El cubo del líder. Salvador Molina
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No hay mejor legado que el líder pueda hacer a su equipo que la formación3.
«El aprendizaje es un proceso constructivo que todas las organizaciones deben apoyar de forma continua», dice Gatty, con lo que viene a reforzar la importancia del aprendizaje como proceso de capacitación y entrenamiento, así como el conocimiento per se. Y cuando este nos da respuesta con sus aplicaciones es conocimiento aplicado.
Por tanto, la doctrina en management y liderazgo se nutre tanto de experiencias probadas, como de desarrollos teóricos, que generalmente parten también de experiencias a partir de las cuales los investigadores y los autores desarrollan nuevos modelos para interpretar la realidad de cada momento.
Al líder que no comprende el proceso de aprender y mejorar como parte de su liderazgo poco le durará su actual rango, porque su liderazgo tendrá vías de agua que se pondrán de manifiesto en el proceso formativo de su gente.
Las personas tienen que creer en las personas, mirar al líder con complacencia y percibir que efectivamente su voluntad es la mejora y el perfeccionamiento de cada uno de los individuos de sus respectivos equipos y/o departamentos.
Gatty lo dice de manera muy elocuente: «Las personas se enriquecen al aumentar las perspectivas para la consideración de diferentes puntos de vista, así como también las organizaciones que permiten que existan compartimientos estancos y obstaculizan el intercambio de conocimientos están perdiendo una oportunidad para la innovación y el crecimiento».
Viaje a nuestro interior
Si para cualquier persona es importante conocerse más a sí misma, qué puede decirse en materia de liderazgo, donde el líder debe hacer uso de todas sus habilidades técnicas y emocionales.
Para ello es conveniente que hagamos dos viajes:
Uno a nuestro interior: mirarnos hacia dentro en cuanto a nuestros valores y principios, prejuicios y tópicos, etc.
Otro hacia el exterior, lo que nos rodea. Analizar el entorno
A esto es lo que técnicamente llamamos «visión» interior y exterior.
Cuanto más capaces seamos de comprender ambas visiones, más podremos hacer por la organización con efectividad para mejorar así nuestras relaciones interpersonales y las de cada uno con la organización que lideramos. Cuanta mejor sea la comprensión de ambas visiones, mejor será el resultado en cuanto a cómo encajan (how they fit) las personas y mandos con la organización y viceversa.
1. La visión interior
¿Nos hemos preguntado quiénes somos? Sorprende la respuesta: somos materia, somos agua, somos energía, somos espacios vacíos entre millones de electrones en movimiento alrededor de átomos... Pero nuestra materia inteligente funciona equilibradamente gracias a dos mecanismos esenciales del cerebro:
La racionalidad
La creatividad
No está de más detenernos un instante en comprender cuáles son los campos del conocimiento que convergen para un estudio serio de las organizaciones y la conducta organizacional. Son, fundamentalmente:
La Ciencia de la Administración
La Psicología
La Sociología
Por tanto, estas tres áreas convergen en una sola Teoría de las Organizaciones, que es la que se va alimentando año tras año con los aportes de la doctrina y las investigaciones que hemos comentado anteriormente.
Cuanto más se nutra la teoría organizacional de esas dos disciplinas basadas en el estudio de la psicología de las personas a nivel individual y colectivo, mejor podremos comprender los aspectos conductuales, esenciales para estudiar y ver cómo se aplican las técnicas en las mejoras de productividad personal, el alto rendimiento y la eficacia, así como en la eficiencia de la organización como un todo.
Si comprendemos que una organización es un conjunto de elementos humanos y materiales con un fin común, la cuestión es entonces estudiar la visión que tiene cada persona de su propia vida, de su entorno laboral, y comprender mucho mejor aún cuál es la visión y la misión que tiene la organización. Es obvio que la visión de una organización subyace en sus mandos.
2. ¿Cuál es la visión que cada persona tiene de su propia vida?
Descubrirse a uno mismo, hacer un viaje a nuestro interior es encontrarle sentido a nuestra vida. No es una cuestión baladí. Porque saber cuál es nuestro impulso vital, el que proviene de nuestro espíritu y nuestra alma, nos ayudará a que el presente sea más llevadero.
Debemos buscar el camino de la armonía que nos conduzca a una felicidad razonable y placentera. Siempre en nuestra relación con los demás. Nuestra felicidad y satisfacciones no dependen de sentimientos egoístas, sino de cuánto estemos aportando como individuos a la satisfacción del resto de miembros del equipo. Redunda en la confianza entre todos y hacia la organización.
Equilibrio es un concepto ambivalente. Equilibrio en la acepción occidental representa un estado de estabilidad. Pero a nosotros lo que nos interesa es pensar en el equilibrio como la armonía interior de la persona, que es un concepto oriental que nos indica que las personas están siempre en estado de mutación y de cambio, como la naturaleza y también las organizaciones.
Equilibrio debemos conceptuarlo pues, no como una zona de confort (estabilidad), sino como una zona de conflicto entre opuestos: yin y yang, el éxito y el fracaso, el reto y su solución, el problema y la respuesta correcta, el hambre y la saciedad, el contrato y el pedido. En fin, las tensiones propias de cualquier organismo vivo.
Por tanto, la nueva visión de tu entorno debe estar filtrada por estas nuevas lentes de equilibrio en la búsqueda permanente de la armonía. Debemos buscar puntos de entendimiento, situaciones que hagan la vida más cómoda para personas y equipos, desterrando el concepto equilibrio-confort porque es ontológicamente falso. Nada hay ni existe en constante equilibrio. Por el contrario, nuestra existencia y las conductas derivadas de las personas se deben someter a la búsqueda de una armonía en constante adaptación al cambio.
Cuando dude, levante la vista al cielo y piense que la inmensa estabilidad del firmamento no es sino un lienzo mentiroso a nuestros ojos que esconde un perpetuo duelo de fuerzas de atracción y repulsión en permanente movimiento en órbitas planetarias, choque de asteroides y tormentas solares.
O si mira sus manos, creerá verlas sólidas y fuertes; pero piense que el 80% de ellas es agua líquida, o que dentro de cada una de sus células vivas hay átomos que no son más que espacios vacíos de materia, que la corteza de un átomo es un espacio energético hueco infinitamente mayor que la materia del núcleo compuesto por protones y neutrones. Somos huecos y espacios vacíos. Somos átomos en permanente movimiento. Sin embargo, nos creemos sólidos y firmes.
Solo un líder emocional, efectivo y humano sabe ver en su organización, en su equipo, este permanente equilibrio inestable, que no debe crearnos desasosiego, sino calma, delegación, confianza, fe en los demás; porque uno solo no es nada ante tamaño reto de equilibrio armónico. El liderazgo es sentirse parte del movimiento, participar en la mutación, fluir en el baile universal del cambio.