Confesiones De Una Sinvergüenza. Dawn Brower

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Confesiones De Una Sinvergüenza - Dawn Brower

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dedos en el escritorio. “Esta es la razón por la cual lo he estado tratando de contactar durante meses.”

      Meses…Asthey maldijo. Habían pasado meses desde que había fallecido su abuelo. “¿Cuánto tiempo queda?”

      “¿Queda para qué?” preguntó Shelby. Lo miró a Jason y luego al abogado. Alzó una ceja. La confusión se mezcló con la preocupación, mientras le prestaba total atención a Jason. “¿Qué ocurre?”

      Le alcanzó la carta a Shelby así podía leerla. Jason no estaba de humor para estar explicando, y le ahorraría tiempo. Shelby insultó mientras leía la carta y se la devolvió a Jason.

      “Tienes menos de quince días,” dijo el abogado. “Dije que era terrible en mis cartas.”

      No era culpa del abogado. Jason había ignorado el aviso y había fingido que no ocurría nada. No quería vivir en un mundo en donde su abuelo no estuviera. Entonces, fingía como si su muerte no hubiera ocurrido. La culpa caía sobre sus hombros, y bien, la culpa de su abuelo por inventar todo esto para empezar.

      “Si no me caso…” Se enfureció pero quería mantener el control. “¿Estoy desheredado?”

      “Es correcto,” dijo el abogado.

      “Y si me caso, ¿exactamente qué voy a recibir a cambio?” Tenía que conocer todos los detalles. De otra manera, no podía tomar una decisión sin estar al tanto.

      “Recibirá un estipendio mensual de dos mil libras para restaurar la propiedad,” comenzó a decir el abogado. “Y una parte anual de diez mil libras para lo que quiera.”

      Era…mucho.” ¿Hay algunas otras condiciones? ¿Necesito su aprobación para todas las reparaciones y cómo elijo manejar mi hacienda?”

      “No hay nada más,” dijo el abogado. “Una vez que se case, le serán entregados los fondos como le dije. Hay otra cosa…los fondos mensuales son por el primer año. Después de eso, tendrá que sacar de sus fondos anuales para ocuparse de cualquier otra cosa o esperar que la hacienda dé ganancias para su mantenimiento.”

      Él apretó sus dientes y se paró. Maldición... Jason no tenía idea qué iba a hacer. Ni siquiera estaba seguro de poder convencer a una dama para que se casara con él en tan corto tiempo. “Debemos irnos,” le dijo a Shelby. Tenía que pensar en esta situación y de alguna forma encontrar una solución. Jason no la iba a encontrar en la oficina del abogado. Se fueron, y Jason se dirigió en dirección al Club Coventry. Ni se detuvo para comprobar que Shelby lo seguía. Su amigo no lo iba a dejar con sus propios problemas, y Jason necesitaba un trago, o varios.

      CAPÍTULO TRES

      El sol se colaba a través de la ventana de la biblioteca y se posaba sobre las páginas del libro de Samantha. Ella miraba las palabras, pero se esfumaban delante de sus ojos. Había leído la misma página cinco veces y no podía recordar nada. Otra estación llegaba a su fin. La mayoría de la gente se dispersaría de Londres y llegaría a sus residencias en las haciendas del campo.

      No estaba segura si su hermano haría lo mismo o no. Tenía una esposa ahora y no haría lo que ella esperaba de él. Gregory raramente se excluía en el campo, pero algunas cosas extrañas habían estado ocurriendo. Ella nunca habría esperado que su hosco hermano se enamorara de Kaitlin y se casara con ella. Samantha estaba feliz por ambos. Aunque esperaba que esto lo hubiera enternecido a Gregory un poco. Aún continuaba siendo demasiado protector para su gusto. Tal vez, con el tiempo, se preocupara por Kaitlin y la familia que querían formar, para dejar de ocuparse demasiado de los intereses amorosos de Samantha. No es que tuviera muchos…El Conde de Asthey era el único dueño de su corazón.

      Suspiró y cerró su libro. El baile de la temporada era esa misma noche. Quizás debería tomar una siesta, así estaría fresca para las festividades de la noche. Ciertamente sonaba más favorable que quedarse mirando un libro, sin poder asimilar las palabras dentro de él. Se paró y caminó hacia la repisa para ubicar el libro donde estaba ubicado. Hecho esto, giró sobre sus talones para salir de la biblioteca.

      Al llegar a la puerta, dos voces masculinas llenaban el corredor, más allá de la biblioteca. Estaban en una profunda discusión acalorada, y su curiosidad le ganó. Se detuvo en la puerta y escuchó. Eran Gregory y Lord Asthey. Samantha se apoyó en el marco de la puerta y espió a través de la hendedura de la puerta. Asthey se corrió el cabello con su mano y gruñó de frustración. “No sé qué hacer.” Luego empezó a caminar de un lado a otro. Si le seguía sus pasos armaría un camino permanente en la alfombra del vestíbulo.

      “Hay algo que puedes hacer,” Gregory se encogió de hombros. “Y si no quieres que tu primo herede, entonces tendrás que encontrar una esposa.”

      Asthey se detuvo y lo miró a Gregory. “Hay tantos problemas con tu simple solución. El mayor es que no quiero casarme.”

      Samantha frunció el ceño. ¿Había escuchado mal a su hermano? ¿Estaba finalmente Asthey en el mercado para conseguir una esposa? ¿Qué había cambiado, y cómo podría usarlo para sacar una ventaja? Todavía parecía no estar decidido a casarse, pero ahora parecía que no tenía muchas opciones. Ella mordisqueó su labio y se apoyó un poco más. Esta era una información que ella necesitaba, si esperaba usarla después.

      “Puede ser verdad, pero esto no niega el hecho de que una esposa es la solución para tu dilema actual. Si no te casas en menos de quince días, perderás tu herencia, y lo más probable es que nunca puedas restaurar la hacienda Asthey.” Gregory alzó ambas manos. “Entonces la decisión es tuya. Casarte o terminar destituido. De cualquier manera, siempre tendrás un lugar en el Club Coventry. Has lo que te parezca mejor.”

      “Maldita sea,” Lord Asthey masculló. Dejó salir otra catarata de insultos que hicieron sonrojar a Samantha. “Es el final de la temporada, y no tengo exactamente mucho tiempo para conseguir la mano de una dama para casarme. Necesitaría una licencia especial o un viaje rápido a Gretna Green, para hacer la boda. Sin el apoyo de mi abuelo, dudo que pueda asegurarme la licencia especial.”

      “Tienes muchos amigos que te pueden ayudar con eso. Una dama dispuesta…” Gregory hizo una mueca. “Me temo que estás sólo en este asunto. Puedes ser encantador cuando quieres. Hay un baile esta noche; al menos asiste y ve si puedes encontrar una que esté dispuesta a una boda rápida.”

      Los labios de Samantha se inclinaron hacia arriba, en una sonrisa. Ella estaría feliz de casarse con él. No era la forma ideal para unirse al hombre que amaba, pero haría cualquier cosa para lograr que el Conde de Asthey fuera suyo. Antes de eso…no tenía ninguna opción de hacerlo realidad. Aunque, ahora, podría casarse con él y probablemente tener todo lo que había soñado. No había otra forma de tener algo similar a una relación real con Lord Asthey. Podría no ser perfecto, pero era todo lo que tenía. Con el tiempo, él probablemente llegaría a amarla, y al menos no estaría condenada a ser una solterona.

      “Dudo que ninguno de nosotros convenza al Arzobispo que me conceda una licencia especial a tiempo. No somos duques de muy buena reputación como era mi abuelo,” Asthey frunció el ceño.

      “Harrington probablemente pueda conseguirla…”

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