Doce Pasos y Doce Tradiciones. Anonimo
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Los Doce Pasos de A.A. son un conjunto de principios de naturaleza espiritual que, si se adoptan como una forma de vida, puede liberar al enfermo de la obsesión por beber y transformarle en un ser íntegro, útil y feliz.
Las Doce Tradiciones de A.A. se aplican a la vida de la Comunidad en sí misma. Resumen los medios por los que A.A. mantiene su unidad y se relaciona con el mundo a su alrededor, la forma en que vive y se desarrolla.
Aunque los siguientes ensayos estaban dirigidos principalmente a los miembros, muchos amigos de A.A. creen que pueden suscitar interés y tener aplicación fuera de la Comunidad.
Muchas personas, no alcohólicas, dicen que, como consecuencia de practicar los Doce Pasos de A.A. han podido enfrentarse a otras dificultades de la vida. Opinan que los Doce Pasos pueden significar más que la sobriedad para los bebedores problema. Los consideran como un camino hacia una vida feliz y útil para muchas personas, sean o no sean alcohólicas.
También hay un creciente interés en las Doce Tradiciones de Alcohólicos Anónimos. Los que se dedican a estudiar las relaciones humanas empiezan a preguntarse cómo y por qué funciona A.A. como sociedad. ¿Cómo es posible, se preguntan, que en A.A. ningún miembro puede imponer su autoridad personal a otro, y que no existe nada que se parezca a un gobierno central? ¿Cómo es posible que un conjunto de principios tradicionales, que no tienen ninguna fuerza legal, puede mantener la unidad y la eficacia de la Comunidad de Alcohólicos Anónimos? La segunda parte de este libro, aunque destinada a los miembros de A.A., ofrece por primera vez a los interesados una perspectiva íntima y detallada de la Comunidad.
Alcohólicos Anónimos empezó en 1935 en Akron, Ohio, como resultado de un encuentro entre un bien conocido cirujano de esta ciudad y un agente de bolsa de Nueva York. Los dos eran graves casos de alcoholismo e iban a convertirse en los cofundadores de la Comunidad de A.A.
Los principios básicos de A.A., tal como quedan hoy, fueron tomados en su mayor parte de los campos de la medicina y la religión, aunque algunas de las ideas que tuvieron una importancia decisiva para nuestro éxito se adoptaron como resultado de observar el comportamiento de la Comunidad y darnos cuenta de sus necesidades.
Después de tres años de pruebas y tanteos en busca de los principios más realizables que pudieran servir de base para la Sociedad, y tras muchos fracasos en nuestros intentos de conseguir que los alcohólicos se recuperasen, tres grupos lograron tener éxito—el primero en Akron, el segundo en Nueva York, y el tercero en Cleveland. Incluso entonces era difícil encontrar cuarenta personas con una recuperación segura en los tres grupos.
No obstante, la Sociedad incipiente se resolvió a poner por escrito su experiencia en un libro que por fin se publicó en 1939. En ese momento, contábamos con unos cien miembros recuperados. El libro se tituló “Alcohólicos Anónimos,” y de él tomó su nombre la Comunidad. En sus páginas se describía el alcoholismo desde el punto de vista del alcohólico, se estructuraron por primera vez las ideas espirituales de la Sociedad en los Doce Pasos, y se clarificaba la aplicación de estos Pasos al dilema del alcohólico. El resto del libro estaba dedicado a treinta historias o historiales en los cuales los alcohólicos hablaban de sus experiencias personales con la bebida y de su recuperación. Esto establecía una identificación con los lectores alcohólicos y les demostraba que lo que les había parecido casi imposible ahora iba a ser posible. El libro “Alcohólicos Anónimos” se convirtió en el texto básico de la Comunidad y todavía lo es. Este libro se propone ampliar y profundizar la comprensión de los Doce Pasos que aparecieron en la obra anterior.
Con la publicación en 1939 del libro “Alcohólicos Anónimos,” se puso fin a la época pionera y se inició una prodigiosa reacción en cadena según los alcohólicos recuperados llevaban el mensaje a otros más. Durante los años siguientes, decenas de miles de alcohólicos acudieron a A.A., principalmente como resultado de una constante y excelente publicidad que gratuitamente divulgaron las revistas y periódicos de todo el mundo. Tanto el clero como la medicina favorecieron el nuevo movimiento, dándole su aprobación pública y su apoyo decidido.
Esta asombrosa expansión trajo consigo graves dolores de crecimiento. Se había demostrado que los alcohólicos se podían recuperar. Pero no era nada seguro que tal multitud de personas todavía tan poco equilibradas pudieran vivir y trabajar juntos con armonía y eficacia.
En todas partes surgían amenazadores interrogantes en cuanto a los requisitos para ser miembro, el dinero, las relaciones personales, las relaciones públicas, la dirección de los grupos y los clubs y numerosas incertidumbres más. De esta vasta confusión de experiencias explosivas, tomaron forma las Doce Tradiciones de A.A. que se publicaron por primera vez en 1946 y fueron ratificadas posteriormente en la Primera Convención Internacional de A.A. celebrada en Cleveland en 1950. La sección de este libro que trata de las Tradiciones describe con bastante detalle las experiencias que contribuyeron a la concepción de las Tradiciones, y dieron así a A.A. su forma, su sustancia y su unidad actuales.
Al llegar ahora a su madurez, A.A. ha llegado a cuarenta países extranjeros. Al parecer de sus amigos, este no es sino el comienzo de su valioso servicio, único en su especie.
Se espera que este libro depare a todo aquel que lo lea una perspectiva íntima de los principios y fuerzas que han hecho de Alcohólicos Anónimos lo que es hoy día.
1 En 2014, se calcula que más de dos millones se han recuperado por medio de A.A.
Primer Paso
“Admitimos que éramos impotentes ante el alcohol, que nuestras vidas se habían vuelto ingobernables.”
¿A quién le gusta admitir la derrota total? A casi nadie, por supuesto. Todos los instintos naturales se rebelan contra la idea de la impotencia personal. Es verdaderamente horrible admitir que, con una copa en la mano, hemos deformado nuestra mente hasta tener una obsesión por beber tan destructiva que sólo un acto de la Providencia puede librarnos de ella.
No hay otro tipo de bancarrota como ésta. El alcohol, ahora convertido en nuestro acreedor más despiadado, nos despoja de toda confianza en nosotros mismos y toda voluntad para resistirnos a sus exigencias. Una vez que se acepta esta dura realidad, nuestra bancarrota como seres humanos es total.
Pero al ingresar en A.A. pronto adoptamos otra perspectiva sobre esta humillación absoluta. Nos damos cuenta de que sólo por medio de la derrota total podemos dar nuestros primeros pasos hacia la liberación y la fortaleza. La admisión de nuestra impotencia personal resulta ser a fin de cuentas la base segura sobre la que se puede construir una vida feliz y útil.
Sabemos que son pocos los beneficios que un alcohólico que ingrese en A.A. puede esperar, si no ha aceptado, desde el principio, su debilidad devastadora y todas sus consecuencias. Mientras no se humille así, su sobriedad—si es que la logra—será precaria. No encontrará la verdadera felicidad. Esta es una de las realidades de la vida de A.A., comprobada más allá de toda duda por una vasta experiencia. El principio de que no encontraremos una fortaleza duradera hasta que no hayamos admitido la derrota total es la raíz principal de la que ha brotado y florecido nuestra Sociedad.
Al vernos obligados a admitir la derrota, la mayoría de nosotros nos rebelamos. Habíamos acudido a A.A. con la esperanza de que se nos enseñara a tener confianza en nosotros mismos. Entonces, se nos dijo que, en lo concerniente al alcohol, la confianza en nosotros mismos no valía para nada; que de hecho era una gran desventaja. Nuestros padrinos nos dijeron que éramos víctimas de una obsesión mental tan sutilmente poderosa que ningún grado de voluntad humana podría