El Libro de Urantia. Urantia Foundation

Чтение книги онлайн.

Читать онлайн книгу El Libro de Urantia - Urantia Foundation страница 135

Автор:
Серия:
Издательство:
El Libro de Urantia - Urantia Foundation

Скачать книгу

(225.6) 3. Misiones de autootorgamiento. Cada Hijo Avonal se otorga a sí mismo, por lo menos una vez, en una carrera mortal en algún mundo evolucionario. Las visitas judiciales son numerosas, las misiones magisteriales pueden ser plurales, pero en cada planeta aparece sólo un Hijo autootorgado. Los Avonales autootorgadores nacen de una mujer así como Micael de Nebadon fue encarnado en Urantia.

      20:2.8 (225.7) No hay límite a la cantidad de veces que los Hijos Avonales pueden servir en misiones magisteriales y de autootorgamiento, pero generalmente, cuando se ha atravesado la experiencia siete veces, hay una suspensión en favor de aquellos que han tenido menos de tal servicio. Estos hijos de experiencia múltiple de autootorgamiento son entonces asignados al elevado concilio personal de un Hijo Creador, volviéndose así participantes en la administración de los asuntos de un universo.

      20:2.9 (225.8) En toda su tarea por los mundos habitados y en los mismos, los Hijos Magisteriales son asistidos por dos órdenes de criaturas de los universos locales, los Melquisedek y los arcángeles, mientras que en las misiones de autootorgamiento también les acompañan las Brillantes Estrellas Vespertinas, también de origen en las creaciones locales. En cada esfuerzo planetario, los Hijos secundarios Paradisiacos, los Avonales, están apoyados por el poder pleno y la autoridad de un Hijo primario Paradisiaco, el Hijo Creador de su universo local de servicio. Para todos los fines e intentos, su tarea en las esferas habitadas es tan eficaz y aceptable como lo sería el servicio de un Hijo Creador en aquellos mundos de habitación mortal.

      20:3.1 (226.1) Los Avonales son conocidos como Hijos Magisteriales porque son los altos magistrados de los reinos, los adjudicadores de las dispensaciones sucesivas de los mundos del tiempo. Presiden el despertar de los sobrevivientes adormecidos, juzgan el reino, terminan una dispensación de justicia suspendida, ejecutan los mandatos de una edad de misericordia probatoria, vuelven a asignar las criaturas espaciales del ministerio planetario a las tareas de la nueva dispensación, y regresan a las sedes de su universo local en cuanto completan su misión.

      20:3.2 (226.2) Cuando se sientan para juzgar los destinos de una edad, los Avonales decretan el destino de las razas evolucionarias, pero aunque puedan fallar la extinción de la identidad de criaturas personales, no ejecutan dichas sentencias. Los veredictos de esta naturaleza no son ejecutados sino por las autoridades de un superuniverso.

      20:3.3 (226.3) La llegada de un Avonal Paradisiaco a un mundo evolucionario para el fin de terminar una dispensación e inaugurar una nueva era de progresión planetaria no es necesariamente ni una misión magisterial ni una misión de autootorgamiento. Las misiones magisteriales son a veces las de autootorgamiento, las misiones de dotación son siempre autootorgamientos; o sea, durante tales asignaciones los Avonales sirven en un planeta en forma material —concreta. Sus otras visitas son «técnicas», y en esta función un Avonal no se encarna en el servicio planetario. Si un Hijo Magisterial viene solamente como adjudicador dispensacional, llega al planeta como ser espiritual, invisible para las criaturas materiales del reino. Dichas visitas técnicas ocurren repetidas veces en la larga historia de un mundo habitado.

      20:3.4 (226.4) Los Hijos Avonales pueden actuar como jueces planetarios antes de sus experiencias magisteriales o de autootorgamiento. En cada una de estas misiones, sin embargo, el Hijo encarnado juzgará la edad planetaria que está llegando a su final; del mismo modo lo hace un Hijo Creador cuando está encarnado en una misión a semejanza de la carne mortal. Cuando un Hijo Paradisiaco visita un mundo evolucionario y se transforma en uno de sus habitantes, su presencia termina una dispensación y constituye un juicio del reino.

      20:4.1 (226.5) Antes de la aparición planetaria de un Hijo autootorgador, un mundo habitado es generalmente visitado por un Avonal Paradisiaco en misión magisterial. Si ésta es una visita magisterial inicial, el Avonal siempre se encarna como un ser material. Aparece en el planeta de asignación como varón maduro de las razas mortales, un ser plenamente visible y capaz de hacer contacto físico con las criaturas mortales de su día y generación. Durante la entera encarnación magisterial, la relación del Hijo Avonal con las fuerzas espirituales locales y universales es completa e ininterrumpida.

      20:4.2 (226.6) Un planeta puede experimentar muchas visitaciones magisteriales, tanto antes como después de la aparición de un Hijo autootorgador. Puede ser visitado muchas veces por el mismo Avonal o por otros, que actúan como adjudicadores dispensacionales, pero dichas misiones técnicas de juicio no son ni autootorgamientos ni misiones magisteriales, y los Avonales en estas ocasiones nunca son encarnados. Aun cuando un planeta es bendecido por repetidas misiones magisteriales, los Avonales no siempre se someten a la encarnación mortal; y cuando verdaderamente sirven en semejanza de la carne mortal, siempre aparecen como seres adultos del reino; no nacen de una mujer.

      20:4.3 (227.1) Cuando se encarnan en misiones de autootorgamiento o magisteriales, los Hijos Paradisiacos tienen Ajustadores experimentados, y estos Ajustadores son distintos para cada encarnación. Los Ajustadores que ocupan la mente de los Hijos de Dios encarnados no pueden tener jamás la esperanza de obtener la personalidad mediante la fusión con los seres humano-divinos de su residencia, pero frecuentemente son personalizados por un mandato del Padre Universal. Dichos Ajustadores forman el concilio supremo de dirección de Divinington para la administración, identificación y despacho de los Monitores Misteriosos a los reinos habitados. También reciben y acreditan a los Ajustadores que regresan al «seno del Padre» cuando se disuelve por la muerte su tabernáculo terrestre. De esta manera, los Ajustadores fieles de los jueces del mundo se tornan jefes excelsos de su clase.

      20:4.4 (227.2) Urantia nunca ha recibido a un Hijo Avonal en misión magisterial. Si Urantia hubiese seguido el plan general de los mundos habitados, habría sido bendecido con una misión magisterial en algún momento, entre los días de Adán y el autootorgamiento de Cristo Micael. Pero la secuencia regular de los Hijos Paradisiacos en vuestro planeta fue totalmente trastornada por la aparición de vuestro Hijo Creador en su autootorgamiento final hace mil novecientos años.

      20:4.5 (227.3) Aún es posible que Urantia sea visitada por un Avonal comisionado para encarnarse en misión magisterial, pero en cuanto a la aparición futura de los Hijos Paradisiacos, ni siquiera «los ángeles en el cielo saben el momento ni la forma de dichas visitaciones», porque un mundo en el que se haya otorgado un Micael se vuelve el pupilo individual y personal de un Hijo Mayor y, como tal, está totalmente sujeto a sus propios planes y decisiones. Con vuestro mundo, esto se complica aún más por la promesa que Micael hiciera de regresar. Aparte de los malentendidos que sobre la estadía de Micael de Nebadon en Urantia pueda haber, una cosa es indudablemente auténtica —su promesa de volver a vuestro mundo. En vista de esta expectativa, tan sólo el tiempo podrá revelar el orden futuro de las visitas de los Hijos de Dios Paradisiacos a Urantia.

      20:5.1 (227.4) El Hijo Eterno es el eterno Verbo de Dios. El Hijo Eterno es la expresión perfecta del «primer» pensamiento absoluto e infinito de su Padre eterno. Cuando una duplicación personal o una extensión divina de este Hijo original sale en misión de autootorgamiento en forma de la encarnación mortal, se torna literalmente verdad que el divino «Verbo se hace carne», y que el Verbo mora de este modo entre los seres humildes de origen animal.

      20:5.2 (227.5) En Urantia existe la creencia difundida de que el propósito del autootorgamiento de un Hijo sea, de alguna manera, influir sobre la actitud del Padre Universal. Pero vuestro esclarecimiento debería indicaros que esto no es verdad. Los autootorgamientos de los Hijos Avonales y de los Hijos Micaeles son una parte necesaria del proceso experiencial proyectado para hacer que estos Hijos sean magistrados y gobernantes seguros y compasivos de los pueblos y los planetas del tiempo

Скачать книгу