benito
Siempre que hablemos de Oficio Divino en todo este capítulo no pensemos en un libro de plegarias, como al que hoy llamamos Breviario. No podemos olvidar que tanto el término como la concepción de un manual para hacer el rezo fuera de coro tienen su origen en el siglo xiii. Hasta entonces la oración oficial de la Iglesia propiamente era en público (salvo en los primeros siglos), para ciertas horas del día, como iremos diciendo. Hasta llegar a la formación de un «corpus» de fórmulas fijas para momentos y días determinados fue preciso un lento proceso de gestación.
De primera intención interesa señalar cómo van naciendo los tiempos especiales de plegaria de cada día, que después se denominarán Horas. La diversificación de las partes del Oficio queda terminada a finales del siglo iv, cuya estructura es ya embrionariamente la misma del que ahora nosotros rezamos. Y eso es lo que vamos a estudiar en este capítulo.
Era apostólica
Las primeras huellas de una plegaria pública específicamente cristiana se encuentran en los Hechos de los Apóstoles (2,42), donde se dice que los fieles convertidos por san Pedro erant perseverantes in doctrina apostolorum et communicatione fractionis panis et orationibus. Tanto la recepción de la Eucaristía como la oración la tenían en común, formando ya una sociedad específica. Conservaban aún muchas prácticas del judaísmo, como la asistencia al templo, la observancia del sábado y de las tres clásicas horas de oración judaica: Tercia, Sexta y Nona, y hasta en sus primeras reuniones litúrgicas imitarían el uso de las Sinagogas.
En cambio, la fractio panis debía renovar la «cena del Señor», y esto era totalmente nuevo. La misma doctrina apostolorum comprendería, además de la predicación, la lectura de la Sagrada Escritura, interpretada en sentido cristiano. Por último, a las oraciones hechas en el nombre de Jesús se añadirían salmos y cánticos.
Esta reunión se celebraba la noche que desembocaba en el domingo.1 Tal la que nos describen los Hechos (20,7-12), tenida en Troas un domingo por la noche ad frangendum panem, donde san Pablo estuvo hablando hasta la madrugada. Otra asamblea análoga debió de ser la tenida en casa de María, la madre de Marcos, la noche en que san Pedro fue liberado de la cárcel.2
1 Die autem solis omnes simul convenimus, tum quia prima haec dies est qua Deus... mundum creavit, tum quia Jesus Christus Salvator noster eadem die ex mortius resurrexit (San Justino, I Apolog., n. 67). Desde luego, ya desde los tiempos apostólicos se tenía la reunión eucarística el domingo como lo indican 1 Corintios 16,2 (Per unam sabbati unusquisque vestrum apud se reponat...), y el episodio de Troas, cuando se cayó un joven desde un tercer piso al tiempo que se celebraba la sinaxis Una autem sabbati cum convenissemus ad frangendum panem (Hechos 20,7).
2 Hechos 12,12
Esta reunión dominical duraba toda la noche. Se comenzaba por la tarde con el ágape o cena de caridad y se terminaba con la celebración eucarística a la hora en que ocurrió la resurrección del Señor. Ya tenemos las trazas de un oficio nocturno público.
Durante las persecuciones
Separada definitivamente la Iglesia del judaísmo y habiendo penetrado en el mundo grecorromano, encontramos también una incipiente organización litúrgica constituida prevalentemente con el Oficio nocturno de la referida Vigilia. Durante tres siglos las Vigilias dominicales, a las que se van agregando las Vigilias estacionales (miércoles y viernes) y las cementeriales (fiestas de los mártires), son, con la Misa, la expresión pública y oficial de la plegaria de la Iglesia.
Junto a estas oraciones públicas había otras privadas (orationes legitimae), señaladas para la mañana y la tarde, más las llamadas plegarias apostólicas (Tercia, Sexta y Nona), todas las cuales, aunque ardientemente recomendadas, carecían de reconocimiento público, el cual alcanzarán en el siglo iv al ser oficialmente organizadas por la Iglesia.
La Vigilia plena παννυχις reunión