Ombligos. Gerardo Arenas

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también sus corolarios éticos. “Descuidar la estructura a favor del dinamismo”, en efecto, lleva a imputar erróneamente la represión y la resistencia a una cobardía del yo, (50) y algo análogo ha de ocurrir cuando la estructura en cuestión es la del ombligo. A primera vista, el hecho de que de éste surja “una madeja de pensamientos oníricos que no se dejan desenredar”, como dice Freud, podría ser imputado a una suerte de Yo no quiero saber nada de eso. (51) No obstante, semejante aserto presupone (1º) una enunciación que lo contradice, ya que no hay “ningún ‘no’ que provenga de lo inconsciente”, (52) (2º) una vislumbre del eso rechazado por el yo consciente, sin la cual no se justificaría el rechazo mismo, y (3º) un grado de libertad que permita elegir entre ese rechazo y lo contrario; y, más allá de que es difícil suscribir la primera suposición, las otras dos se oponen a la naturaleza del ombligo como sitio de lo Unerkannte, ya que el no reconocimiento que lo define no nace de cerrar los ojos, sino de abrirlos ante una oscuridad abisal –el carácter “insondable” de ese punto. En lugar del rechazo yoico expresado en la fórmula Yo no quiero saber nada de eso, que parece describir a un pusilánime, lo que Freud plantea equivale a un Saber eso es imposible y mi ser es producto de esa imposibilidad. Tal imposibilidad singular no es incompatible con la dignidad de quien la soporta. Para Lacan, además, el aserto Yo no quiero saber nada de eso tiene otra cualidad: o bien consiste en una imposibilidad radical que, por ser de tipo forclusivo (como para Freud), nada tiene que ver con la singularidad de una posición enunciativa, o bien define aquello que el analizante procura obtener en el análisis, lo cual está en las antípodas de cualquier función defensiva que pueda atribuírsele. (53)

      En suma, conocer la anatomía del ombligo evita al analista poner a cuenta de un rechazo (por parte del analizante) lo que no es más que una imposibilidad estructural, sea ésta singular o universal. Ello, a su vez, se condice con la orientación principal del análisis, en la medida en que la dignidad sólo es compatible con el respeto por la singularidad. (54)

      El ombligo es entonces, a un tiempo, el nudo del sujeto con lo singular y el deslinde entre ambos. (55) Dado un par de significantes, el producto de su articulación es un sujeto, mientras que el significante que responde a un agujero (el del trauma, por ejemplo) no mantiene ningún nexo causal con éste. Por lo tanto, su surgimiento, que produce la singularidad, es contingente. Lacan lo expresa diciendo que el significante amo “conmemora una irrupción del goce”. (56) Como veremos (infra, p. 51), tomarlo en consideración será de utilidad para el análisis de la metáfora paterna, cuyo ombligo no depende de ningún rechazo yoico, sino de una imposibilidad universal.

      13. Freud (1900: 132n, 519).– Si bien no vuelve a mencionar el ombligo del sueño, Freud (1914: 35) alude a él cuando detecta “lagunas” [Lücke] en el sueño del Hombre de los Lobos.

      14. La respuesta de Lacan (1975d) se inscribe en un momento fecundo de su enseñanza: cinco días antes, había planteado que el síntoma no sólo ex-siste al inconsciente, sino que escribe incesante y salvajemente (sin respetar convenciones) un significante amo mediante una letra, y que una mujer puede ser síntoma para un hombre (Lacan, 1975a: 21/ene/75). Así creaba la dimensión requerida para situar lo singular en el sinthome.

      15. Ritter hace notar que Unerkannte, traducido al francés por inconnu (desconocido), es más bien non-reconnu (no reconocido).– El verbo kennen (raíz de Unerkannte) significa “reconocer”, pero no en sentido hegeliano: Goethe lo usa en la escena del Fausto donde el diablo convierte el vino en fuego y alguien le reprocha que no reconozca con quién está tratando.

      16. Cf. Arenas (2012a: 312ss, 337-342).

      17. Gran parte de la literatura de Quignard gira en torno a ese ombligo y al inefable lazo con la madre.

      18. Lacan (1946: 175).

      19. Es lo que los atomistas llamaban παρέκκλιση [parékklise] en Grecia y clinamen en Roma; cf. Lacan (1975c: 29).– La película Match Point (Allen, 2005) lo ilustra desde el primer minuto; cf. infra, p. 24.

      20. Lo originario no es tal por ser primero en el tiempo, sino por originar lo que después vendrá; su contingencia es, pues, patente.– Cf. Barros (2014: 51).

      21. Hay otras alusiones al ombligo en Lacan (1964: 34; 1967b: 295; 1969a: 345).

      22. Cf. Stiglitz (2006).– Nuestra experiencia no coincide con la de Bassols (2014c: 37).

      23. Lacan (1975d: 11).

      24. Esa aceptación será explicitada poco después; cf. Lacan (1977a: 8/mar/77).

      25. Arenas (2013; 2014a).

      26. Freud (1895: 294), Drummond de Andrade (1928: 61s), Miller (1998b).– Cf. Lacan (1954: 41s), Arenas (2012a: 87ss; 2017e: 15-28, 68s, 73, 79-82).

      27. Véase infra, p. 28.

      28. Lacan (1959b: 376, 471).

      29. Cabe inventarle un nombre, pero será mentiroso, no porque lo nombrado sea real (falso problema), sino porque es singular y todo significante es universal (propio de más de uno).

      30. Más allá de su ombligo, el sueño se liga al “corazón del ser” (Lacan, 1956: 370s).

      31. Cf. Arenas (2014e).

      32. Phantom Thread (Anderson, 2017) lo ilustra en una psicosis ordinaria: sin el apoyo del Nombre-del-Padre, en su protagonista surge un deseo vivo, pese al férreo orden que rige su vida; véase Arenas (2018a).– Cf. Lacan (1974b: 10/mar/74).

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