Suficientemente vivo. Paul Holboll
Чтение книги онлайн.
Читать онлайн книгу Suficientemente vivo - Paul Holboll страница 5
como a lo lejos,
esto le recuerda toda una vida transitada
un camino que ahora ve difuso
aprisionada en un cuerpo debilitado
que ya no responde.
Repasa y repasa su historia
quiere atesorar cada instante
dichoso
doloroso.
El reloj de arena se prolonga
un poco más
queda un hilo de vida,
un suspiro de nada;
en su afán recopila todo;
conglomerado de experiencias,
su niñez, la adolescencia,
el primer beso, la primera vez,
aquel inexplicable dolor
ser dejada
ser odiada
ser amada…
Sus recuerdos, sus amigos, su familia
aquellos que ven lo que queda de ella
el cáncer fulminante
su nuevo semblante
cadáver viviente
cuerpo sufriente.
Cristina resiste
porque todavía escucha
porque siente
aunque nadie lo sabe…
nadie lo presiente
todos están a la espera,
contando los momentos que quedan,
para que su vida se apague
para siempre y de una vez;
¡Pero estoy viva! —clama Cristina
ya sin voz y sin fuerzas;
nadie la escucha,
el páncreas no funciona,
su cuerpo la traiciona,
la voluntad la abandona.
Su alma observa ese cuerpo lejano
como exiliada del mundo
como si no fuera ella
la mujer que fue hasta hace poco
sensible, transparente, bella.
El dolor de su esencia se opaca
la carne languidece.
Su hijo no sabe ni imagina
no supone siquiera
que con amor y dolor ella escucha.
Cristina aún quiere
ya no puede, no la dejan.
Lentamente Cristina muere
¿es que todavía vive?
ya conviene que parta
este mundo ya no es su patria
nadie gusta de la decadencia
y ella tampoco...
es orgullosa.
Sí, Cristina…
todos preferimos tu muerte
tu hijo la anhela,
tu esposo, aunque todavía te desea,
también “la” espera…
La moribunda grita ahogada
¡estoy sola! ¡estoy viva!
Todavía…
Llora sin llorar
en el silencio mismo de un ascético lugar.
Un íntimo (último) suspiro,
el sueño de una caricia que ya no llega
Un estertor
Cristina ya se ha ido.
Ahora, por fin, continúa la vida.
NO ME QUERÍAS
(SUEÑO)
Anoche soñé que no me querías
fue raro,
no sé si era yo
ni sé si vos era vos.
Tu mirada era distante
fría y apática,
tu voz ya no era dulce
ni cálida,
sino retirada
gris, pálida
no recuerdo mucho de imágenes
solo de sensaciones.
Ya no me querías,
como cuando de veras no quieres a alguien
sin odio ni amor
sin rencor ni pasión
con indiferencia
como la del soldado,
el que clava el puñal al enemigo
tan cercano
tan lejano
tan desconocido.
¿Cómo pudo haber sido?
tal como si nunca me hubieses querido…
Quizás fue esa la realidad