Amando A Un Espía Americano. Brower Dawn

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Amando A Un Espía Americano - Brower Dawn

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de él. No podría haberlo resistido mucho tiempo. “Tal vez nos podamos encontrar otra vez:”

      Él frunció el ceño. “¿Estarás aquí en el hospital trabajando? ¿No más trabajo de campaña?”

      Ella había sido enviada de un hospital de campaña a otro. Ellos habían comenzado a mezclarse, y su mente se había insensibilizado ante la carnicería que había tenido que observar. Lo único que la había hecho tener algún sentimiento había sido Willliam. “He estado aquí durante un mes. Es difícil trabajar en el campo,” admitió ella. “Necesitaba un cambio.”

      “No estoy seguro de que haya un lugar bueno para estar en esta guerra. Pero puede ser un poco más seguro aquí en París. Si te escribo otra vez, ¿me responderás?”

      Ella quiso decir que sí. Mucho, mucho deseaba decir que sí...”No creo que sea una buena idea.” Victoria debía tratar de proteger su corazón. No podía continuar siendo atraída por él. Ella podía quitarse un temor una vez, pero dos veces... Era suficiente para hacer que él se diera cuenta que si ella realmente lo perdía, no podría superarlo. La herida de cuchillo había sido leve, pero la había asustado mucho. Ninguna cantidad de cartas podría hacer que estuviera lista para enfrentarse a esto otra vez. Era mejor dejarlo todo ahora, antes de que estuviera más comprometida. Cerró sus ojos y tragó saliva. Sentía tanto por este hombre, que ni siquiera podía entender lo que le sucedía. “Además, raramente estás en un lugar en que puedas recibir una carta.”

      “Ya sé,” dijo suavemente. “Pero no quiero perder esta conexión...”

      Sería difícil al principio. Darse cuenta que no habría más cartas de él, o que no tendrían más encuentros como éste. Ella lo adoraba. Le dolía profundamente tener que hacer esto. Terminar así...Era lo mejor para ambos. Esta guerra les había significado una pérdida para ambos en distintas formas. Si tenían una posibilidad de sobrevivir, debían mantener su cabeza en el trabajo al que habían sido asignados. El de él era mucho más peligroso que el de ella. Podía morir si cometía un error. Otros podían morir si ella cometía uno...Ella estaba haciendo esto por ambos. Quizás después que la guerra terminara, podrían encontrarse otra vez, pero ella no se aferraría a esa esperanza.

      “Ya lo has hecho,” dijo ella firmemente. Era difícil, pero tenía que darle un final limpio. Si sólo pudiera ser lo suficientemente fuerte como para quemar las cartas también. No podían continuar con esta relación inestable entre ellos. No los llevaba hacia ningún lado. “Por favor, déjame sola.”

      William se acercó un poco a ella y deslizó su mano en su mejilla. Giró hacia él, disfrutando de la calidez en su cara. “Si no voy a volver a verte, quisiera tener algo para recordarte.” Se inclinó y presionó sus labios contra los suyos. Fue un beso breve, pero le produjo escalofríos en su espalda. Victoria quería besarlo otra vez, y otra vez, y otra vez. La sensación de sus labios en los suyos la hicieron querer más, y hubiera dado lo que fuera para que este momento durara para siempre. Durante un momento, ella podría fingir que eran una pareja normal y que tenían una posibilidad de una relación real... Pero eso nunca ocurriría. El amor no era para ellos, y era un buen momento de que ella aceptara esto. El beso en cambio- había cambiado tanto y tan poco al mismo tiempo.

      ¿Cómo podría olvidarlo ahora? ¿A quién quería engañar? Victoria nunca tendría la posibilidad de borrarlo de su mente. Ella lo amaba, y no había nada que pudiera evitarlo.

      Él levantó su cabeza y giró sobre sus talones, silenciosamente alejándose de ella. Su corazón se hizo añicos, como si lo hubieran roto en mil pedazos, y no pudiera rearmarlo otra vez. Contuvo la respiración. ¿Iba realmente a escucharla a ella e irse? ¿No iba él a luchar por ella, por ellos, por lo que podrían tener?

      Él no hizo nada de esto. William respetó sus deseos, y ella lo adoraba más por eso. Victoria quería gritar. Obligarlo a volver y que la contuviera en sus brazos. Ella quería que él le asegurara que todo iba a estar bien, aunque sabía que nunca volvería a ocurrir. Ella había tomado una decisión, y tenía que vivir con ello.

      Una lágrima se deslizó por su mejilla. Victoria secó su lágrima rápidamente, y comenzó a caminar hacia el hospital. Era tiempo de continuar y no pensar en lo que podría haber tenido con William. Aunque lo había alejado de ella, esperaba que un día, se cruzaran sus caminos otra vez. Victoria sólo rezó, que si ese día llegaba, no fuera demasiado tarde para ellos.

      Capítulo 4

       Noviembre, 1921

      Era una tarde fresca de otoño, y el frío había encontrado la forma de filtrarse en la habitación que le habían preparado a Victoria. Había venido a visitar a su amiga Catherine, la marquesa de Seabrook. Habían sido amigas, desde el tiempo en que habían servido como enfermeras en Francia, durante la Gran Guerra. Habían pasado tres años desde el final de la guerra. Había pasado más tiempo desde que Catherine había vuelto a Inglaterra con su familia. De alguna forma, todos habían sobrevivido, pero todavía quedaban cicatrices, visibles e indetectables, que ambas tenían.

      Victoria se había hecho un tiempo para visitar a Catherine tan pronto como había sido posible. Era un recordatorio de lo que había perdido y lo que había ganado durante la guerra. En un tiempo y en lugar diferente, ella y Catherine quizás nunca habrían tenido una amistad, y ella no podría haber conocido...

      Sacudió su pensamiento, antes de que echara raíces en su cabeza. Era mejor, que ella no dejara que su mente viajara hacia él o aún que dijera su nombre dentro de su mente. Victoria no sabía qué había ocurrido con él, desde su último encuentro. Todavía tenía sus cartas, pero las tenía enterradas en una caja que estaba guardada en un baúl. La tentación de sacarlas y recordar viejas historias de lo que podría haber sido, significaba mucho. Cedió a leerlas bastante a menudo.

      Tal vez, debería haberlas tirado o quemado. Sería la única forma de que pudiera haberlo olvidarlo completamente. Se lamentaba más de lo que pudiera decir. No es que quisiera explicar sus acciones. No existían palabras que pudieran explicar el dolor que ella se había causado.

      Victoria suspiró y se colocó sus zapatos. Debería bajar y encontrarse con Catherine en la sala de estar para tomar el té de la tarde. El Duque y la Duquesa de Weston estaban a punto de llegar, y quizá ya habían llegado. Había conocido a la duquesa una vez y no sabía mucho de ella. Esperaba cambiar eso durante esta visita. A Victoria le gustaba Julian, el duque de Weston. Había pasado por los peores momentos de la guerra, y Victoria se sentía complacida de que hubiera encontrado alguien a quien amar. Había partes en su historia que Victoria no había llegado a comprender, pero no importaba. Lo más importante es que habían vuelto a encontrarse. Aunque algo en ella deseaba que la duquesa compartiera algo de su historia, cuando se conocieran más.

      Ella salió de su habitación y se dirigió hacia la sala de estar. Cuando entró, Victoria encontró a Catherine y a la duquesa juntas dentro. Estaban ambas en el sofá al lado de la ventana. Entonces el duque y la duquesa habían llegado, mientras ella estaba dentro de su habitación.

      Catherine la miro y sonrió. “Estoy feliz que hayas deseado unirte a nosotras.”

      “No hay otro lugar en el que quisiera estar.” Miró a Catherine, y luego giró e hizo una reverencia a la duquesa. “Su gracia.” Luego se sentó en una silla enfrente del sofá.

      “No hay necesidad de ser tan formal,” dijo la duquesa. “Por favor, llámame Brianne. Nunca pensé que tuviera un título, y realmente no lo quería tener. Julian no se suponía que fuera duque, pero la guerra tomó decisiones por nosotros, que no podemos cambiar.”

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