Las promesas de Dios. R. C. Sproul

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Las promesas de Dios - R. C. Sproul Serie de Teología clásica

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de la historia.

      En el primer libro de su trilogía, Cristo y el tiempo, Cullmann hizo una distinción entre dos palabras griegas que se traducen como “tiempo”. Chronos es la palabra griega común que se refiere al paso del tiempo momento a momento. Yo uso lo que comúnmente llamamos un reloj de pulsera, pero el término más técnico es un cronómetro. Un cronómetro es algo que mide el cronos, el paso de segundos, minutos y horas.

      La otra palabra, kairos, tiene un significado especial. Tiene que ver no solo con la historia sino con lo que llamaríamos lo histórico. Todo lo que sucede en el tiempo es historia, pero no todo lo que sucede es histórico. Utilizamos el término histórico para referirnos a momentos específicos en el tiempo que están impregnados de significado e importancia, momentos que lo cambian todo. El ataque a Pearl Harbor el 7 de diciembre de 1941, fue un momento histórico en la historia de Estados Unidos. Cambió nuestra cultura para siempre. El 11 de septiembre de 2001, también cambió nuestra cultura nacional para siempre. Ese también fue un momento histórico. Pero estos dos momentos, estos eventos kairóticos, no tuvieron lugar en una “tierra de nunca jamás” del pensamiento existencial y gnóstico, sino en el plano real de la historia.

      En el corazón del anuncio bíblico de la venida del Mesías está la declaración de que Jesús vino en “la plenitud del tiempo” (Gálatas 4:4 LBLA). La palabra griega usada aquí es pleroma; tiene que ver con un tipo de plenitud que indica saciedad. Si coloco un vaso debajo de un grifo y lo lleno con agua hasta el borde, el estado de plenitud de ese vaso no sería igual al pleroma. Tendría que dejar el vaso debajo del grifo hasta que una gota más hiciera que el agua se derramara; eso sería pleroma. Es estar tan lleno que no hay espacio para agregar otra gota ni otra partícula de cualquier cosa. Eso nos ayuda a entender lo que la Biblia quiere decir cuando afirma que, en el plan de Dios, Cristo vino en “la plenitud del tiempo”.

      Esta idea está relacionada de manera inquebrantable con el evangelio mismo. Cuando los apóstoles abordaron el evangelio en su predicación en el libro de Hechos o en sus cartas, hablaron de cómo Dios había preparado la historia para la venida de Su Hijo. Todo en la historia del Antiguo Testamento, antes del nacimiento de Cristo, avanzaba hacia ese momento kairótico. Todo después de la muerte, resurrección y ascensión de Cristo se remite a esos momentos kairóticos que dieron forma a todo el futuro del pueblo de Dios. Pero el contexto de la redención es la historia real, no algún ámbito espiritual que está fuera de las dimensiones medibles de la historia tal como la conocemos.

      EL CONCEPTO HEBREO DE PACTO

      En el Antiguo Testamento, la palabra traducida al español como pacto es la palabra hebrea berîyth. El Nuevo Testamento, sin embargo, está escrito en griego. La traducción griega del Antiguo Testamento, la Septuaginta, fue producida por judíos exiliados durante el proceso de helenización de Alejandro Magno, que hizo que las naciones y los pueblos subyugados hablaran griego. Para que las Sagradas Escrituras de los hebreos no se perdieran mientras los judíos eran forzados a hablar griego, un equipo de setenta eruditos judíos se reunió y tradujo las escrituras hebreas al griego. Ese fue un evento muy importante en la historia del judeocristianismo, porque allí comenzamos a ver cómo los conceptos del Antiguo Testamento se traducían al idioma griego, un idioma que no era nativo para el pueblo del antiguo pacto. La Septuaginta, por ende, es casi como una clave para descifrar un código, porque con ella podemos ver cómo los judíos tradujeron sus propias escrituras al griego y luego comparar cómo los escritores del Nuevo Testamento usaron el mismo idioma.

      Uno de los problemas con los que lucharon los judíos que produjeron la Septuaginta fue la elección de una palabra para traducir berîyth del hebreo a al idioma griego. No había palabras que realmente coincidieran con el término hebreo berîyth, que ahora se traduce al español como pacto. La elección se redujo a un par de palabras y la que ganó fue diathēkē. La mayoría de las veces, diathēkē se usa en el Nuevo Testamento para traducir la palabra hebrea berîyth o el concepto hebreo de pacto.

      Esta palabra, diathēkē, es en cierta medida la fuente de la confusión entre “antiguo pacto” y “Antiguo Testamento”, y entre “nuevo pacto” y “Nuevo Testamento”. La razón es que diathēkē puede traducirse no solo como “pacto”, sino también como “testamento”. Sin embargo, en la época de la Septuaginta, un testamento en la cultura griega tenía un par de cosas que lo hacían significativamente diferente del concepto de pacto del Antiguo Testamento. Primero, en la cultura griega, un testamento era algo que el testador podía cambiar en cualquier momento, mientras él estuviera vivo. Una persona podía elaborar su última voluntad y testamento, enojarse con sus herederos designados, y sacarlos del testamento. Yo les digo esto a mis hijos: “¡Están fuera del testamento!”. Por supuesto, solo estoy bromeando cuando digo eso, pero en realidad sucede que las personas pueden ser desheredadas, dejadas fuera del testamento de alguien. Sin embargo, cuando Dios hace un pacto con Su pueblo, puede castigarlos por romper Su pacto, pero Él nunca abandona las promesas del pacto que hace.

      La segunda razón por la que diathēkē fue una mala elección es que los beneficios de un testamento no se reciben sino hasta después de que el testador muere. Pero cuando Dios entra en un pacto con las personas, ellas no tienen que esperar a que Él muera para heredar las bendiciones de ese pacto, porque Él no puede morir. Entonces, dadas esas dos grandes debilidades, nos preguntamos por qué los traductores de la Septuaginta eligieron la palabra griega diathēkē para traducir el hebreo berîyth.

      Esto es relevante para nosotros porque los hebreos concebían un pacto no simplemente como un acuerdo, sino como un acuerdo aunado a la promesa divina, que reposa en última instancia en la integridad de Dios, no en nosotros como socios débiles del pacto. Esto es muy importante para nuestra comprensión de las promesas del pacto de Dios.

      La otra palabra griega que fue considerada para traducir berîyth en la Septuaginta fue sunkatathesis. Tiene el prefijo sun- o syn-, que encontramos en las palabras sinónimo, sincretismo, sincronización y otras similares; significa simplemente “con”. La idea de sunkatathesis en la cultura griega era un acuerdo entre socios iguales. Pero los hebreos no habrían aceptado eso. Ellos no querían usar esa palabra como la traducción de berîyth porque querían señalar claramente que los pactos que Dios hace con Su pueblo se hacen entre un superior y un subordinado, no entre dos partes iguales. Por tanto, esa palabra fue rechazada.

      Regresaron a la palabra diathēkē porque en su uso original, antes de que evolucionara en la cultura griega hasta usarse como la palabra para “testamento”, tenía una referencia a lo que se denomina “la disposición para uno mismo”. Un diathēkē tenía que ver con la disposición de un individuo de sus bienes o propiedades para sí mismo; es decir, se refería a su derecho soberano de determinar a quién se le daría su patrimonio. Ese era un elemento que armonizaba bien con el concepto hebreo, porque Dios elige dar Sus promesas a quien Él quiere darle esas promesas. Él hizo un pacto con Abraham que no hizo con Hammurabi. Él escogió a los judíos; no escogió a los filisteos. Él entró en una relación de pacto con ellos y dijo: “andaré entre vosotros, y yo seré vuestro Dios, y vosotros seréis mi pueblo” (Levítico 26:12). Esa no fue una elección que hicieron los israelitas, sino una elección hecha por Dios. Así que, si bien la palabra griega diathēkē conlleva cierta confusión por su contenido en la cultura griega, esta palabra, más que cualquier otra palabra en ese idioma, transmite la idea de algo más allá de un acuerdo que es tan importante para nuestra comprensión de la noción hebrea de pacto. Al observar los diversos pactos de las Escrituras, espero que sea más claro cuán importante es esto para nuestra comprensión de la estructura de la revelación divina.

      DISTINGUIENDO LOS PACTOS

      Como mencioné, usamos los términos “Antiguo Testamento” y “Nuevo Testamento”, así como “antiguo

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