GB84. David Peace

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GB84 - David  Peace Sensibles a las Letras

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gustaría estar aquí…. Joder. Sin embargo, hoy sé dónde me encuentro… La cosa siempre estuvo destinada a acabar mal. El área de Notts va a reunirse en Mansfield. La ncb ha dado a todos los esquiroles el día libre… Paga íntegra con autobuses a su disposición para asegurarse de que aparecen y hacen saber a Chadburn y Richardson que quieren seguir siendo esquiroles. Gilipollas de mierda. En Sheffield no quieren saber nada. Los miembros del piquete tienen que ir a la mina… Mandar a los esquiroles de vuelta por donde han venido. Ese es el plan. Todo el mundo lo sabe. La prensa lo sabe. La televisión lo sabe… La policía lo sabe, coño. Vamos hasta Pleasley. Es lo más lejos que se puede llegar hoy. Hay miles de chicos allí parados. Apiñados. Policía por todas partes. A pie. En coches. Furgones. Autocares. Helicópteros. Hasta tienen un puto avión. De todo. Quieren que todo el mundo sepa que ellos también están aquí. Lo anuncian a todo el que intente entrar en el centro de Mansfield. Unos chicos recorren la vieja vía de tren. La policía les echa los perros. Los chicos lanzan piedras. La policía les parte la crisma. El resto de nosotros nos quedamos quietos. Apiñados… Los líderes del sindicato discuten con un inspector. Un desperdicio de saliva como siempre. Han recibido las órdenes de hoy. Que no haya mineros en Mansfield… Solo esquiroles. Esquiroles con pancartas de Adolf Scargill. Esquiroles que cantan: Mañana vamos a trabajar. Los colegas de MacGregor en sus autobuses de la ncb con sus treinta monedas de plata en los putos bolsillos. Orgullosos de sí mismos… Escoria. Día 57. Ahora todo parece distinto. Un cambio muy grande. El ritmo aumenta y los ánimos se caldean. Otra vez Creswell, qué mierda. Los esquiroles entran a trabajar como si nada. Joder, qué morro. No tienen vergüenza. Hay una gran embestida… Fuerte. Sangre. Puños. La policía nos ataca… Fuerte. Sangre. Cuero. Aparecen botas por todas partes. Los hombres huyen… Se dispersan. Sin aliento. Por aquí y por allá. Yo sigo a Pete y salto una valla. Atravieso un seto. Caigo en un campo de críquet. La policía nos pisa los talones. Cruzo el campo. Unos tíos se esconden en el vestuario. La policía entra en tromba. Los sacan a rastras. Un chico en el suelo. Seis contra uno. La cara despellejada. La policía reparte cuero… Guantes. Porras. Botas… Pete vuelve dentro. Lo sigo. El chico del campo no se mueve. La policía sigue zurrándole. Pete coge una tumbona. Yo hago lo mismo. Pete ataca a los polis. Yo hago lo mismo. La silla de Pete se rompe en la espalda de un poli. Yo lanzo la mía. Se vuelven contra nosotros… Corremos. Nos persiguen… Corremos. Por encima de la valla… Corremos. El seto… Corremos. La carretera… Corremos. El coche de Keith viene por la calle… Pete y yo le hacemos señas con las manos. Keith para… Subimos. La policía nos escupe… Agita los puños. Keith pisa a fondo. Otra vez cagados de miedo. Día 63. Esta mierda no tiene visos de acabar. La gente se ha gastado los ahorros. Eso los que tenían. Vacaciones anuladas. Productos devueltos a las tiendas… Nada de la asistencia social. Nada del sindicato… Muchos rumores. Pete nos llama al orden. O lo intenta… Me importa un bledo lo que diga el comité, grita Keith. Es una pérdida de tiempo. No estamos consiguiendo nada, dice Tom. Solo que nos detengan, grita alguien del fondo. Las centrales eléctricas, dice Keith. Es la única forma. Tonterías, contesta otro. Todo eso son gilipolleces, dice otro. Tienen montañas enteras de reservas, joder. Keith se da la vuelta. A ver qué propones tú, dice. Pete estira las manos por delante. Vosotros también estáis en bragas, dice. Me levanto. ¿Y la British Steel? ¿Scunthorpe? Se están pasando tres pueblos. No paran de pedir más coque. No lo necesitan. Un amigo mío que trabaja en Anchor dice que es una farsa. Keith y John asienten con la cabeza. Toda la sala asiente con la cabeza. ¿En qué sentido es una farsa?, pregunta Pete. Ese tío me ha dicho que no se mantiene un horno en marcha. No funciona así. Cuando todos hicieron huelga, lo llenaron de coque y lo taparon. Dejaron que entrase el mínimo aire posible. Él cree que así dura meses. Todos en la sala sacuden la cabeza. Sería cavar nuestra propia fosa, dice alguien. La nuestra y la de Cortonwood. Si les hacemos un piquete, tendrán menos motivos para comprarnos. Pues que tengan suerte, grita un tío al fondo. Hace tres años votamos a favor de […]

      La novena semana

      lunes 30 de abril-domingo 6 de mayo de 1984

      Espera. Despierta. No puedo. Duerme. No puedo. Despierta. Espera. No puedo. Duerme. No puedo. Espera. Despierta. No puedo. Duerme. No puedo…

      El disco en el equipo estéreo. El dinero en la mesa. La Polaroid en la mano.

      Despierta. Espera. No puedo. Duerme. No puedo. Espera. Despierta. No puedo. Duerme. No puedo…

      El Mecánico apaga el equipo estéreo. El Mecánico vuelve a contar el dinero.

      Despierta. Espera. No puedo. Duerme. No puedo…

      No hay suficiente.

      Despierta. Espera. No puedo…

      El Mecánico mira el dinero. El Mecánico mira la Polaroid.

      Que les den. Que les den a todos…

      El Mecánico coge el teléfono. El Mecánico llama a Dixon…

      Paul Dixon ríe por la línea.

      —Vaya, vaya, vaya… —dice Paul Dixon.

      Las manos sostienen el aparato…

      —Mira quién vuelve arrastrándose con su tío Paul.

      Fuerte…

      —Cómo han caído los poderosos.

      Arriba, abajo. Dentro un minuto. Afuera al siguiente. Dentro, fuera. Dentro, fuera. Marean a Terry. Por acá. Por allá. Aquí. Allí. En todas partes…

      Concentración. Concentración. Concentración. Asamblea. Asamblea. Asamblea…

      Discurso. Discurso. Discurso. Charla. Charla. Charla…

      El presidente del consejo decía una cosa. El presidente decía otra…

      Siempre reaccionar. Nunca actuar…

      El presidente del consejo decía que la huelga se podía frustrar con el apoyo de Nottingham. El presidente decía que la huelga se podía ganar sin el apoyo de Nottingham…

      Tú dices hola. Yo digo adiós…

      Adiós, adiós, adiós…

      Terry se escapó. Terry tenía sus planes.

      Terry se fue de Sheffield. Clive Cook de Barnsley. Desmond de Kent. Gareth Thomas de Cardiff…

      Se reunieron en la estación de servicio de Leicester Forest.

      Terry llegó pronto. Desmond en punto. Clive tarde…

      Gareth estaba hasta las narices. Harto de conducir. No soportaba todo aquel rollo clandestino.

      —Lo siento —dijo Terry—. El presidente insiste en que tomemos precauciones extremas.

      Gareth apartó su té.

      —Quieren daños —anunció Gareth.

      —¿Cómo de grandes son esas empresas? —preguntó Desmond.

      Gareth negó con la cabeza.

      —Nada grandes —contestó Gareth—. Diez vagones como máximo.

      —¿Y sus abogados? —inquirió Terry.

      —De la zona —respondió Gareth—. De Neath.

      —¿Cuánto quieren? —preguntó Clive.

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