Amando A Un Espía Americano. Brower Dawn

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Amando A Un Espía Americano - Brower Dawn

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mantener cierta distancia entre él y la hermana de William, Brianne. Odiaba la idea de que su hermana se enamorara de alguien quien constantemente estuviera en peligro.

      “¿A dónde vas?” preguntó Julian.

      William alzó una ceja. “París.”

      “Oh, ¿en serio?” dijo Asher, la marquesa de Seabrook. “¿Nos estás tomando el pelo?”

      Él sonrió y le respondió. “Más o menos...Estoy yendo a un hospital de campaña a visitar a cierta enfermera que he conocido, bueno, no creo que existan las palabras para definir lo que siento por ella.”

      “Ash puede decir,” dijo Julian. “Personalmente no tengo nada en contra de las enfermeras.” Él saludó a William. “Feliz cacería, mi amigo. Te acompañaría, pero quiero asegurarme que este tonto llegue vivo a París. Se mete en líos muy a menudo.”

      William asintió. “Si me necesitan...”

      “Sabemos cómo encontrarte,” Julian respondió. “Ve a ver a tu enfermera. Va a ser Navidad antes de que te des cuenta, y no queremos desperdiciar el tiempo que tenemos en algo tonto como la guerra. Hay cosas mucho más importantes.”

      William quiso preguntarle qué sentía por Brianne. ¿Julian amaba a su hermana? Sin embargo, se guardó las preguntas. Habría tiempo después para interrogar a su amigo. Julian era un buen hombre, y si no fuera por la guerra, estaría feliz de que cortejara a su hermana. Pero ya que había una guerra, quería que Julian se mantuviera a distancia. Era egoísta de su parte querer pasar tiempo con Victoria y no permitir que Julian tuviera la misma posibilidad. Aunque tenía que admitir que había algo de tristeza en su amigo en los últimos tiempos. Él parecía no tener la misma alegría que solía tener dentro suyo. William se preguntaba qué podría haberle pasado, pero si Julian hubiese querido que él supiera, ya habría expresado sus sentimientos.

      No se detuvo a pensar dónde estaba yendo o si podía ser peligroso. William siguió con su objetivo en mente; encontrarse con Victoria.

      “Deténgase,” alguien gritó en alemán. William maldijo por lo bajo. Esta era su maldita suerte, y por supuesto estaba usando un uniforme francés. Todavía le quedaba una hora y media antes de llegar al hospital de campaña.

      Giró lentamente y se encontró con la mirada del soldado alemán. Tenía un arma en su mano, y lo estaba apuntando directamente a William. “Tranquilo,” le dijo al hombre. “Hoy realmente no quiero ser herido.”

      Palabras en alemán salieron de la boca del hombre. El entendimiento de William del idioma alemán era limitado. Julian entendió más que él. Había una razón de por qué no salía mucho de Francia. Él hablaba mejor francés e italiano. Debería mejorar su alemán si quería que su trabajo de espía funcionara.

      “Me temo que no entendí nada de lo que dijo,” le dijo al soldado y dio un paso al frente.

      Él escupió más frases, pero esta vez había un tono más hostil en ellas. Para William fue suficiente y acortó la distancia entre ellos. Lucharon por el arma, y sonó un fuerte boom, resonando a su alrededor. Esto haría que vinieran más soldados. William debía terminar esto e irse tan rápido como pudiera. Él empujó al soldado con su codo y lo hizo arrodillarse.

      El hombre sacó un cuchillo y lo balanceó hacia William, pero no fue lo suficientemente rápido. Lo hirió en el costado, y un fuerte dolor lo invadió. William gimió de dolor y lo golpeó en la nariz. El soldado cayó al suelo, y William lo pateó fuerte, y lo volvió a golpear en la cara. Sus ojos giraron hacia atrás y perdió el conocimiento. William soltó un suspiro de alivio y corrió tan rápido como pudo de allí. Tan pronto como pusiera distancia entre él y el soldado, mejor.

      Cuando se sintió seguro, aminoró la marcha y comenzó a ir a un paso como en un paseo, sin prisa. Le dolía su costado por la herida, pero no quería detenerse para chequear qué mal estaba. Victoria podría curarlo cuando llegara...

      William aceleró hacia el hospital de campaña, donde Victoria estaba destinada, en cuanto lo vio. Habían pasado siete meses desde que la había visto por última vez, y no podía esperar para tenerla en sus brazos. Ella había sido tan cariñosa mientras había sido su enfermera. Incluso lo había castigado por haberse dejado herir. Ella era maravillosa, y él la adoraba. Victoria no estaría feliz, cuando se diera cuenta que lo habían herido con un cuchillo.

      A veces él se arrepentía de haberse involucrado en el esfuerzo de la guerra.

      Especialmente cuando su país no estaba involucrado en ella. William realmente creía en algún punto que su país pronto estaría dentro de la guerra, y quería estar en el lugar cuando eso ocurriera. Él creía que debía ser parte, para transformar el mundo en un lugar seguro. William tenía un fuerte sentido de responsabilidad.

      Victoria salió de una tienda y se abrigó con una capa de lana. Tiritó ligeramente y se frotó sus manos. Su cabello rubio estaba peinado con una larga trenza, que se deslizaba por su espalda. William caminó hacia ella. Ella observó que él se acercaba y frunció el ceño al reconocerlo. “¿William?”

      Ella corrió hacia él y lo abrazó fuerte. “¿Por qué no me dijiste que venías?”

      “No supe hasta hoy temprano, y quería sorprenderte.” Él se quejó cuando ella lo abrazó fuerte. La herida en su costado le producía un dolor feroz.

      “¿Qué te ocurre?” dijo ella, dando un paso hacia atrás. Victoria abrió su chaqueta y lo miró. La sangre había empapado su camisa de lino. Victoria dio un suspiro. “¿Por qué siempre vienes a mí herido?”

      “No estaba planeado, te aseguro.” Él le sonrió. “Un alemán y yo tuvimos un leve desacuerdo en mi camino hacia aquí. Él quería que me quedara, pero ay, tuve que insistirle para que me dejara venir a verte. Espero que disculpes mi apariencia. Esta no es la forma en que esperaba reunirme contigo.”

      “Ven conmigo,” ella ordenó. “Te veré la herida, y puedes contarme cómo has estado desde la última carta.”

      Se encaminaron hacia la tienda del hospital, y ella lo guió hacia una de los compartimientos posteriores. Le hizo un gesto que se sentara en uno de los catres y que se quitara sus prendas para ver su herida. “Quítate tu abrigo y tu camisa. Debo ver bien la laceración.”

      “No estás tratando de desnudarme, ¿cierto?” dijo ligeramente.

      Victoria lo fulminó con la mirada. “Créeme, esa no era mi intención.”

      “No quise decir...” Él dio un suspiro. “Fue mi poco conveniente intento de cambiar nuestro humor” William no estaba llevando bien esto.

      Victoria se veía un poco molesta con él. Ella lo tocó y él dio un salto.

      “Lo siento,” dijo ella. “No parece muy profunda. Tienes suerte; no vas a necesitar puntos. Sólo la voy a vendar, y después estarás bien para irte.”

      Ella trabajó en silencio hasta que la herida estuvo vendada. Cuando hubo terminado, se alejó de él para lavarse sus manos en un lavabo cercano. “¿Te quedarás mucho tiempo aquí?”

      ¿Por qué le había preguntado eso? “¿Quisieras que me fuera?”

      “No dije eso...” Victoria alejó la mirada.

      William

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