Al oriente del Edén. Francisco López Taboada

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Al oriente del Edén - Francisco López Taboada

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géneros y especies. Finalmente Dios reposó de sus obras y santificó el reposo como ejemplo para nosotros.

      El hombre aparece como fruto del amor de Dios hacia sus criaturas, como pináculo de la creación, hecho a imagen de Dios le dio de su propia esencia de vida, le hizo virrey de lo creado y le dio potestad para gestionar y administrar su creación; y finalmente lo bendijo con una bendición especial, la cual le permitió participar y compartir el mismo reposo del Creador: utilizando el tiempo y la vida que recibió, gozando de la vida en comunión con El, investigando y descubriendo su creación, ínter-actuando y aprendiendo a través de sus experiencias y manteniendo una relación personal y natural con el Creador.

      En el 2º relato sobre la historia de la Creación en el Génesis, Dios, como arquitecto, nos sigue revelando el gran proyecto de su creación y en especial su gran obra: “el hombre”. Dios responde aquí a nuestras típicas preguntas existenciales:

      ¿De dónde venimos?; ¿cuál es nuestro origen?; ¿qué propósito y razón de ser tiene el hombre?; ¿y la mía en particular?; ¿qué es la vida?; ¿qué es la muerte, por qué y para qué?; ¿Cuál es nuestro destino después de la muerte?

      En los Capítulos 2:4 al 4:26 Dios como Padre nos habla y contesta a través de su relato en lo que llamamos la 2ª historia de la Creación: de la razón de ser, de la definición de su vida y del propósito original del hombre:

       Que somos fruto de su amor.

       Para el gozo de Él.

       Para disfrutar y compartir los dones que Él nos ha dado.

       Para mantener una relación estrecha, íntima y personal con Dios.

      Sólo si volvemos a nuestro Padre, podremos tener un reencuentro real con la vida y la plenitud de ella, con su verdadero significado. Dios nos proveyó de un entorno extraordinario: De la vida, de la fuente de la vida, de una ayuda idónea... y a pesar de nuestra transgresión ante la Ley del Señor, nos provee una restauración con Él por medio de un Nuevo Pacto: EL GRAN PACTO DE DIOS.

      En el presente volumen sólo trataremos sobre el tercer relato del libro de Génesis.

      En el 3er relato sobre la historia de la Creación, capítulos 5:1 al 9:29, los grandes patriarcas son un ejemplo de prudencia y piedad para sus contemporáneos, y de bendición, con sus vidas prolongadas para testimonio en todos los tiempos: “Enoc caminó con Dios”, Matusalen – su hijo – convivió, durante la construcción del Arca, junto con su hijo Lamec, su nieto Noé y sus biznietos Sem, Cam y Jafet. ¡¡Todo un ejemplo para nuestra generación!!

      La gran destrucción del diluvio nos muestra el juicio de Dios, pero nos provee de una salvación: “Su arca”, donde somos rescatados y preservados del juicio. Se inicia aquí un nuevo pacto que Dios establece con Noé y sus descendientes. Dios pone su sello del pacto establecido con Noé en el arco iris. Cuando lo veamos en el cielo, recordemos que Dios permanece fiel a sus promesas. De la misma manera, en el Nuevo Pacto la sangre de Jesucristo, que “nos limpia de todo pecado”, es tipo del Arca de Noé.

      Si el arco iris es el sello y señal del pacto de Dios con Noé, la Santa Cena es el sello del Nuevo Pacto que el Señor Jesucristo estableció con sus discípulos, para recordar su muerte a cambio de nuestra vida.

      En los siguientes volúmenes de esta obra seguiremos con las tres grandes historias restantes del Génesis:

      La 4ª gran historia del Génesis que encontramos en el 10:1 al 25:11, nos relata el llamamiento que Dios hace de los hebreos desde las naciones gentiles. Nos encontramos con las generaciones de los hijos de Noé y de Sem, así como las generaciones de los hijos de Taré: Abraham, Isaac y su descendencia. La enseñanza principal que la Escritura nos enseña aquí es el auténtico fundamento de la vida.

      La 5ª historia la encontramos en Génesis 25:12 al 35:29, y nos describe el mantenimiento de la visión hebraica y su posterior desarrollo hasta llegar a ser el pueblo de Israel. Conoceremos las generaciones de Ismael y de Isaac y su historia y aprenderemos sobre la naturaleza y las condiciones para obtener la bendición de Dios.

      La 6ª y última gran historia del Génesis la encontramos en los capítulos 36:1 al 50:26. Recordaremos la historia de los primeros israelitas en Egipto, el imperio donde entraron como un minúsculo pueblo y saliendo de allí como principio de una gran nación. Veremos las generaciones de Esau, y la vida y las generaciones de Jacob.

      Viviremos sus luchas y sus éxitos, pero también sus frustraciones y fracasos; y comprobaremos que eran muy semejantes a los nuestros. Veremos el encuentro de Jacob con el que hasta ese momento era el Dios de sus padres, y cómo a partir de un momento, llega a ser su Dios, y su Señor y compañero de viaje. El tópico principal que veremos aquí es el sendero de Israel hacia el gobierno y administración mundiales, con el fin de llegar a ser guía, sal y luz a las naciones. Pero esto ya lo iremos viendo a medida que vayamos caminando juntos.

      El Tercer Gran Relato del Génesis Génesis 5: 1 - 32

      1 Introducción al Tercer Relato - 5: 1 y 2

      2 La Carta Magna de la Humanidad - 5: 1 - 5

      3 Los Grandes Patriarcas de la Antigüedad y su Legado - 5: 1 - 20

      4 Hechos Notables de los Grandes Hombres de Fe - 5: 21 - 32

      CAPÍTULO 1

      Génesis 5: 1 - 2

      “Este es el relato escrito de los descendientes de Adán. Cuando Dios creó a los seres humanos, los hizo para que fueran semejantes a Él mismo. Los creó hombre y mujer, y los bendijo y los llamó «‘Haadam’ (seres humanos)».’’ (Gén. 5: 1-2 / NTV)

      En el capítulo 5 de Génesis empezamos con “LA TERCERA GRAN HISTORIA DEL GÉNESIS”, que se extiende desde el primer versículo del capítulo 5, hasta el verso 29 del capítulo 9 (5:1 al 9:29). Algunos comentaristas bíblicos lo describen igualmente como el ‘tercer relato de la creación’, dado que los primeros versículos comienzan recordando nuevamente la creación de adán y Eva y las bendiciones con las que el Señor les colmó, así como la destrucción de la vida en la tierra por un diluvio de carácter universal y su restauración a través de Noé y su familia.

      En todo caso, esta tercera historia del Génesis tiene una entidad propia bien diferenciada respecto a las otras dos historias anteriores del Génesis, que son a su vez relatos sobre la obra de creación especial del Universo de parte del único Creador y Dios, YAWEH, ELOHIM (Jehová, el Señor).

      Recordemos que en el primer relato (1:1 al 2:4), además de una descripción relativamente detallada sobre la obra creada, el tópico principal era el hombre como pináculo de la creación, creado a imagen de Dios, según su semejanza.

      En el segundo relato (2:4 al 4:29) pudimos apreciar que el tópico principal es el hombre, pero esta vez desde la perspectiva de su razón de ser o existir, la definición de su vida, y la definición de su muerte.

      Aquí, en el tercer relato (5:1 al 9:29), conoceremos más descendientes de Adán, así como las generaciones de Noé; y de todas ellas, obtendremos grandes lecciones prácticas para aplicarlas a nuestras vidas. El tópico principal en este tercer relato

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