E-Pack Magnate. Varias Autoras

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estoy comprobando que estás segura y que sabes lo que estás haciendo...

      –Por supuesto que sí.

      –A mí me ocurre lo mismo... –murmuró él. Entonces, agarró la mano de Sara y le hizo agarrarle su erección.

      Ella lo agarró con fuerza y meneó la mano ligeramente. Deseaba darle la dulce tortura que él le estaba inflingiendo a ella.

      –Sara, en estos momentos no puedo pensar. Lo único que deseo es hundirme en ti... Profundamente.

      –En ese caso, hazlo, porque voy a... a explotar si no lo haces.

      Para asegurarse de que él comprendía cómo se sentía, le apretó el pene con los dedos índice y pulgar y movió lentamente el círculo que formó con ellos de arriba abajo.

      Una vez.

      Luke tragó saliva.

      –Necesito un preservativo. Ahora mismo.

      Luke saltó de la cama. Sara se dio cuenta de que él debía de haberse quitado los calzoncillos al mismo tiempo que le despojaba a ella de los pantalones del pijama. Desnudo, Luke ofrecía una imagen gloriosa. Su cuerpo, perfectamente esculpido y tonificado, era muy bello. El modo en el que se movía, como si fuera un bailarín, la excitaba aún más.

      Él se sacó un preservativo de la cartera y regresó a la cama. Entonces, Sara pensó en el hecho de que llevara preservativos en la cartera y en la cantidad de nombres femeninos que había visto asociado al de él.

      –¿Haces esto a menudo? –le preguntó.

      –¿El qué?

      –Acostarte con tus empleadas.

      –Nunca –dijo él con sinceridad–. Para mí, es una regla inquebrantable. En este caso, ocurre que en realidad tú no eres mi empleada. Tú eres tu propia jefa.

      –Creo que estás buscándole tres pies al gato.

      –Además, sé que según parece por las revistas del corazón, salgo mucho, pero te aseguro que elijo muy bien. No me acuesto con cualquiera, eso te lo aseguro.

      Luke se reclinó sobre ella y volvió a acariciarle la boca a Sara con la suya.

      –Deja de pensar. Sólo siente... –susurró. La miró y le enganchó los dedos en uno de los tirantes de la camiseta del pijama–. Me gusta esto, pero tienes que quitártelo. Quiero sentir tu piel contra la mía...

      –Pero tienes muchas relaciones sexuales –dijo Sara, sin poder olvidarse de lo que él le había dicho anteriormente.

      –Sara, me gusta el sexo. Me gusta el sexo bueno y sí, me gusta disfrutarlo con frecuencia, pero, como te dije, elijo bien mis amantes. No obstante, debería dejar claro una cosa. No me interesan los finales felices ni el matrimonio. Sólo tú y yo, este momento. No es una declaración de intenciones ni va a interferir con nuestros trabajos. Simplemente, nos va a sacar esta locura de dentro para que podamos volver a la vida normal y trabajar juntos. Sara, me gustas mucho. Creo que yo también te gusto a ti o no estarías trabajando conmigo. Ninguno de los dos está con otra persona, así que, ¿dónde está el problema?

      –Para que conste, yo tampoco estoy buscando una relación.

      –Bien.

      –Ni tengo por costumbre ir acostándome por ahí con todo el mundo.

      –Si hace que te sientas mejor, nunca lo hubiera pensado... Me ha costado mucho mantener las manos lejos de ti. No hago más que mirarte cuando estamos juntos en el despacho sin dejar de pensar en lo mucho que me gustaría levantarte de la silla y tumbarte en tu escritorio para... –se interrumpió para colocarle una mano de nuevo entre los muslos, rozándole suavemente la piel pero sin llegar a tocarle el sexo– tocarte, saborearte... deslizar mi cuerpo dentro del tuyo y hacer que te corras de tal manera que te olvides de quién eres. Provocarte un orgasmo que te haga gritar de placer.

      –Luke...

      –Quiero estar dentro de ti, Sara. Ahora mismo. Y creo que tú también quieres. Estás muy caliente –musitó tocándole de nuevo el sexo.

      –Sí...

      Luke le deslizó el dedo por encima del clítoris, con la presión justa y a la velocidad adecuada para excitarla un poco más. Ella contuvo el aliento y lanzó un gemido de puro placer cuando él le introdujo un dedo.

      –Y también muy húmeda...

      –Sí...

      –Estás lista para mí... Dilo.

      –Estoy lista para ti –gimió ella, con dificultad.

      –Ahora, quítate la camiseta...

      Sara se incorporó. Los dedos le temblaban mientras se sacaba la prenda por la cabeza. De repente, se sintió muy tímida. Al notarlo, él se enredó un mechón de cabello entre los dedos.

      –Eres preciosa, Sara... Me excitas tanto...

      La besó apasionadamente, mucho más que antes, lo que provocó que a Sara le diera vueltas la cabeza. Entonces, volvió a colocarle la mano entre las piernas y comenzó a acariciarla y a estimularla hasta que Sara sintió que todo el cuerpo le ardía como si estuviera incandescente.

      –Luke...

      Como respuesta, él le introdujo un dedo muy lentamente, tanto que estuvo a punto de volverla loca de placer. Ella tensó los músculos alrededor del dedo. Luke sonrió.

      –¿Quiere decirme algo? –preguntó él, con una sonrisa en los labios.

      –Ya lo sabes...

      –No se me da bien leer el pensamiento. Dilo.

      –Te quiero... dentro de mí. Por favor, Luke... –le suplicó. Sabía que, si él la hacía esperar más, se volvería loca.

      Luke sonrió y le encajó la punta de su pene contra el sexo de Sara. Entonces, lenta, muy lentamente, se abrió camino. Permaneció un instante completamente inmóvil, dejando que ella se acostumbrara a sentirlo. Entonces, cuando Sara le rodeó la cintura con las piernas, animándolo, se inclinó sobre ella para besarla.

      Sara decidió que un hombre como Luke Holloway provocaba adicción. Prestaba atención a los detalles, repetía las caricias que más la excitaban hasta que ella temblaba de puro placer y estaba a punto de perder el control. El colchón ya no importaba. Sara sólo se podía centrar en lo que Luke le hacía sentirse, en las sensaciones que experimentaba con sus movimientos y el roce de su piel.

      Cuando Sara alcanzó el orgasmo, él la abrazó con fuerza, murmurando su nombre una y otra vez. Por el modo en el que su cuerpo se tensó, ella dedujo que él estaba a punto también. Así fue.

      Cuando pasaron por fin las oleadas de placer, Luke se retiró cuidadosamente y se tumbó de espaldas para luego tomarla entre sus brazos. Ninguno de los dos pronunció palabra alguna.

      –Necesito ocuparme de algo –dijo él,

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