Las promesas de Dios. R. C. Sproul

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Las promesas de Dios - R. C. Sproul Serie de Teología clásica

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de las anteriores

      3. El pacto de redención fue lo que Dios hizo __________________________.

      a. En respuesta a lo que lo había tomado por sorpresa: la caída de la humanidad

      b. En respuesta al fracaso de la nación israelita de mantener el pacto de obras

      c. Como plan de salvación para los pecadores a través de la muerte de Jesús en la cruz

      d. Ninguna de las anteriores

      4. ¿Cuál de las siguientes opciones describe mejor la “obediencia activa” de Jesús?

      a. La pasión (muerte y resurrección).

      b. Jesús se puso a Sí mismo bajo la ley de Dios y permaneció perfectamente en ella.

      c. Jesús se puso a Sí mismo bajo la ley de Dios y la abolió por completo.

      d. Todas las anteriores.

      5. Gran parte de la Biblia está escrita en términos de _________________.

      a. Ciencia

      b. Pactos

      c. Tanto a como b

      d. Ninguna de las anteriores

      6. ¿Por la autoridad de quién vino Jesús a la tierra?

      a. La Suya propia

      b. La del Padre

      c. La del Espíritu Santo

      d. Todas las anteriores

      GUÍA DE DISCUSIÓN

      1. De acuerdo con este capítulo y el capítulo anterior, ¿cuáles son los roles del Padre, el Hijo y el Espíritu Santo en el pacto de redención? ¿Hay algunos pasajes de las Escrituras que refuercen tu respuesta?

      2. Lee Juan 17:18-19 y Gálatas 4:4. ¿Cómo contribuyen estos pasajes a nuestra comprensión de un acuerdo entre la Deidad antes de la Creación?

      3. Explica cómo el pacto de redención se relaciona con la salvación de los pecadores a través de la historia.

      4. ¿Hay algunas partes de las Escrituras que vengan a tu mente cuando se habla del plan definido de Dios para Su obra de redención?

      5. ¿Es el pacto de redención inconsistente con la idea de que tenemos libre albedrío para elegir de acuerdo con nuestros deseos? Explica tu respuesta.

      6. En el pacto de redención, ¿aceptó el Padre invitar a categorías (es decir, a cierto grupo de personas) o a individuos al servicio del Hijo?

      7. ¿Puedes definir o describir perspectivas erradas que hayas escuchado o leído sobre este tema? ¿Cómo responderías a la persona que sostiene que la idea de este pacto es pura especulación?

      8. ¿En qué sentido está subordinado Jesús el Hijo a Dios Padre?

      9. ¿Qué partes de las Escrituras muestran que Jesús asumió voluntariamente Su tarea (para empezar, Juan 10:18; Filipenses 2:8)?

      LECTURAS SUGERIDAS PARA ESTUDIO ADICIONAL

      • Robertson, O. Palmer. The Christ of the Covenants [El Cristo de los pactos], p. 3-25, 91-92.

      EL PACTO DE LA

      CREACIÓN (PARTE 1)

      El primer pacto que Dios hizo con la humanidad es conocido por diversos nombres. A veces se le llama simplemente “el pacto adánico”. En otras ocasiones, se le llama “el pacto de la Creación”. Finalmente, a veces se conoce por el controversial título “el pacto de obras”.

      El primer pacto se llama el pacto adánico por una razón obvia: fue hecho con Adán. Sin embargo, debemos recordar que el nombre Adán significa “hombre” en el sentido genérico, humanidad. La Biblia confirma, especialmente en el Nuevo Testamento, que cuando Dios hizo este pacto, no fue simplemente entre Dios y un individuo histórico en particular. En vez de eso, Adán representaba a toda la humanidad. Eso es muy importante para nuestra comprensión de la historia de la redención, porque Adán fracasó como nuestro representante. En consecuencia, cuando Cristo vino al mundo, una de las responsabilidades que el Padre le dio fue ser el “postrer Adán” (1 Corintios 15:45). Vemos este contraste mencionado varias veces en el Nuevo Testamento. Por ejemplo, Pablo escribió: “Porque por cuanto la muerte entró por un hombre, también por un hombre la resurrección de los muertos” (1 Corintios 15:21). Así que el Nuevo Testamento enfatiza el contraste entre el Adán original y Cristo como el segundo Adán, porque ambos funcionaron no como individuos privados sino como representantes.

      Dado que Adán representaba a toda la raza humana en el pacto que Dios hizo con él, todos los seres humanos que descienden de Adán participan en el pacto adánico. Como hijos de Adán, estamos necesariamente involucrados en una relación de pacto con Dios. Ese es un punto que a menudo se pasa por alto y se oscurece. La gente dice: “Bueno, no soy judío y no soy cristiano; por lo tanto, no tengo ninguna relación de pacto con Dios”. Algunas veces dicen: “Ni siquiera creo en Dios, por lo tanto, no hay manera de que pueda estar en una relación de pacto con Él”. Sin embargo, la visión bíblica es que todas las personas están en una relación de pacto con Dios, incluso si lo niegan. No podemos escapar de esta relación de pacto que se forjó entre Dios y nosotros en Adán. Pablo se refirió a la representación de Adán en su epístola a los Romanos, donde señaló que todos pecamos en Adán (5:12), a pesar de que no estábamos allí en el huerto del Edén cuando Satanás tentó al hombre y la mujer.

      De modo que ninguno de nosotros está fuera del pacto. La pregunta es si somos guardadores del pacto o quebrantadores del pacto. Todos somos lo uno o lo otro, pero ninguno de nosotros está fuera del pacto. El pacto de la Creación fue incorporado al orden de las cosas antes de la caída, y las estipulaciones que Dios le dio a Adán en este pacto fueron, por extensión, dadas a toda la humanidad.

      ¿Las estipulaciones que Dios impuso a Adán en este primer pacto alguna vez fueron abrogadas o anuladas? A veces las personas argumentan que los mandatos que Dios dio a través de Moisés en el Antiguo Testamento ya no aplican para nosotros, o que los mandatos de Jesús aplican solo para los cristianos. Sin embargo, hay poco margen para discutir sobre los mandatos que Dios instituyó en la Creación. Cualquier ley introducida por Dios en el pacto de la Creación se extiende hasta donde la Creación se extienda. Por ende, dado que Dios santificó el matrimonio en la Creación, la santidad del matrimonio aplica a todas las generaciones. Ninguna cultura tiene el derecho ante Dios de prescindir de la santidad del matrimonio y decidir que las parejas pueden simplemente vivir juntas. La iglesia reconoce las ceremonias civiles de matrimonio y no restringe el matrimonio a la iglesia, lo que otorga al Estado el derecho de regular el matrimonio debido a la convicción de que el matrimonio se otorga no solo a judíos o cristianos, sino a todos los seres humanos. Es un estado que Dios bendice y santifica para toda la raza humana. Está incorporado en la Creación. Es por eso por lo que las cuestiones éticas con respecto a la naturaleza de la familia, las relaciones sexuales y el matrimonio trascienden a las consideraciones de las culturas contemporáneas. Estas cosas están arraigadas y fundamentadas en la Creación, por lo que nunca se pueden tratar como una cuestión de costumbre.

      COSTUMBRE Y PRINCIPIO

      En

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