Santo. El enmascarado de plata. Álvaro Arturo Fernández Reyes

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masivo que se crea por tradición, superstición, devoción, hábito o adecuación a una costumbre. El rito —indica Gillo Dorfles en Nuevos ritos, nuevos mitos— es una actividad institucionalizada “que podría tener carácter sagrado, bélico, político [...] pero que podría ser también alegre, lúdico, artístico, psicopatológico y tecnológico, etcétera”.4 Santo es mito en la medida en que su imagen sufre un proceso de simbolización a través de los rituales transmedia y se convierte en la imagen simbólica, pues su imagen es la parte visible del símbolo, la extensión que hace posible la representación.5

      En resumen, el objetivo de esta investigación es realizar un estudio sobre cómo se da el proceso de mitificación, de su imagen y de los objetos culturales a él asociados; sobre la manera en que representa el proceso del cambio sociocultural particularmente en una ciudad y, en general, en un país que se “moderniza” reinventando sus antiguas costumbres y tradiciones.

      Las fuentes y documentos obtenidos para esta investigación no agotan el tema pero son vastos. Se revisaron poco más de cien números de las historietas de Santo el Enmascarado de Plata (sic), de los cuales más de la mitad están registrados en videograbaciones, fotografías, la gran mayoría en fotocopias y una sola historieta original (véase apéndice 1). Se consultó un material fílmico muy completo: 48 de las 52 películas del Enmascarado (53 contando la película “apócrifa” El vampiro y el sexo), además de documentales sobre cine, historieta y lucha libre, programas de televisión, cortometrajes y largometrajes que utilizan su imagen como protagonista o como elemento circunstancial (véase apéndice 2). Asimismo, se recabó material escrito de periódicos, revistas y novelas que contienen reseñas, entrevistas, críticas, datos biográficos, material visual con fotografías de exposiciones donde explotan su imagen, de performances, de publicidad, de historietas, de libros de cine y de héroes multimedia, de carteles, de objetos de consumo cultural y de fetiches.

      Una agotadora pero interesante búsqueda se realizó en tianguis y librerías de segunda, tiraderos y bazares; se tejieron relaciones con personas que dedican tiempo a obtener la mayor cantidad de objetos de culto de Santo. Visité numerosas veces la Hemeroteca Nacional asistí a la Cineteca Nacional y a la Filmoteca de la unam, al Centro Universitario de Ciencias Sociales y Humanidades y al Centro de Investigación y Estudios Cinematográficos (ahora desaparecido), ambos de la Universidad de Guadalajara, así como a diversas bibliotecas de universidades e instituciones de la capital jaliscience y la Ciudad de México.

      Asimismo, entrevisté a René Gaviño, mercader de fetiches del Enmascarado que operaba con un letrero, “Compro todo lo del Santo”, en el tianguis de la Lagunilla; al arquitecto Roberto Shimizu, el mayor coleccionista de objetos relacionados con el Enmascarado —hasta hace una década, 40 mil entre cartas personales de Santo, máscaras y objetos, libros, revistas, historietas, programas de lucha, etcétera— y quien se consideraba “un elegido de Dios porque posó en sus manos todos los objetos que lo llevaron a escribir un libro”6 aún inédito sobre la historia de la lucha libre, que como eje central tiene la biografía del Enmascarado de Plata. También tuve la oportunidad de hablar con Cristian Symet, otro de los más importantes coleccionistas.

      Raúl Criollo, biógrafo de Santo, me proporcionó además de información sobre la vida y obra de Santo, fotocopias de revistas sobre cine y sobre lucha libre prácticamente imposibles de conseguir.7 Dentro de los creadores también entrevisté a cineastas y artistas plásticos como Luis Hampshire quien —al igual que Raúl Criollo, becario del Fonca— inmortaliza en sus cuadros al Enmascarado; él fue uno de los entrevistados con quienes encontré mayor afinidad en ideas, que se evidencia a lo largo de esta investigación.8

      Además, Víctor Martínez, creador y comerciante de máscaras, descendiente de Antonio Humberto Martínez Ruiz, a quien se atribuye el invento de la máscara de luchador, me compartió el relato histórico sobre el nacimiento de esta prenda. María Guadalupe Cruz,9 erudita en materia de lucha libre, articulista independiente, ex directora del Museo de Culturas Populares y de relaciones públicas de la Arena México, me mostró un amplio panorama del fenómeno de la lucha libre, de la máscara de luchador y de sus implicaciones psicológicas y sociológicas.

      También el Hijo del Santo contribuyó con información biográfica y anécdotas; plasmó en entrevista sus consideraciones sobre el legado del “superhéroe” en la cultura mexicana y la responsabilidad de ser la continuación de un mito; la influencia e interrelación entre personaje y persona, así como la penetración de lo fantástico en el imaginario de la cultura popular.10

      Finalmente, con Irene Herner, autora de Mitos y monitos, historietas y fotonovelas en México y de Tarzán, el hombre mito,11 sostuve una charla sobre los lectores de historieta que hubo en la época de Santo, del estilo y de la carga ideológica del medio, del arraigo de este héroe en la cultura mexicana y el vínculo que crea entre la fantasía y la realidad. Armando Bartra, coautor de la investigación más completa sobre la vida de la historieta en nuestro país, Puros cuentos. La historia de la historieta en México,12 me obsequió información invaluable sobre Santo y su existencia en la historieta.

      Entre los trabajos sobre el Enmascarado, como se puede constatar, predominan las publicaciones en periódicos y revistas, entrevistas, artículos y crónicas; creo que esta investigación se justifica también por la carencia de estudios publicados con rigor, aunque surgen cada vez más tesis de grado y posgrado tanto nacionales como en otros países sobre personajes de lucha libre desde distintas disciplinas.

      En la medida de lo posible he intentado cerciorarme de lo concerniente al Enmascarado y, cotejando diversas publicaciones, encontré incluso novelas como Xanto, novelucha libre de José Zárate,13 entrevistas como la de Elena Poniatowska en el primer tomo de Todo México,14 así como artículos o crónicas en libros, revistas y periódicos, además de varias biografías difíciles de conseguir.15

      Existen algunos ensayos clásicos, como el de Carlos Monsiváis en Los rituales del caos16 que dedica un apartado que contiene una sustancial crónica en el capítulo “La hora de la máscara protagónica”, con datos biográficos tanto del hombre como del luchador; del personaje de historieta como del personaje cinematográfico, y de la “supervivencia” de Santo como mito, como ícono de nuestra cultura. La mencionada Irene Herner en su libro Mitos y monitos... trata brevemente al Santo de historieta y su acercamiento al paradigma de la “norteamericanización” sin perder de vista su poder para identificarse con la cultura mexicana.

      De 2004 a la fecha han surgido referencias imprescindibles que tocan la imagen del Enmascarado. Podríamos resaltar la revista Luna córnea, que publicó en su número 27 un especial de lucha libre. Mencionemos otras publicaciones como El futuro más acá, coordinada por Itala Schmelz,17 que indaga en la ciencia ficción autóctona, donde Santo forma parte del objeto de estudio. Ya en 2009 surgió un libro de lujo dedicado a nuestro héroe titulado Santo, el Enmascarado de Plata. Imágenes, coordinado por Lydia Gabriela Olivares,18 que consiste en una formidable recopilación de fotografías recuperadas incluso de los archivos familiares.

      Santo ocupa un lugar en el contenido del libro del español Sergi Sánchez, El libro gordo de los superhéroes: de Santo el “Enmascarado de Pla-

      ta” a Batman “El Hombre Murciélago”,19 donde intenta una recopilación de los superhéroes más importantes de nuestra cultura, de la historieta, del cine y la televisión; el autor traza un panorama del surgimiento de cada paladín de la justicia y la respectiva ficha técnica de las obras. Vale mencionar unas líneas en este libro sobre Santo y su “cine frijol” a propósito del comentario de José Luis Guarner: “El encanto de los filmes fanta-mexicanos procedía de una mezcla de analfabetismo e inocencia virginal que los rebozaba del espíritu del cine primitivo”; Sergi Sánchez lo cuestiona con la metáfora del frijol: “un frijol siempre será un frijol, es decir, un buen paladar no puede dejárselo perder, y esa no es precisamente una decisión analfabeta”.

      Como podemos ver, el análisis

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