E-Pack HQN Susan Mallery 1. Susan Mallery

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E-Pack HQN Susan Mallery 1 - Susan Mallery Pack

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corazón hasta el punto de que ese dolor se hubiera vuelto irreversible.

      Respiró hondo, apartó todos los recuerdos del joven Tucker y estiró los hombros.

      –Como puedes ver en mi curriculum, he estado ocupada. Al terminar la universidad, trabajé en Carolina del Sur durante un par de años aprendiendo todos los aspectos de la construcción. Construimos muchos espacios comerciales y, antes de marcharme, estuve al cargo de un edificio de cinco plantas.

      Tal vez para él eso resultaba insignificante, pero para ella era todo un orgullo.

      –Lo terminamos antes de tiempo y por debajo del presupuesto inicial con los mejores resultados de inspección que la empresa había tenido nunca.

      Él asintió, como si ya supiera todo eso.

      –¿Por qué no te quedaste? Seguro que no querían que te marcharas.

      –No, pero yo quería volver a casa.

      –¿Raíces?

      –Sí –él nunca había experimentado lo que era establecerse en un mismo lugar, ya que había crecido por todo el mundo, dado que Construcciones Janack era una multinacional. Recordaba cómo Tucker le había hablado sobre veranos en Tailandia e inviernos en África.

      Sintió el peligro de adoptar una actitud demasiado personal y se recordó que quería ese trabajo.

      –Desde que he vuelto a Fool’s Gold me he ocupado, principalmente, de proyectos pequeños, como algún que otro residencial. He trabajado con cuadrillas de obreros de distintos tamaños y entiendo los códigos de construcción locales y estatales –siguió hablando y dando ejemplos de sus diversas habilidades.

      –El equipo que trabajará aquí es uno de nuestros mejores. Llevan juntos mucho tiempo y no aceptan bien a los intrusos.

      –¿Con eso de «intrusos» quieres decir «mujeres»?

      Tucker se recostó en su silla y le lanzó otra de sus matadoras sonrisas.

      –Construcciones Janack es una empresa que aboga por la igualdad de oportunidades y que cumple todas las directrices laborales, tanto federales como estatales.

      –Muy políticamente correcto. No me da miedo un equipo de hombres, si eso es lo que quieres decir. Crecí con tres hermanos mayores.

      –Lo recuerdo. ¿Cómo está Ethan?

      –Bien. Casado. Feliz. Si vas a estar por aquí un tiempo, deberías ponerte en contacto con él.

      Sin embargo, si los mandamás así lo decidían, Tucker estaría allí solo para contratarla y después se marcharía a cualquier otra parte del mundo.

      –Lo haré. Estaré aquí durante la fase inicial de la construcción.

      «¡Maldita sea!».

      –Trabajas para Ethan –dijo Tucker–. ¿Por qué quieres venir a trabajar para mí?

      No quería. Quería trabajar para su padre, pero esa no era una opción.

      –Estoy buscando un desafío –dijo admitiendo la verdad.

      –¿Has visto la magnitud del proyecto?

      Ella asintió. Construcciones Janack había comprado alrededor de cien acres al norte del pueblo. Iban a construir un resort y un casino en una zona india y, además, la empresa le había arrendado unos acres adicionales a un promotor especializado en centros comerciales, lo cual tenía a la población femenina emocionada y expectante.

      –Deberíamos hablar de ello.

      Nevada lo miró preguntándose por qué ese proyecto de construcción merecía un gesto tan serio por su parte, pero entonces lo supo: «ello» no se refería al trabajo.

      –No –luchó contra las ganas de levantarse y apartarse–. Sucedió hace mucho tiempo.

      –Nevada... –comenzó a decir él en voz baja.

      –No. Ya ha pasado. No significó nada.

      Él enarcó las cejas.

      –¿En serio?

      ¿Por qué no podía ser como el resto de los hombres del planeta y evitar hablar de algo incómodo? ¿Es que tenían que darle vueltas al pasado?

      –Tucker, eso sucedió hace diez años y fueron cinco minutos difíciles e incómodos en mi vida. En serio, no importa.

      –¿Así es como lo ves?

      –Eso fue lo que sucedió. Estabas borracho, yo era... –apretó los labios. Bajo ningún concepto pronunciaría la palabra «virgen» en una entrevista de trabajo–. Déjalo estar.

      –No fueron cinco minutos. Yo nunca...

      –¡Oh, Dios mío! –no pudo contenerse y se levantó–. ¿Se trata de tu ego? ¿No puedes soportar el hecho de que nuestro breve encuentro sexual de hace una década sea un mal recuerdo para mí? Madura, Tucker. No es importante. No pienso en ello. He venido aquí por una entrevista de trabajo, no para... –se detuvo, aunque tuvo la sensación de que ya era demasiado tarde–. También éramos amigos por entonces, ¿es que no podemos recordar eso?

      Él se levantó.

      –Tú no nos veías como amigos. No, después.

      No era una persona gritona y esa fue la única razón por la que no le gritó. Por el contrario, se obligó a mostrarse absolutamente calmada y a no perder el control.

      –¿Tienes alguna otra pregunta sobre mi experiencia laboral?

      –No.

      –Pues, entonces, ha sido un placer volver a verte, Tucker. Gracias por tu tiempo.

      Y con eso, se giró y salió de la sala de reuniones. Mantuvo la cabeza alta y los hombros echados hacia atrás, y así, nadie que estuviera mirándola podría haber adivinado que, por dentro, se sentía humillada y hundida.

      Tener que revivir aquella vergonzosa noche con Tucker ya era suficientemente malo, pero perder la oportunidad de alcanzar el trabajo de sus sueños era aún peor. Había querido la oportunidad de trabajar con Construcciones Janack. Eran una gran compañía y ella habría podido ampliar sus miras profesionales sin tener que salir de Fool’s Gold. Pero ahora, él la ignoraría sin tener en cuenta sus aptitudes, ¡muy típico de un hombre! ¡Qué injusticia!

      Se giró y volvió a la sala de reuniones, donde la puerta seguía abierta. Vio a Tucker guardando una carpeta en su maletín; la carpeta que contenía su curriculum, la misma que contenía los papeles que representaban sus sueños y esperanzas.

      –Soy buena en lo que hago. Me esfuerzo mucho y conozco este pueblo –le dijo cuando él alzó la mirada y la vio–. Entiendo a la gente que vive aquí y podría haber sido una gran aportación para la empresa, pero eso no va a pasar, ¿verdad? Y todo por un acto insignificante que sucedió hace años. ¡Eso sí que es integridad!

      Tucker vio a Nevada darle la espalda por

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