7 Compañeras Mortales. George Saoulidis

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7 Compañeras Mortales - George Saoulidis

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       Capítulo 50: Horace

       Capítulo 51: Horace

       Capítulo 52: Evie

       Capítulo 53: Horace

       Capítulo 54: Evie

       Capítulo 55: Horace

       Capítulo 56: Horace

       Capítulo 57: Horace

       Capítulo 58: Horace

       Capítulo 59: Evie

       Capítulo 60: Horace

       Capítulo 61: Evie

       Capítulo 62: Horace

       Capítulo 63: Horace

       Capítulo 64: Evie

       Capítulo 65: Horace

       Capítulo 66: Evie

       Capítulo 67: Horace

       Capítulo 68: Horace

       Capítulo 69: Costa

       Capítulo 70: Desidia, Gula, Lascivia, Avaricia,...

       Capítulo 71: Horace

       Capítulo 72: Horace y Evie

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      7 Compañeras Μortales

      George Saoulidis

      Traducido por Arturo Juan Rodríguez Sevilla

      Dedicado a las mujeres de mi vida que han intentado ponerme en el buen camino.

      Copyright © 2019 George Saoulidis

      Todos los derechos resevados.

      Publicado por Tektime

      Esta es una obra de ficción. Cualquier parecido con la realidad es pura coincidencia

      7 Compañeras Μortales

      Capítulo 1: Horace

      Horace ya no podía más con la vida.

      ―¡Y lárgate de mi vista, interino inútil! ―le gritó el hombre en la cara. El hombre, en este caso, el hombre. Su jefe.

      Fue la gota que colmó el vaso. De inmediato tiró todas sus cosas personales en una caja y vació su espacio de oficina.

      ―¿Vas a dejar que te hable así? ―dijo una voz femenina a su lado.

      Se dio la vuelta, todavía recogiendo. Era preciosa, con un escote perfecto que se aseguraba de mostrar levantando bien la nariz.

      ―¿Qué? ¿Quién es usted?

      ―Soy Soberbia. Ahora, volvamos al asunto. ¿Vas a dejar que te hable así? ¿El jefe? Ya te ha despedido, ¿no? ¿Por qué te lo tomas como un cagón? ―Giró un dedo en el aire, como señalando toda la situación.

      Él se apoyó en la caja.

      ―Lo siento señora, no la he visto antes por aquí. Debe ser nueva. Si es así, lo siento mucho por usted, pero espero que saque más de este infierno que yo. Ahora, en cuanto a que me llame cagón…

      Tenía los labios rojos y carnosos. Ella los hizo resonar, exhalando y repitiendo la palabra, «cagón».

      ―No, mira, aquí…

      ―Ah, mira, todavía te queda sistema nervioso después de todo. Ahora apúntalo hacia donde deberías ―le interrumpió ella y señaló con el dedo a la oficina del jefe.

      Horace no tenía ni idea de lo que estaba pasando. Lo que sí sabía era que la bella e irritante mujer tenía su parte de razón. ¿De qué tenía tanto miedo? ¿De que le despidiese otra vez? ¿De que le gritase? El jefe le había aterrorizado durante tanto tiempo que quizás sí se había convertido en un cagón.

      Pero ya no.

      Horace apretó los puños e irrumpió en la oficina del jefe.

      Él se puso de pie, con el teléfono en la mano.

      ―¿Todavía estás aquí? Horace Cadmus, ya que eres demasiado cortito para metértelo en la cabeza: ¡Estás despedido!

      Volvió al teléfono, atendiendo su conversación.

      Horace tragó saliva, se adelantó y presionó el botón para colgar la llamada.

      ―¿Qué hac…? ¡Horace! ¡Esa era una llamada importante…!

      ―Quiero una carta de recomendación ―dijo Horace con calma, plantándose.

      Su antiguo jefe se rió.

      ―¿Una carta de recomendación? No te recomendaría ni para recoger basura. Si te dijera que te quedaras ahí amontonando mierda en tu pellejo inútil,

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