Por un beso. Teresa Southwick

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Por un beso - Teresa Southwick Jazmín

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no veo…

      Nick sonrió.

      –Está claro que te debo una fiesta de tu veintiún cumpleaños.

      Capítulo 2

      ABBY parpadeó. ¿Se sentía él responsable de su veintiún cumpleaños?

      –Aparte de lo evidente, ahora ya han pasado dos años. ¿Por qué crees que me debes eso?

      –Cuando te contratamos, entraste a formar parte de la familia Marchetti. Entonces yo no sabía dónde tenía la cabeza.

      –Supongo que donde siempre. Metida hasta las cejas en el negocio.

      –Puede. El hecho es que te hiciste adulta y la ocasión no fue adecuadamente celebrada.

      –Eso fue hace mucho tiempo. A mí no me importa…

      –A mí sí –dijo él poniendo voz de jefe.

      –Es muy amable por tu parte, Nick. Pero ya pasó. Aunque yo quisiera que lo hicieras, no hay manera de que me puedas devolver ese tiempo.

      Nick miró su reloj, tomó su chaqueta y se levantó.

      –No tengo tiempo para hablar de esto ahora. Pero tú vas a tener una fiesta de cumpleaños.

      –Si eso significa jugar a la botella, no cuentes conmigo.

      Él se rio y abrió la puerta.

      –No te preocupes. Yo me ocuparé de todo.

      Abby se quedó en la puerta, observándolo, hasta que se perdió en la oscuridad. Se imaginó que no habría mucho peligro para ella en esos juegos de besos. Como todos los demás hombres de su pasado que habían tratado de planear algo con ella, Nick descubriría que ella tenía responsabilidades que la hacían dejar a un lado sus propios sueños.

      Pero el pensamiento de algo salvaje e impredecible era excitante y, por un par de segundos, se permitió a sí misma fantasear. Luego se olvidó de esas fantasías pensando que su turno llegaría más tarde.

      Después de cenar, Nick llevó a casa a Madison. Ella normalmente era una mujer alegre y de conversación inteligente, pero esa noche parecía que su buen humor se había tomado vacaciones y estaba como abstraída.

      Una vez en la puerta, ella le dijo:

      –¿Quieres pasar a tomar algo?

      –Me gustaría, pero tengo una reunión mañana temprano.

      –Muy bien. Gracias por la cena –dijo ella cuando abrió la puerta.

      –¿Qué te pasa?

      –Nada. Buenas noches, Nick.

      Él se acercó y le puso una mano en el brazo.

      –Hay algo que te está comiendo por dentro. ¿Qué es?

      –Tenemos que hablar.

      Nick se estremeció. Tenía la impresión de que no era el único hombre en el mundo que reaccionaba así ante esas palabras. Pero sabía que él tenía una razón mejor para hacerlo que la mayoría. La última vez que una mujer le había dicho eso, su vida se había vuelto cabeza abajo.

      Respiró profundamente y dijo:

      –De acuerdo, suéltalo.

      Ella agarró con fuerza su bolso.

      –Vas a quitarle importancia a todo lo que te diga, pero ya es hora de que lo diga. No sientes nada por mí; por lo menos, no de la manera en que yo quiero. Pero cuando me recogiste esta noche, pensé que las cosas serían diferentes.

      –¿De qué me estás hablando?

      –Estabas muy animado, lleno de entusiasmo. Hace mucho tiempo que no te veía así.

      –Yo siempre estoy muy estresado, Madison. Y por supuesto que tú me importas.

      –¿Ves? Ya sabía yo que no le ibas a dar importancia.

      Él se metió las manos en los bolsillos.

      –No lo estoy haciendo. Es solo que no entiendo a qué viene esto.

      –No habíamos terminado con los entrantes cuando el otro Nick apareció de nuevo, ese al que no puedo llegar porque está metido de lleno en los negocios.

      –Haces que parezca un esquizofrénico, Madison.

      –Lo eres. Por lo menos, ahora lo eres. Cuando nos conocimos eras un tipo muy atento. Me hiciste la corte, eso fue lo que hizo que me enamorara de ti… Ahora eres como dos personas. El Nick divertido y el que solo está interesado en los beneficios del último año. La cosa es que ese es el que más veo en la actualidad y no estoy segura de que me guste.

      –Estás exagerando…

      –¿Lo estoy? Piénsatelo, Nick.

      Nick le puso las manos en la cintura y sintió como ella se tensaba.

      –La verdad es que no sé de qué me estás hablando.

      –Está bien. Probablemente este no haya sido el mejor momento para hablar de ello.

      –Tengo la sensación de que te guardas algo.

      Ella sonrió un poco tristemente.

      –Eres muy perceptivo cuando quieres. Últimamente me he estado preguntando si no nos debíamos dar un descanso.

      –¿Lo dices en serio?

      –Sí. Vi la mirada que tenías antes, cuando me contaste que la razón por la que llegaste tarde fue Abby Ridgeway.

      –Es cierto. Abby y yo estuvimos hablando de negocios.

      –No es eso lo que me parece. Sospecho que tienes sentimientos hacia ella que no tienen nada que ver con los negocios.

      –Tu imaginación te está haciendo ver lo que no es –dijo él un poco acaloradamente.

      –¿De verdad? ¿Cuándo fue la última vez que me besaste en serio?

      Eso lo dejó helado. Lo pensó por un momento y no se acordó. Trató de abrazarla.

      –Eso lo podemos remediar –sugirió.

      Ella se tensó de nuevo.

      –Si te lo tengo que recordar, eso le quitaría la magia al momento.

      –He estado preocupado…

      Madison agitó la cabeza.

      –Como te he dicho, este no es el mejor momento. Y tengo que estar temprano en el juzgado.

      –De acuerdo. ¿Qué te parecería

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