Al oriente del Edén. Francisco López Taboada

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Al oriente del Edén - Francisco López Taboada

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es en los pasajes que se habla de Set donde posiblemente más se manifiesta una sincera conducta de amor y fidelidad a Dios, que refleja en su vida el carácter de un Dios compasivo y Misericordioso. Set asumió ocupar el lugar de su hermano Abel con mansedumbre como lo hizo el Señor, quien ocupó nuestro lugar en la cruz, y supo iniciar a sus descendientes en el temor de Dios y la esperanza de salvación.

      BUSCARON CON INSISTENCIA MANTENER LA ‘RELACIÓN’ CON DIOS

      Fue en los tiempos de Enós que las Escrituras dan fe de que los seres humanos empezaron a invocar el nombre del Señor; de modo que en medio de una generación corrupta que vivía de espaldas a Dios, mientras unos desarrollaban una sociedad cada vez más auto-complaciente, violenta y viviendo sólo para los deseos y gustos personales (donde el nombre de Dios era usado de forma vana), los patriarcas aprendieron a humillarse y buscaron restablecer la comunión con el Señor, y condujeron a sus familias a establecer un culto de adoración a Dios, santo y que fuera de su agrado.

      Mientras los descendientes de Caín se dedicaron a prácticas religiosas cúlticas (desarrollando la tecnología sobre los metales, la madera y los materiales orgánicos) para adorar a otros ‘dioses’ ajenos a Jehová, los patriarcas descendientes de Set restablecieron y mantuvieron la comunión con el Señor invocando su nombre y promocionaron el culto público comunitario, honrando y alabando al Señor de manera racional.

      ENCONTRARON EN DIOS SU PRINCIPAL REFUGIO

      Con Cainán aprendieron a encontrar en Jehová su refugio seguro, castillo fuerte y esperanza en quién confiar. Entendieron que no era suficiente con restablecer la relación, sino mantenerla de una manera permanente. La sed no se sacia con beber una vez, sino con mantenerse bien hidratado. Siempre decimos que es importante servir al Señor, pero para ello es necesario confiar en Él. Es muy difícil hacer un servicio con excelencia si no confiamos en la persona a quien estamos sirviendo, porque más tarde o más temprano encontraremos algún motivo por el cual no seguir escrupulosamente las instrucciones que nos ha dado el patrón. Por el contrario, los grandes hombres y mujeres de Dios supieron resituar a Dios en el centro de su existencia e hicieron de Jehová el principal refugio para sus almas.

      SUPIERON TRANSMITIR LA PIEDAD Y EL TEMOR DE DIOS A SUS DESCENDIENTES

      Aunque comentamos sobre ello cuando hablamos de Mahalaleel, esta es una cualidad que supieron desarrollar todos los grandes hombre de fe. Vivimos en un mundo tan agitado y lleno de prisas y obligaciones que, aún a pesar de considerar muy importante la formación cristiana apostólica de nuestros hijos, no nos aseguramos lo suficiente de que estén recibiendo de manera equilibrada todo el alimento espiritual que necesitan, en medio de una sociedad tan voraz, sin valores morales y llena de contradicciones.

      No dejemos esta labor a otros —inclusive a sus maestros o pastores, que desean su bien—, ni tampoco para más adelante. Esta es una responsabilidad ante el Señor que tenemos los que somos padres… y no sólo los padres, también los abuelos. Los patriarcas supieron educar a sus hijos en la fe, la piedad y el temor de Dios.

      LA BENDICIÓN DE UNA VIDA PROLONGADA

      Podemos decir que todos los grandes patriarcas de la antigüedad disfrutaron de la bendición de una larga vida. Jared fue el segundo personaje (después de Matusalén) que tuvo una vida más prolongada en la historia de la humanidad. Entendemos que la vida en sí misma es un don de Dios, por lo tanto, una laaaarga vida es un graaaan regalo de Dios. Sabemos también que este mundo está bajo los efectos del pecado y gobernado por Satanás, nuestro común enemigo.

      A causa de eso el Señor tuvo que reducir la vida del hombre sobre la tierra, con el fin de minimizar los efectos del pecado: el dolor, la enfermedad, la tristeza, la muerte. Mas el regalo precioso que Dios nos ha dado a los que creemos en Cristo es una vida eterna donde no habrá más tristeza, ni llanto, ni dolor, ni enfermedad, y donde la muerte y el Hades habrán sido destruidos; y donde tampoco habrá más oscuridad, y no habrá más necesidad de sol ni luna, porque Jesús, que es nuestra luz; Él llenará el universo con su luz.

      CAMINARON EN ÍNTIMA COMUNIÓN CON DIOS

      Del patriarca Enoc se nos dice repetidamente en las Sagradas Escrituras que caminó con Dios y desapareció de entre los mortales porque el Señor se lo llevó consigo. Aprendió a vivir la vida que le tocó en su tiempo en íntima comunión con el Señor. Todos los días de su vida eran como un libro abierto a los ojos de Dios. Tendemos a pensar que si nuestras circunstancias mejorasen seguramente mantendríamos una relación más íntima con el Señor. Pero esto es totalmente erróneo. Tanto Enoc como el resto de los patriarcas que hemos visto vivieron circunstancias muy difíciles y algunos en tiempos muy peligrosos, pero supieron mantener la comunión con el Señor en todo momento y situación.

      No esperes un mejor momento para ser testigo del amor de Dios en tu vida, sino sé luz en el lugar donde el Señor te ha puesto, y en medio del tiempo y la circunstancia que te toque vivir.

      SE CONVIRTIERON EN AMIGOS DE DIOS

      El hecho de vivir en constante comunión con el Señor, tanto Enoc como el resto de patriarcas y grandes hombres de fe, esa ‘relación’ se transformó en amistad, transformándolos en verdaderos amigos de Dios. En nuestro caso podemos decir que entre no contristar al Espíritu Santo —tal como manda el Apóstol Pablo en Efesios 4:28-30—, y ser su amigo, existe una gran diferencia. Para ser amigos de alguien necesitamos como mínimo: conocerle bien, ser de su agrado, hablar mucho con él, escucharle más, desear estar a su lado, brindarle nuestra amistad, estar dispuestos a servirle en lo que pida, procurar que se sienta a gusto con nosotros, etc.

      Algo así sucede con el Espíritu Santo. Somos hijos de Dios porque hemos sido bautizados por Jesús con el Espíritu Santo de la promesa, procuramos no contristarle, hemos tenido momentos de su plenitud, y por supuesto, estamos llamados a intimar con Él como el mejor amigo. Pero, por supuesto, para eso tendremos que seguir entonces los pasos de la amistad que hemos mencionado antes.

      AVANZARON PERSISTENTEMENTE HACIA LA META DEL SUPREMO LLAMAMIENTO

      Todo lo que vivió Matusalén en su tiempo no fue ni mucho menos de color de rosa, especialmente cuando uno permanece en este mundo por un espacio de casi mil años. Tampoco lo fue para el resto de los patriarcas de la antigüedad, como también puede serlo para nosotros. Sin embargo supieron mirar hacia delante persistiendo en la meta según la promesa, mediante la fe, como viéndola y saludándola. La Biblia nos dice a este respecto: «Conforme a la fe murieron todos éstos sin haber recibido lo prometido, sino mirándolo de lejos, y creyéndolo, y saludándolo, y confesando que eran extranjeros y peregrinos sobre la tierra…. porque esperaba la ciudad que tiene fundamentos, cuyo arquitecto y constructor es Dios» (Hebreos 11:13 y 10).

      RECIBIERON EN VIDA UN GALARDÓN DE PARTE DE DIOS

      El mayor regalo que recibimos todos aquellos que hemos creído en Cristo es la vida eterna. No hay mayor galardón que ese. Sin embargo a Matusalén, Lamec y al resto de patriarcas que hemos visto, Dios les concedió un galardón en vida aquí en la tierra antes de morir. También se lo concedió a otros campeones de la fe como Abraham, Jacob, Moisés, Elías, Rut, Simeón, Elisabet, María, Esteban, Pedro, Pablo, y tantos otros que permanecieron firmes en la fe y la esperanza de la promesa Divina.

      A cada uno Dios le concedió el galardón que más podían esperar aquí en la tierra antes de morir, y quizás el que menos esperaban recibir. ¿Has pensado alguna vez qué es lo que más anhelas recibir de parte de Dios antes de partir a su encuentro? El Señor le dijo a Josué: «Esfuérzate y sé valiente, porque Yo estaré contigo donde quiera que vayas» (Josué 1:9). Dios le concedió su presencia en todo momento y en todo lugar donde fue. Salomón pidió sabiduría para gobernar al pueblo de Israel, y Dios

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