Hola, Princess. Gloria Candioti

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Hola, Princess - Gloria Candioti Zona Límite

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      —Muy bien, Paula, excelente la prueba de Pessoa, se ve que te gustó.

      —Sí, profe, es re copado el tipo.

      —Paula, el registro, por favor.

      —Perdón, profe.

      —¿Te está yendo mejor en las otras materias?

      —¡Levanté un montón de notas! Estoy re estudiando.

      —Me alegro, Paula. Vos sos muy inteligente.

      —Gracias, profe.

      Paula se sentó en su banco, contenta del diez en Literatura. La profesora sacó un libro y leyó:

      “La tristeza, ¿en qué consiste?

      De la alegría, ¿qué haré?

      No soy alegre ni triste.

      La verdad, no sé qué soy.

      Al final, ¿alegre o triste?

      Pensar no está bien aquí…

      Sí, mi tristeza consiste

      en no saber bien de mí…”

      —Es otro poema de Fernando Pessoa. ¿Qué les pareció? –la clase se quedó en silencio.

      Cuando la profesora hacía esas preguntas, nadie se animaba a responder hasta que alguno de los mejores de la clase rompía el silencio incómodo.

      —Está bueno lo que dice. Yo, a veces, estoy triste o contenta –dijo Paula y sorprendió a todos.

      Generalmente ella no intervenía en las clases.

      —Hay veces que sí sabemos lo que nos da tristeza o bronca –retrucó Marina.

      Después del episodio entre Paula y Daniel, Marina y Paloma la habían declarado persona peligrosa y alejaban a los chicos de ella. Marina armó un escándalo que dejó mal a Paula a la vista del resto de los compañeros. Desde ese día, no se soportaban. Se habían declarado la guerra.

      —Sería bueno que pusieran ejemplos –dijo la profesora.

      Silencio otra vez en el aula. Se percibía que algo se quería decir pero nadie se atrevía.

      —¿Pasa algo que los está poniendo tristes en este momento? –preguntó la profesora.

      —Tristes no, re enojados –siguió Paloma–. Hay una o uno, re tarados, que hicieron una página para burlarse de nosotros.

      —¿Cómo? Explicate, por favor.

      —Hay alguien que creó en Face una página: Princess forever. Dice cualquiera de nosotros, cosas que no son y no sabemos quién es.

      —¿Eso que tiene que ver con Pessoa y este poema? –preguntó fastidiada Paula.

      Marina, Paloma y las otras la odiaron con la mirada.

      —Yo digo que a veces estoy contenta con lo que me pasa y otras no sé por qué las mismas cosas me dan tristeza –siguió Paula que parecía no registrar la tensión en sus compañeras.

      —¿Cómo no saben quién es? –la profesora ignoró el comentario de Paula; estaba interesada en el tema de la página.

      —A veces parece un chico, otras veces una chica. Sabe mucho de nosotros y dice mentiras de todos.

      —La página tiene nombre de mujer.

      —Eso no tiene nada que ver. Si usted viera nuestros nicks, son para ocultarnos y para que los que no son amigos no nos reconozcan. Algunos los usan si quieren esconderse –explicó Marina mirando a Paula.

      Los chicos siguieron, el resto de la hora, enseñándole a la profesora cómo se manejaba el tema de las identidades en Facebook. Paula estaba enojada porque quería seguir con la clase. Además no quería meterse en la discusión porque le daba miedo delatarse. Mientras la profesora hablaba con los otros alumnos, Paula le pidió el libro, leyó algunos poemas y transcribió en su agenda los que más le gustaron.

      —La hora está por terminar, hagan un comentario por escrito del poema que leímos para entregar la próxima clase. Y chicos, lo mejor es no engancharse con esas cosas de Facebook, seguro que la persona se cansa si no le responden.

      —Claro, profe –respondieron algunos.

      Marina y Paloma no dejaban de mirar, con desconfianza, a Paula.

      —No puede ser tan maldita. Seguro que es ella la de la página.

      —No podemos probarlo, Mari.

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