europeo. Tiene un grueso pelaje bicolor, blanco en la parte superior y negro en el resto del cuerpo. Tiene unas temibles garras de 4 cm de largo y una piel muy gruesa que le protege de los mordiscos. Es un animal muy especial e interesante para estudiar debido a sus peculiares características. El ratel tiene el honor de ser uno de los animales más valientes del planeta, si no el más valiente teniendo en cuenta su pequeño tamaño. Es un cazador formidable, que además de sus presas tradicionales (roedores, reptiles, aves, lombrices...), no duda en atacar a animales mucho más grandes que él, como ñus y antílopes. Extremadamente agresivo, es capaz de defender sus presas contra un león, un guepardo o una hiena, incluso si esto significa ser devorado. En cuanto a las serpientes, una de sus presas favoritas, el ratel no se contenta con pequeños e inofensivos ejemplares, sino que va en busca de largas cobras en la copa de los árboles o incluso víboras cuyo veneno puede derribar a un león. Los científicos aún no pueden explicar el proceso fisiológico que los hace inmunes a las especies venenosas. Otro de sus bocados favoritos es la miel. De ahí su apodo de tejón de la miel o tejón melero. Para obtener este delicioso manjar, trabaja en asociación con una ave, el indicador, que localiza la colmena antes de dejarla en las garras del mamífero, también inmune a las picaduras de las abejas. Una vez el ratel queda saciado, viene el ave y aprovecha su turno.El comportamiento social del ratel no es muy conocido. A veces ha sido visto en grupos de tres o cuatro individuos, pero suele ser solitario, más bien nocturno y pasa la mayor parte del día al fresco en su madriguera. Aún es cazado a veces por su carne, por eso es una de las especies semiprotegidas. Omnívoro, el ratel se acerca a veces a los campamentos en busca de los botes de basura, proporcionando así al viajero una rara oportunidad de contemplar a este formidable animal.
¿Dónde observarlo? El ratel se encuentra en todos los parques del país, pero es muy difícil de ver.
Por su pelaje rayado y manchado y su aspecto, la civeta y la gineta parecen pequeños felinos con una larga cola tupida y un hocico alargado, con dientes muy afilados. Se alimentan principalmente de pequeños roedores, aves, reptiles e insectos, y complementan la dieta con plantas. Grandes cazadores, son tan ágiles en tierra como en los árboles, donde pueden usar las garras (parcialmente retráctiles) de sus cinco dedos. Son animales nocturnos y solitarios (a diferencia de algunas mangostas, que se reúnen en familia) que pasan el día escondidos en el hueco de un árbol o en una madriguera abandonada. Buscada por su piel, la civeta es también conocida por la sustancia muy olorosa que produce para marcar su territorio. Diluida, esta secreción se convierte en el almizcle utilizado en perfumería desde la antigüedad (civette significa «perfume» en árabe). Etiopía sigue siendo un importante productor de almizcle en la actualidad, pero afortunadamente para las civetas, el almizcle está siendo reemplazado cada vez más por productos sintéticos alternativos.
Grandes herbívoros
Bajo su apariencia de vaca exótica, el búfalo cafre es en realidad un animal extremadamente peligroso, si no el animal terrestre más peligroso de esta parte del continente. Agrupados en manadas de unas pocas docenas a unos pocos cientos de ejemplares, los búfalos no temen a ningún animal. Al menor indicio de peligro, los machos no dudan en cargar. Ambos sexos tienen cuernos, pero en los machos envuelven la parte frontal del cráneo para formar un verdadero casco. El búfalo, que forma parte de los Big Five (los cinco grandes), depende de un suministro regular de agua y se alimenta principalmente de pastos. Muy buen nadador, no duda en cruzar un río para pastar en la orilla opuesta. ¿Dónde observarlo? En todos los parques. Los búfalos del Parque Nacional Queen Elizabeth pueden ser más pequeños porque están cruzados con búfalos del bosque.
Con su marcha ligera, que se vuelve flotante y ágil cuando el paquidermo acelera el ritmo, el elefante sorprende y fascina al mismo tiempo. Extraordinariamente silencioso dada su imponente masa, este mamífero, en su día víctima de una terrible persecución, es ahora objeto de muchas investigaciones que tienden a revelar la extraordinaria singularidad de la especie.
El elefante es el animal terrestre más grande. Es también el único mamífero que tiene una trompa: este curioso y característico órgano, cuya punta está formada por dos «dedos» muy sensibles, es el miembro más importante del animal. El elefante puede bajarla hasta el nivel del suelo o elevarla hasta una altura de 5 m, la utiliza para oler, agarrar y coger la comida, para beber e incluso para respirar (cuando el elefante cruza un río profundo, utiliza la trompa como un tubo de buceo). En la base, está flanqueada por dos defensas: dos colmillos modificados que el elefante usa para levantar, cavar, cortar, tallar, abatir y golpear. El marfil crece 10 cm por año, así que los colmillos rotos son reemplazados regularmente. Tiene también cuatro enormes molares que se renuevan seis veces durante su vida. Finalmente, cuando se desgastan permanentemente (lo que ocurre después de unos sesenta años), el elefante, incapaz de masticar el alimento, muere de desnutrición, enfermedad o hambre.
Se alimenta de hierba, que representa el 80 % de su dieta diaria, ramas, semillas, hojas, cortezas, raíces... ¡El consumo es de 150 a 250 kg por día! Muy aficionado a las frutas (especialmente las de la marula), puede comerlas hasta la indigestión. Duermen relativamente poco (no más de 4 a 5 horas), pasan la mayor parte del tiempo (16 horas de promedio) comiendo y recorriendo largas distancias para diversificar su dieta lo más posible. El agua también juega un papel importante en la determinación de sus desplazamientos. Aunque puede permanecer varios días sin beber, la situación no puede prolongarse demasiado, lo cual obliga al animal a desplazarse para satisfacer su necesidad imperiosa de agua (esto explica las migraciones durante la estación seca).
Una de las características más interesantes de la raza es su complejo sistema social, que es de tipo matriarcal. La estructura básica se basa en la familia, formada por varias hembras adultas y sus crías liderados por la matriarca, la hembra más vieja y, por tanto, la más experimentada de la manada. Ella es la que dirige al grupo y toma la decisión de huir o atacar en caso de peligro. Cuando es demasiado vieja o débil, la matriarca se aleja del grupo y es reemplazada por la hembra más vieja inmediatamente después de ella. Curiosamente, los machos adultos no tienen poder en la familia; de hecho, no permanecen en el rebaño, sino que se mezclan esporádicamente con diferentes grupos, especialmente cuando las hembras son fértiles. El resto del tiempo, viven solos o en pequeños grupos de 2 a 20 ejemplares, cuya composición varía y muy a menudo cambia de una semana a otra.
Una familia está formada por unos quince miembros; cuando crece, tiende a dividirse: una parte de la manada permanece bajo la tutela de la madre y la otra pasa a estar bajo la supervisión de una «hermana» o una «prima». Sin embargo, durante la estación seca, dado que las familias van a parar a los mismos puntos de agua y de comida, tienden a reunirse en grandes manadas. Es decir, los elefantes son animales muy sociales. Este carácter se puede observar en muchas manifestaciones, sobre todo durante el juego de trompas y gritos: cuando dos individuos se saludan, se huelen, se tocan, se acarician y meten sus trompas en la boca del otro. Cuando dos familias cercanas se reúnen
