Ombligos. Gerardo Arenas

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Ombligos - Gerardo Arenas

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      5. Cf. Lacan (1958d: 532s), É. Laurent (2006), Miller (2013a), Arenas (2014d), Barros (2014), Zlotnik (2015: 89s).

      6. Lacan (1955b: 388; 1958c: 150).

      7. Desde el amanecer de la existencia, nos afanamos por descifrar e interpretar al Otro. Esa “función apetitiva”, que suele faltar en el autismo, dirige nuestra atención al barullo ambiente, en el cual distinguimos unas partes variables (ruidos, melodías, tono y tonada de quien habla, su voz, el timbre de su voz) y otras constantes y repetidas: los fonemas. De todas las posibilidades que nuestro sistema fonatorio tiene, el medio favorece la reproducción de ciertos sonidos. Cuando proferimos alguno parecido a un fonema de la lengua en la que estamos inmersos, nos lo festejan, y así inyectan libido en nosotros, que de ese modo aprendemos a hablar. Sin instintos que guíen nuestra vida, estamos pendientes del Otro, no sólo en términos de sus fonemas, sino de lo que espera de nosotros; no necesariamente para someternos a ello, ya que podemos querer saber qué espera el Otro de nosotros para luego hacerlo rabiar. Como sea, nuestro lazo con él está mediado por el significante y es reforzado libidinalmente. Véase Bassols (2014b: 26s), Ajuriaguerra y Marcelli (1996).

      8. Borges (1943).– Lo que Lacan formuló, desde el inicio de su enseñanza, como Tú eres eso, lleva a considerar el deseo a partir de las consecuencias, no de las intenciones; cf. Arenas (2010; 2018b).

      9. Cf. Lacan (1962a: 7/mar/62).

      10. Levitan y Lloyd (2009-: temporadas 3ss).

      11. Bien lo ilustran dos películas: Strella (Koutras, 2009) y la casi simultánea Incendies (Villeneuve, 2010). Véanse comentarios de ambas en Butler y Athanasiou (2013: cap. V) y Arenas (2011) respectivamente.

      12. En otro lugar (Arenas, 2017e: 21ss) señalamos que el principio de placer, aun con su “más allá”, es un ombligo zoológico que convendría dejar de lado pues no se justifica en los seres hablantes, quienes no hacen otra cosa que buscar más y mayores goces. Ello, a su vez, torna superfluo hipostasiar tal inclinación (difícilmente distinguible de la pulsión misma) en una instancia (superyó) que ordene hacerlo. Habría que dar, pues, otro fundamento al malestar en la cultura.– Cf. Arenas (2018c).

      2

      Anatomía umbilical

      Nuestro referente umbilical no apunta solamente a la analogía entre la formulación lacaniana de la metáfora paterna y las representaciones plásticas de Adán. El primero en apelar a esa referencia es Freud, nada menos que en el curso de su análisis del paradigmático sueño de la inyección de Irma. Allí dice que “todo sueño tiene por lo menos un lugar en el cual es insondable, un ombligo por el que se conecta con lo no conocido [Unerkannten]”, y más adelante agrega:

      Por otro lado, Lacan destaca en el ombligo del sueño el límite de la Darstellbarkeit (figurabilidad) y agrega que lo que en el campo de la palabra es imposible de reconocer define lo Unerkannte como algo que no cesa de no escribirse, a saber, la relación sexual. Esto implica que el ser humano ya no es

      Doce reales

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