Al oriente del Edén. Francisco López Taboada

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Al oriente del Edén - Francisco López Taboada

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La muerte segunda corresponde a la muerte espiritual. Esta es la auténtica muerte porque mantiene alejado al ser humano de su Creador y Señor, ya que sin Él, carece de sentido su existencia y propósito para su vida. La Biblia aclara que quien no conoce a Dios, sus delitos y transgresiones le hacen estar muerto para Él. En la Biblia hay 5 textos que hablan explícitamente sobre la muerte segunda: Apocalipsis 20:14; 21:8; 2:11; 20:6 y Judas 1:12. Jesús y sus apóstoles se refirieron a ella en multitud de ocasiones. En 1ª Juan 5:4 Jesús promete a los creyentes, como a vencedores, que no experimentarán el lago de fuego. La segunda muerte es exclusivamente para quienes han rechazado a Cristo. No es un lugar al que los creyentes en Cristo deben temer. A esa muerte se refiere Pablo en Romanos 6:23a: «porque la paga del pecado es muerte», a la muerte segunda, la muerte espiritual, la ruptura de la ˝relación˝ con Dios.

      – La quinta y última consideración que mencionaremos aquí respecto a la muerte está relacionada con el texto completo de Romanos 6:23: «porque la paga del pecado es muerte, pero la dádiva de Dios es vida eterna en Cristo Jesús, Señor nuestro». Si bien la consecuencia de la rebeldía y la desobediencia contra Dios produjo la muerte de manera fulminante, la Ley dada a Moisés nos permitió conocer el alcance del desastre universal provocado por el pecado; pero por el amor del Padre y a través de la obra de Cristo en la cruz, Dios nos ha preparado el mayor regalo que nadie jamás ni siquiera pudo haber imaginado: La vida eterna para todo aquel que en Él cree.

      El don de Dios de la vida eterna y el juicio venidero debería desafiarnos a los creyentes a compartir nuestra fe con otros. Hay una enorme diferencia entre el destino final de quienes conocen a Cristo y de aquellos que aún no han tomado esa decisión.

      Momento de Reflexión:

       ¿Qué implicaciones crees que puede tener para tu vida diaria pensar que eres el motivo principal de la creación de Dios?

       ¿Qué relación encuentras entre la Carta Magna y la obra de Cristo en la cruz del Calvario?

       ¿Qué representa para ti convertirte en un hijo de Dios y llegar a formar parte de su familia?

       ¿El miedo a la muerte primera te nubla aún la vista y te impide gozar del gran regalo de la vida eterna que Dios ha preparado en exclusiva para ti?

       CAPÍTULO 3

      Génesis 5: 1 - 20

      “Cuando Adán tenía ciento treinta años, fue padre de un hijo que era igual a él, su viva imagen, y lo llamó Set. Después del nacimiento de Set, Adán vivió ochocientos años más y tuvo otros hijos e hijas. Adán vivió novecientos treinta años y después murió. Cuando Set tenía ciento cinco años, fue padre de Enós. Después del nacimiento de Enós, Set vivió ochocientos siete años más y tuvo otros hijos e hijas. Set vivió novecientos doce años y después murió.’’ (Gén. 5: 3-8 / NTV)

      Desde el principio de esta tercera historia nos encontramos con una nueva genealogía de la que podremos aprender muchas y grandes cosas para nuestra edificación espiritual. El Evangelista Lucas retoma precisamente esta genealogía para investigar el árbol genealógico de Jesús, partiendo de Adán hasta llegar a su padre adoptivo José, esposo de María (Lucas 3:23-38). Solo que en la del capítulo 5 del Génesis el autor se queda en las generaciones “pre diluvianas”, hasta Noé y sus tres hijos.

      Son muchas las cosas que nos llaman la atención de los primeros versículos. Una de ellas es la insistencia con la que el Espíritu Santo nos recuerda por tercera vez (por si a alguien le quedaba alguna duda aún), que fue Dios nuestro Señor quien creó al ser humano y todo lo que nos rodea en este mundo, y que fue sólo Él quien diseñó su constitución (o construcción) tal como la conocemos hoy. De ello hablaremos más adelante.

      Igualmente, que el presente relato no es el resultado de leyendas de hombres, pasadas de ‘boca a oreja’ durante generaciones y escrito en tiempos muy posteriores o modernos, como algunas personas necias afirman para su propia desorientación. En el preámbulo del capítulo 5, el Génesis cuenta que se trata de un relato escrito, es decir, de un libro. Este fue escrito de puño y letra por Moisés (junto a los otros cuatro libros), mediante manifestación ‘presencial’ del Todopoderoso, e inspirado y corregido por el propio Espíritu Santo. Así mismo, a lo largo de todo el capítulo 5, el autor nos describe a los grandes patriarcas de la antigüedad y nos deja algunos detalles de sus vidas como un gran legado para la humanidad.

      Esto nos permite entrever algunos hechos notables de los grandes hombre de fe que vivieron antes del Diluvio. Sí de la línea genealógica de Caín aprendimos algo de lo que debemos evitar, de la línea genealógica de Set, el Espíritu nos enseña las buenas cosas que debemos imitar.

      A partir de Adán y siguiendo la línea genealógica de Su hijo Set, el capítulo 5 menciona el nombre de 10 varones (incluido el de Adán), que son considerados los 10 grandes patriarcas de la humanidad, en los tiempos anteriores a la gran devastación universal del diluvio. Todos ellos han sido considerados grandes hombres de fe, temerosos de Dios y sabios, por su prudencia y piedad durante el tiempo que les tocó vivir, el cual no fue poco. Por eso todos ellos se ganaron un lugar preeminente en las Escrituras, ocupando ellos solos los 32 versículos que componen el capítulo 5 del primer libro de Moisés.

      Sobre la persona de Adán y sus hechos ya hemos hablado en meditaciones pasadas, como padre de la humanidad (en el capítulo anterior hablamos así mismo sobre el título de ‘hijo de Dios’ que la Escritura le otorga). El segundo gran patriarca que aparece en los versículos del 1 al 20 es Set, tercer hijo de Adán y Eva que se menciona en la Palabra, el cual es considerado en las Escrituras como un un gran patriarca de la antigüedad sustituyendo a su hermano Abel, quien aparece como primero de la lista de los héroes de la fe de todos los tiempos en Hebreos 11.

      El tercero es Enós, hijo de Set y por tanto, uno de los muchos nietos que tuvieron Adán y Eva. En su tiempo se empezó a adorar a Dios, invocado su nombre por primera vez. Otros posiblemente utilizando el nombre de Dios en vano. Cainán es el cuarto patriarca de la antigüedad, del cual poco sabemos por las Escrituras, excepto que tenía 70 años cuando tuvo a Mahalaleel, quien fue otro patriarca de renombre, y que murió como el resto de los mortales, después de haber vivido 910 años. Eso, como veremos, es un hito en sí mismo que marcó la vida de los seres humanos que vivieron antes de producirse el gran cataclismo del Diluvio Universal.

      El siguiente gran patriarca del que hacen mención las Escrituras es Mahalaleel, quien vivió 895 años. Parecería que la lejanía del «árbol de la vida» empieza a hacer mella en la longevidad del ser humano sobre la tierra. Vivir 895 años es muchísimo si lo comparamos con la esperanza de vida media del hombre actual, pero comparándolo con sus antepasados llama a creer que la cosa empezaba a decaer. Pero cuando todo el mundo pensaba que el acortamiento de los años de vida debía ser lo esperado, con el nacimiento de Jared surge algo que nadie se esperaba. Los años de vida vuelven a alargarse y Jared muere a los 962 años, más aún que el primer hombre, Adán.

      No sabemos cuántos años hubiera podido vivir aquí su hijo Enoc, ya que el Señor se lo llevó a su presencia sin haber pasado por los rigores de la muerte, pero su nieto Matusalén lo superó y rompió todos los récords de longevidad. Con 969 años de vida se convirtió en el hombre más longevo de todos los tiempos, hasta hoy.

      Finalmente nos encontramos

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