Buscando un bebé. Jessa James

Чтение книги онлайн.

Читать онлайн книгу Buscando un bebé - Jessa James страница 8

Автор:
Серия:
Издательство:
Buscando un bebé - Jessa James

Скачать книгу

en el trabajo; todavía no había firmado con Bryce y tengo una reunión de trabajo más tarde.

      Luego pensé en Mason y Alex, mis dos mejores amigos. Tengo compañeros de trabajo, pero soy muy quisquilloso al escoger con quién pasar mi tiempo libre. Mason es alérgico al compromiso, una nueva chica cada noche. No podía creer que tuviera las agallas de acusarme de solo estar con chicas por una noche.

      Y Alex… Alex parecía irle bien con las mujeres, pero ese maldito era muy secretista. Podría estar follando con mi mamá, mi hermana y mi abuela y nadie lo sabría. Pero como sea, es un tipo estable. Siempre aparece cuando dice que lo hará, aunque el evento sea el velatorio de mi abuelo.

      Solía tener más amigos cuando estaba en la universidad, pero eventualmente se alejaron, conocieron sus parejas y se casaron… eventualmente desaparecieron. Mason y Alex eran los únicos que seguían solteros, además de mí.

      Tristemente, eso es de lo único que tengo que preocuparme. Hago ejercicio, hago bien mi trabajo y paso el tiempo con mis amigos. Mi vida es algo vacía, si soy honesto conmigo mismo. A los treinta y cinco, definitivamente pensé que estaría casado y tal vez comenzando una familia.

      En realidad, eso es lo que me dejó en shock cuando Emily me dejó. Recuerdo que Emily encontró los documentos que tenía para un viaje solo que tenía planificado para Machu Picchu.

      “¿No planeabas decírmelo?” pregunta Emily, lanzándome los documentos cuando estoy en el sofá. Ya llevábamos casi tres años saliendo, lo suficiente para reconocer su ira.

      “Ohh… digo, es dentro de tres meses”, dije yo, sentándome.

      “¿Qué significa eso?” explota Emily. Ahora sí está muy enojada, su cola de caballo rubia se tambaleaba con cada movimiento. “En serio, ¿cómo podías no contarme sobre esto? O… espera, ¿ya estás saliendo con otra mujer? ¿¿Dios mío, me estás engañando??”

      “Wow, wow. Primero que todo, no. Segundo, ¿con qué tiempo?” dije yo a la defensiva. “Solo digo… ya sabes, es en el futuro. ¿Quién sabe qué sucederá entonces?”

      Emily me mira y me señala.

      “¿Estás cuestionando lo que sucederá en tres meses en nuestra relación?”

      “No…” dije yo con culpa. Emily me mira por un segundo y yo comienzo a cuestionarme si ella puede leer mis malditos pensamientos. Porque dije que no, pero a lo que me refería era… quizás.

      “¿Sabes qué? Eso es todo. Cuando vayas a trabajar, yo me iré. No te preocupes en discutir, porque no quiero escucharlo.”

      “Espera. Emily…”

      Emily bajó por las escaleras y escuché la puerta cerrarse. Esa sería la puerta al dormitorio.

      Demonios.

      Ese día fui a trabajar. Supuse que haría lo que siempre hacía, irse de compras y hacer ejercicio. Luego todo estaría bien. Le envié flores del trabajo, algo que pensé que era un bonito detalle.

      Solo que llegué y encontré la casa destrozada, sus llaves en el mostrador y una nota.

      No vuelvas a llamarme NUNCA.

      Arrugué la cara mientras escuchaba a Kendrick Lamar y luego apagué el rap. Finalmente subí las escaleras y agarré mi iPod mientras salía. Salí y comencé a correr con todas las otras personas ricas en el vecindario de Buckhead. Comienzo de nuevo el rap, escuchando a Drake hablando de cómo se hizo famoso.

      Sé que las cosas con Emily se arruinaron por mi culpa. Eso me quedó claro, luego de muchas noches quejándome al respecto con mis amigos. Alex y Mason escuchan, pero no tienen miedo de responder mis preguntas.

      Así que, aquí estoy, un nuevo… bueno, un soltero no tan nuevo merodeando. La otra noche fui encantado por Cady… a pesar de que ella no es mi tipo. Rubia, delgada, agradable… ninguna de esas palabras aplicaba con Cady.

      Tal vez eso era algo bueno, pienso yo. Tal vez necesito a alguien que no sea de mi tipo.

      Intento imaginarme saliendo con Cady, sosteniendo su mano. Casándome con ella, mirando su rostro detrás de un velo. Cady en el hospital teniendo nuestro bebé.

      No puedo verlo, pero nunca he podido verlo, en realidad, con nadie. Quizás por eso sigo solo a esta edad. Tal vez solo necesito escoger a alguien con quien valga la pena gastar mi tiempo y energía y comprometerme con ella.

      Acelero el ritmo, corriendo hasta que ya no puedo pensar.

      4

      Cady

      Logro llegar hacia el estacionamiento de mi trabajo y me estaciono en mi lugar designado antes de rendirme. Apago mi coche mientras las lágrimas calientes y saladas caen por mis mejillas.

      Por supuesto, el objetivo es no llorar… pero si tengo que hacerlo, este es el lugar. Sola en mi coche, en la oscuridad del estacionamiento, aquí estoy segura. Me inclinó y apoyo mi cabeza en mis brazos, los cuales están sobre el volante de mi Mercedes. Mientras lloro, mis lágrimas caen en mi regazo y mojan mi vestido blanco de seda.

      Estoy llorando porque acabo de visitar a la Dra. Altman, ella es mi endocrinóloga reproductor, es decir, mi gurú de la fertilidad. Desafortunadamente, a pesar de lo buena que es, no hay una buena forma de hablar sobre mi situación. Vi moverse la boca de la Dra. Altman, pero todo lo que escuché es, “¡¡TE ESTÁS QUEDANDO SIN TIEMPO, CADY!!”

      El resumen de mi situación es que mis folículos ováricos se han reducido con la edad. Basándose en algunas fotografías de mis ovarios y de esos folículos en especial, la Dra. Altman predice que solo me quedan tres buenos años de fertilidad.

      Sentada en el duro plástico de la silla de su oficina de influencia sueca, yo comencé a hacer el cálculo. Aunque quedara embarazada hoy de alguna forma, eso me quitaría un año antes de pensar en volver a quedar embarazada. En mi cabeza tenía la familia perfecta planeada, tres niños con dos años de diferencia.

      Incluso tenía sus nombres: para niñas y niños.

      Asentí mi cabeza mientras la doctora intentaba consolarme, pero yo sé lo que estaba diciendo.

      Me estaba quedando sin tiempo.

      Todos los años en la universidad y en la escuela de leyes. Todas las noches que pasé intentando destacar como socia los primeros tres años. Todas las veces que doblé mis métodos anticonceptivos porque quedar embaraza hubiera sido un desastre…

      Todos esos momentos regresaron a mi mente en la oficina de la doctora Altman. Ella aprieta mi codo y me dice por última vez que todo estará bien. Me encuentro preguntándome cuántas veces le dice eso a los pacientes mientras avanzo por el vestíbulo.

      Entro en mi Mercedes, cubriendo mis ojos por el sol y haciendo una mueca por lo calientes que están los asientos. Sé que estoy en shock. Solo me toma un momento antes de asimilarlo. Veinte minutos para ser exactos.

      Y ahora aquí estoy, buscando en mi guantera el paquete de toallitas que guardaba ahí. Las encuentro y las saco, limpiándome los mocos

Скачать книгу