E-Pack Magnate. Varias Autoras
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–Ahora me toca a mí. Levanta los brazos.
Sara dejó que le sacara la camisola por la cabeza. Entonces, le desabrochó los pantalones y se los bajó. Como ella ya se había quitado los zapatos hacía tiempo, sólo tuvo que mover los pies para sacárselos.
–Ya sabía yo que llevarías la ropa interior a juego... Ayer, te imaginé sólo con los zapatos de ante verde que llevabas puesto, la ropa interior del mismo color y un hilo de perlas negras...
–¿Has estado fantaseando sobre mí en ropa interior? –le preguntó. La idea despertó aún más su deseo.
–Sí, y también quitándotela.
–Demuéstrame cómo.
En primer lugar, Luke le soltó el cabello. A continuación, le deslizó los tirantes del sujetador por los hombros.
–Tienes unos hombros preciosos –susurró, mientras se los besaba–. Y tu piel es tan suave... –añadió, antes de mordisquearle suavemente el cuello. Sara se echó a temblar de la cabeza a los pies.
Después, Luke le soltó el broche lentamente, con una mano. Mientras la prenda caía al suelo, dejó que los senos le llenaran las manos.
–Eres muy bella, Sara...
Se inclinó sobre ella y comenzó a besarle de nuevo los hombros. Le lamió la clavícula y terminó depositándole delicados besos entre los senos. De repente, se arrodilló ante ella y se metió un pezón en la boca. Sara sintió que las rodillas se le doblaban. Tuvo que agarrarse a él para no caerse.
–Sigue así...
Entonces, Luke le enganchó los dedos en las braguitas y se las bajó lentamente hasta que la minúscula prenda le llegó a los tobillos. Después la ayudó a quitárselas.
–Sara Fleet, me vuelves loco...
El sentimiento era mutuo, pero ella no quería confesarlo. Lo hizo levantarse.
–Ahora me toca a mí.
Comenzó a copiar todo lo que él había hecho con ella. Se puso de rodillas delante de él. Terminó de bajarle los pantalones y le ayudó a quitárselos al tiempo que le sacaba los calcetines. Vio la potente erección contra la suave tela del bóxer. Sonrió. Respiró intensamente a su lado, para que él pudiera sentir el calor de su aliento. Se vio recompensada con un profundo gruñido de placer. Entonces, le acarició los firmes y musculosos muslos.
–Eres muy hermoso, Luke Holloway. Si se me diera bien, me encantaría pintarte. Esculpirte...
En aquel instante, le quitó los calzoncillos. Luke ya no pudo soportarlo más. La puso de pie.
–Si sigues así, voy a perder el control.
–¿Y eso sería malo?
–Considerando que quiero que tú disfrutes, sí.
La besó apasionadamente y, entonces, la tomó en brazos y, sin dejar de besarla, la llevó a la cama. Allí, abrió un cajón y sacó un preservativo.
–Dámelo –dijo ella.
Luke le dedicó una abrasadora mirada y la sonrisa más sexy que ella hubiera visto nunca. Entonces, se reclinó sobre las almohadas y dejó que ella abriera el paquete. Sara le colocó el preservativo sobre el pene erecto con dolorosa lentitud, sin dejar de mirarlo a los ojos.
–Sara, por favor... Si vas a hacerlo, hazlo ya.
A ella le excitaba mucho la idea de ser capaz de conseguir que Luke perdiera el control. Terminó de colocarle el preservativo y, entonces, se sentó a horcajadas sobre él. A continuación, se bajó lentamente hacia él para recibirlo.
–Sí... –susurró, llena de placer.
Luke se movió rápidamente para poder hundirse más profundamente en ella. Sara comenzó a cabalgar sobre él, variando la velocidad y la presión. Él se agarró a uno de los barrotes de la cama. Tenía los nudillos blancos. Su respiración se iba haciendo más rápida y superficial a medida que iba llegando al clímax.
Aquello era poder. A Sara le encantó cada instante. Le gustaba pensar que era ella la que le estaba dando tanto placer.
De repente, él se soltó de la cama y entrelazó los dedos con los de ella.
–Mírame, Sara –susurró–. Mira lo que me haces...
Ella lo hizo. Justo en ese instante, comenzó a sentir las oleadas del placer apoderándose de ella. Los dos alcanzaron el orgasmo prácticamente a la vez. Luke la abrazó con fuerza, tirando de ella hacia sí. Sara apoyó la mejilla sobre la de él, disfrutando del modo en el que la abrazaba. Sabía que Luke no era un hombre que permitiera que la gente se le acercara demasiado, pero, después de aquello, ya no podría volver a interponer barreras entre ellos. Habían compartido tanto...
Cuando se deshizo del preservativo, la tomó protectoramente entre sus brazos. Sara entrelazó los dedos con los de él y sintió cómo Luke le besaba suavemente el hombro.
–Que duermas bien –susurró él.
–Tú también...
Del mañana ya se ocuparían cuando llegara.
Capítulo Nueve
A la mañana siguiente, Luke despertó a Sara con dulces besos, besos que la caldearon por dentro. Esta calidez no tardó en convertirse en fuego cuando él comenzó a explorarle el cuerpo con la boca y con las manos de un modo que la hizo ronronear de placer.
–Tengo una idea –dijo él.
–Mmm...
–Pero primero tienes que recogerte el cabello.
–No creo que pueda hacerlo a menos que me ayudes a encontrar las horquillas –comentó ella mientras se sentaba en la cama.
–Sí, ya me acuerdo. Dame un segundo.
Luke se puso a buscar por el suelo y no tardó en encontrar la mayoría de las horquillas. Entonces, Sara se recogió el cabello y dejó que él la condujera al cuarto de baño. Descubrió que lo que Luke tenía en mente era un baño.
Él abrió los grifos. Entonces, la ayudó a entrar en la bañera y luego se deslizó en el agua a su lado. Al cabo de unos instantes, apagó los grifos y encendió el motor del jacuzzi.
Sara trató de no pensar en que él seguramente había hecho aquello mismo en muchas ocasiones y con diferentes mujeres. Debía vivir el momento. Eso era lo que habían acordado, ¿no?
Luke la tomó entre sus brazos.
–Es una pena que tengas que tener el cabello recogido. En esta bañera, con el cabello suelto, parecerías una sirena, atrayente y sensual.
–No lo creo –replicó ella, riendo–. Aparte del hecho de que tengo