GB84. David Peace

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GB84 - David  Peace Sensibles a las Letras

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duraría… Si no fuese por nosotros, todos habrían ido a trabajar. Él lo sabe. Nosotros lo sabemos. Me hace gracia… Corren a decirte que puedes contar con ellos, pero sabes que la mitad se escaqueará. Aquí son así. Siempre lo han sido. Hasta los de su sección. En cuanto te vas, ellos ya han recorrido casi diez kilómetros en sus Ford nuevos. Los hay que no se molestan en mentirte. Entran directamente con sus coches. Ni siquiera te dirigen la palabra. Y luego están los que se lo creen. Paran. Te ofrecen un trago. Sus coches se llevan algún que otro palo. Por lo menos sabes a qué atenerte con ellos: son unos hijos de puta. Pero unos hijos de puta sinceros… Ojalá hubiera vuelto al autocar. Nos quedamos de pie, nos turnamos para ir a sentarnos en los coches, esperamos a que aparezca el piquete de día. Hace un frío de muerte. Entonces unos tíos de Dinnington y Kiveton paran. Han matado a uno de los nuestros, dicen. Está muerto, joder. ¿Cómo?, pregunto. Lo que oyes, dicen. ¿Dónde? En Ollerton. Vamos para allá. Esperad, dice Geoff. Os seguimos… Tomamos la A6075 a través del puto bosque de Sherwood. Llegamos allí a eso de las dos y media. La cosa pinta mal: quinientos policías, quinientos de los nuestros y el número aumenta… Por las radios de banda ciudadana se reciben avisos de coches que vienen de todas partes a medida que circula la noticia. Cada uno tiene una versión de mierda distinta… Que si le pegó un coche; que si le pegó una porra; le pegó un ladrillo… Las mujeres y los niños de las casas han salido a la calle a gritarnos. El encargado de la mina hace un llamamiento a la calma. Unos tíos de la sección hacen lo mismo… Nadie escucha. Entonces corre la voz de que la mina cerrará por la noche. Que viene Arthur. Entonces hay aplausos. A las tres Arthur se sube al techo de un coche. Pide dos minutos de silencio… En señal de respeto. Los policías son los primeros en quitarse los cascos… Hay que reconocérselo. Pero ya no hay aplausos. Nos arrancasteis de las montañas. Solo silencio. Día 14. Me acuesto a las cinco. Nos arrancasteis del mar. Me despierto a la una para ver las noticias. Leon Brittan8 promete conseguir a todos los policías del mundo para garantizar que quien quiera […]

      8. Leon Brittan (1939-2015), político conservador británico. Durante la huelga de los mineros de 1984-1985, ocupó el cargo de ministro del Interior y se caracterizó por sus duras críticas a los líderes del num. Creó un sistema de control central a través del cual coordinó los distintos cuerpos policiales destinados a reprimir el conflicto que fue determinante en el fracaso de la huelga.

      La segunda semana

      lunes 12-domingo 18 de marzo de 1984

      El Judío ha recibido sus órdenes. Neil Fontaine ha recibido las suyas.

      Neil Fontaine recoge al Judío delante del edificio de The Times a las diez en punto. Está en los escalones con su cazadora de aviador de cuero, su cámara y su grabadora…

      —Soy los ojos y los oídos de ella —le dice a Neil Fontaine.

      Recorren ciento cincuenta kilómetros por la autopista M1 mientras el Judío habla por el teléfono del coche. Está de buen humor. Gales del Sur ha aprobado por una abrumadora mayoría rechazar el llamamiento a la huelga del sindicato; Nottinghamshire ha solicitado una votación a la entrada de la mina; los piquetes vuelan…

      El Judío quiere estar donde hay acción…

      Dos habitaciones reservadas en el hotel Royal Victoria de Sheffield…

      En el corazón del país…

      Una suite para el Judío arriba y una habitación individual para Neil abajo; riñones fritos y champán para el Judío en su habitación, y una hamburguesa y una Coca-Cola para Neil en el bar…

      Caras conocidas, caras del sindicato, entran y salen toda la noche…

      Otras caras.

      Neil Fontaine se tumba en la cama individual de su habitación individual con la luz individual encendida.

      No puede dormir. Nunca puede. Ha recibido sus órdenes…

      Otros ojos y otros oídos.

      El teléfono suena tres veces a las tres.

      Neil Fontaine va a buscar el coche. El Judío espera con su cazadora de aviador de cuero puesta. El Mercedes sale del centro de la ciudad por Rotherham y se mete en la A631. Cruzan la A1 y llegan a Nottinghamshire.

      Hay nieve en las carreteras. Los setos. Los campos…

      El furgón policial aparcado en la parada de autobús.

      El Judío no puede estarse quieto. Mira por la ventanilla izquierda, mira por la derecha…

      —Soy los ojos y los oídos de ella —le dice otra vez a Neil.

      Llegan a la mina de carbón de Harworth, en la frontera entre Yorkshire y Nottinghamshire; se trata del lugar donde el sindicato de Spencer fue derrotado en una última batalla cruenta…

      Los hombres de Harworth han votado a favor de rebasar el piquete de Yorkshire en columnas militares; hay ciento cincuenta policías para ayudarles; quinientos de los más recios de Doncaster para ponerles trabas…

      Los hombres de Harworth regresan a sus casas junto a sus familias…

      La primera victoria del piquete volante de Arthur.

      El Judío está ahora de mal humor. Aparcan en un área de descanso con la radio encendida:

      La Compañía Nacional del Carbón ha recurrido al Tribunal Supremo para obtener una orden judicial que impida a los mineros de Yorkshire que formen piquetes en otras zonas.

      El Judío está de peor humor. Colérico. El Judío habla por el teléfono del coche. Furioso…

      —Si el presidente del consejo hace eso, habrá una puñetera huelga general. Dile de mi parte que es una locura. Le entregaréis todo el movimiento obrero en bandeja a ese rojo gilipollas. Él lo ha visto por televisión, ¿verdad? ¿Lo ha visto por televisión? Pues yo estoy en Harworth, joder, y puedes decirle a tu presidente de mi parte que la solución no es la ley sobre el empleo de mil novecientos ochenta. La solución es más putos policías. Más putos policías y unos superiores con más cojones. Esa es la solución. Y también más perros. Más putos perros. Y dile que eso es lo que Stephen Sweet le dirá a la primera ministra…

      »Porque soy sus ojos y sus oídos. ¡Sus ojos y sus oídos aquí fuera, coño!

      El Judío cuelga. El Judío se recuesta. El Judío suspira. El Judío sacude la cabeza.

      Neil Fontaine ve pasar un minibús de mineros…

      Nalgas desnudas pegadas a las ventanillas traseras.

      —Se acabaron las contemplaciones, Neil —grita el Judío—. ¡Ahora sí que se acabaron las contemplaciones!

      Jen está buenísima bajo esas luces, joder. Su pelo. Su bronceado. La blusa. La falda. Frankie Goes to Hollywood por milésima vez. Buenísima, joder. El Mecánico podría quedarse allí sentado el resto de su vida. Ponen «Your Love is King». Ella le hace señas para que se acerque. Él se termina la copa. Sale a la pista de baile de una discoteca vacía un martes por la noche de marzo. La rodea con los brazos. La abraza. El resto de su vida.

      Ha sido un largo miércoles…

      Harworth,

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