Hacia la Gran Universidad Chilena. Arnoldo Hax
Чтение книги онлайн.
Читать онлайн книгу Hacia la Gran Universidad Chilena - Arnoldo Hax страница 6
No es de extrañar, por ejemplo, que un porcentaje muy alto de ministros de Hacienda en el mundo hayan sido formados en los Estados Unidos. Como un ejemplo de la relevancia de este tema, durante una visita de Hax a Alemania, el ministro de Educación de ese país lo llamó para preguntarle por qué él, hijo de inmigrantes alemanes, no fue atraído por la universidad alemana, con su reconocida calidad internacional. Estaban muy preocupados por esa falta de atracción internacional.
•Sexto: la excelencia en la docencia. Contrario a los mitos o medias verdades que se levantan sobre este tema, la excelencia en la docencia y la excelencia en la investigación son compatibles y se retroalimentan mutuamente. En las Grandes Universidades es muy común ver que el mejor investigador está también entre los docentes más reconocidos, ya sea como profesor o tutor de estudiantes.
En esto estamos sumamente atrasados. Sigue primando una clase convencional, pasiva, en la que no se usa de manera predominante la modalidad de clase seminario, con lecturas previas, ni tampoco la clase como el espacio privilegiado de participación y debate. Según nos señalaba el ex Rector de Harvard Derek Bok, “tenemos que cambiar tanto lo que estamos enseñando como la forma en que lo hacemos, de manera que efectivamente alcancemos nuestros objetivos educacionales. La calidad en la enseñanza es un proceso lento, pero es posible avanzar desde la modalidad prevaleciente de cursos ‘pasivos’, hacia formatos que llamamos ‘formas activas de aprendizaje’, los que han demostrado ser mucho más efectivos. Si fallamos en nuestros procesos de enseñanza y aprendizaje, al final será el país el que sufra las consecuencias”9.
•Séptimo: los activos físicos y las capacidades de informática avanzada. El talento académico requiere de facilidades en orden a poder alcanzar todo su potencial de investigación. En las ciencias e ingeniería, estas se refieren a lugares físicos, como laboratorios y equipamiento. En las humanidades, en tanto, dicen relación con el acceso a la información, la que forma parte de las grandes colecciones de bibliotecas que estas instituciones poseen. Una Gran Universidad debe estar siempre haciendo inversiones en estas materias, ya que su grandeza dependerá tanto de su capacidad de expandir su entorno físico como de la obtención de su financiamiento.
Aquí hay algunas áreas en las que estamos bien. Con las inversiones facilitadas por el financiamiento público (Programa de Mejoramiento de la Calidad y Equidad en la Educación Superior, conocido por su sigla MECESUP) y la masiva incorporación del sector privado a la oferta universitaria, durante los últimos quince años hemos tenido un importante desarrollo de la infraestructura. El sistema de bibliotecas universitarias, por ejemplo, podríamos decir que se acerca a instituciones de clase mundial, con instalaciones renovadas y el acceso libre a las más importantes colecciones científicas electrónicas online. Pero estas no cuentan aún con la nueva generación de profesionales que permitan optimizar el acceso a las colecciones; no existen bibliotecarios especializados en colecciones de investigación, prevaleciendo aún en ellos un perfil más bien técnico. En general podemos decir que tenemos una buena infraestructura, pero que falta desarrollar considerablemente sus recursos humanos.
En relación con los laboratorios y equipamiento científico mayor, la distancia es abismal. Quizás con la excepción de astronomía, la que gracias a la calidad de nuestros cielos cuenta con un nivel de equipamiento de clase mundial, las otras áreas del conocimiento no cuentan actualmente con aquel nivel. Algunas instituciones realizan convenios con laboratorios avanzados en el extranjero, pero aquello no alcanza a impactar positivamente a la escala esperada, tanto en el desarrollo de la investigación de punta como en la generación de capacidades que permitan atraer alumnos altamente calificados a los programas de Doctorado. Lo más preocupante es que no parece claro que en el futuro próximo esto vaya a cambiar.
•Octavo: la magnitud de los recursos financieros y donaciones. Aquí también resulta valedero el conocido dicho: “el dinero habla”. Aquellas universidades con amplios recursos financieros tienen grandes ventajas que luego se reflejan en variados aspectos institucionales. La magnitud de recursos que manejan está fuertemente correlacionada con la percepción de su calidad.
En este aspecto estamos muy mal. En Chile la base de financiamiento de las universidades proviene principalmente de los aranceles que pagan los estudiantes de pregrado, financiados en mayor proporción por las familias. Los recursos públicos son todavía escasos y las donaciones prácticamente inexistentes. Pero tal vez lo más preocupante es la nula conciencia por parte de la comunidad general sobre este aspecto. Se espera que el Estado sea el gran solucionador del tema financiero, pero sabemos que ello nunca será así, ni tampoco correspondería, dada la mecánica de rentabilidad social que debería regir el plan de gasto de los recursos públicos. Resulta por tanto fundamental encontrar y dar solución a las razones más profundas para la bajísima participación del mundo empresarial en el financiamiento de la universidad, así como para la nula conciencia sobre la retribución de los graduados hacia las universidades que los formaron o admiran por su contribución a la sociedad. Sin duda que la propia universidad es en parte responsable de esta desafección por parte de la comunidad que debiera sostenerla.
•Noveno: las capacidades académicas de los grandes departamentos. El número total de académicos en un programa tiene una alta correlación con la reputación del mismo. Por supuesto, existen numerosos programas pequeños que son también muy reconocidos, pero los programas mayores son generalmente más visibles y altamente valorados.
Aquí estamos hablando de masa crítica y no solamente de las capacidades y productividad de individuos. El gran desafío es la existencia de ciertas áreas o departamentos poseedores de un conjunto de científicos e investigadores de calidad mundial. En total, Chile cuenta con alrededor de cinco mil investigadores activos. Si comparamos esta cifra con la dotación que tienen las grandes universidades, se hace manifiesta la inmensa necesidad que tenemos como país de incrementar la formación y atracción de investigadores calificados.
Para el tema calidad vale lo dicho antes, en relación con la comparación con el 2% de las universidades latinoamericanas o con el 100% del universo total. Existen departamentos de investigación calificados, pero que no alcanzan la masa crítica suficiente como para tener un impacto mundial.
•Décimo: la libertad académica y la libertad de expresión. Una universidad de investigación no puede avanzar sin una cultura de libertad de investigación y cátedra muy enraizada. Sin esta cultura y tradición, acompañada por un efectivo apoyo de quienes la administran, sus aspiraciones de grandeza no podrán ser alcanzadas.
Aquí el país se destaca. En la época de Pinochet se llegó efectivamente a despedir profesores por su corriente de pensamiento, pero ello se hizo en un régimen autoritario, en contra de la naturaleza y del espíritu imperante en sus instituciones, las que han podido rescatar sus antiguas tradiciones. Los riesgos que amenazan en general al sistema universitario en el mundo, como por ejemplo la masividad de las instituciones y una docencia “comoditizada”, o el control por parte de grupos de interés de la producción científica o la innovación, sin duda están también de manera incipiente presentes en el sistema chileno.
•Undécimo: la ubicación geográfica. El antiguo axioma del mundo inmobiliario: “ubicación, ubicación y ubicación” también opera para el caso de las universidades de investigación. Lugares con gran interés cultural, bellos paisajes, sumados a la calidad de la vivienda y de las escuelas para sus niños, son considerados cuando un académico evalúa el lugar a donde quiere ir.
Este es un tema particularmente interesante. ¿Es Chile el último rincón del planeta? Y, por consiguiente, ¿es su ubicación geográfica una minusvalía, algo peyorativo? ¿O tiene lugares preciosos, una naturaleza maravillosa, etc.? Todo esto ¿es una contribución positiva