Democracia con dignidad. Darío Luján Gómez

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Democracia con dignidad - Darío Luján Gómez

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1.2. TREN AL MAR

       2. INTERCAMBIOS VIALES

       3. PARQUE CENTRAL Y SOTERRAMIENTO

       4. NUEVAS RUTAS DE TRANVÍA

       5. NUEVAS LÍNEAS DE METRO CABLE CON LAS SIGUIENTES ESTACIONES

       6. VÍA CIRCUNVALAR

       7. PARQUEADEROS PERIFÉRICOS

       EPÍLOGO

       AGRADECIMIENTOS

       SOBRE EL AUTOR

      NOTA DEL AUTOR

      El inconformismo creciente en las diferentes sociedades del mundo y la tendencia a optar por la violencia como opción de protesta para buscar una solución ante el cinismo, la corrupción y la indiferencia de los gobernantes, me ha hecho pensar que es hora de que todos aportemos algo positivo al mundo, como iniciar un proceso pacífico y cordial de propuestas para lograr que la democracia sea un sistema real de representación ciudadana en el que se respete la dignidad de la persona. En ese contexto he querido escribir este libro, que no pretende ser un documento periodístico o de investigación, sino un ejercicio de imaginación que parte de una percepción personal. Confío en que los ciudadanos que no se consideren representados en la actual democracia, o se sientan indefensos en ella, o vivan con indignación la realidad, puedan discutir, promulgar, desarrollar o complementar propuestas como las que aquí planteo, después de leerlas en paz, con sentido del humor y con conciencia del derecho a la libertad de expresión. Un abrazo cariñoso a todos, bienvenidos a este modelo imaginario de Democracia, y que vivan la libertad, la felicidad y la posibilidad de soñar.

      Darío Luján Gómez

      INTRODUCCIÓN

      Siempre he soñado con una sociedad justa y amable, fundamentada en el amor, la libertad y el afán de servir a los demás. Esto en la actualidad ya se asume como ridículo, puesto que vivimos en medio de una actitud generalizada de rendición y falta de esperanza, propia del victimismo que generan el cinismo, el despotismo y la indiferencia de los dirigentes hacia los ciudadanos. Pero no por ello he dejado de pensar en esa sociedad ideal que ahora plasmo, convencido de que los sueños son el inicio del cambio y de que aún podemos apoyarnos en el afán natural del hombre por alcanzar la felicidad.

      El punto de partida para generar la reacción necesaria es a mi modo de ver la descripción de la realidad y posteriormente el planteamiento de medidas que puedan cambiarla.

      De antemano pido perdón o comprensión de parte de ustedes si en algún momento me expreso con desagrado al describir la realidad, pero les aseguro que sólo me anima el deseo de transmitir a continuación espíritu positivo para fortalecer la esperanza de cambio.

      A continuación expongo los motivos por los que creo que la realidad del sistema político, económico y social que rige a los ciudadanos es muy distinto a una democracia real de representación y respeto a la dignidad humana:

      No es democracia un sistema político, económico y social bajo cuyo buen nombre se presentan disfrazadas la dictadura del capitalismo de Estado, propio del comunismo o del socialismo, o la dictadura del capitalismo privado que explota a los más débiles y no obedece a ningún control de justicia social.

      No es democracia un sistema que, por llamarse socialista para cautivar a los ciudadanos con sentido de la solidaridad, pretenda suplantar la libertad propia de cada persona y administrarle sus ingresos y su libertad con el pretexto de garantizarle derechos humanos fundamentales como salud y educación gratuita o favorable, y de paso encubrir su intención de adoctrinamiento político. La democracia no es endosar la libertad de las personas al Estado por el hecho de que algunos ciudadanos carezcan de responsabilidad.

      No es democracia un sistema que permita la corrupción pública y privada, aunque predique que las persigue, con una justicia también corrupta.

      No es democracia un sistema que permita a las autoridades gubernamentales convertirse en una oligarquía aposentada e inamovible que considera su cargo un negocio millonario.

      No es democracia un sistema en el que por ejemplo su Gobierno y su Congreso se unan para pactar, sin consentimiento de los ciudadanos, prebendas económicas y políticas con los grupos armados y antidemocráticos, a cambio de asegurar el beneficio económico que le reporta a la economía del país la labor de estos grupos como mano de obra en el proceso del narcotráfico.

      No hay democracia en un país cuyos habitantes sobreviven con salarios miserables a la explotación del capitalismo salvaje de muchos empresarios, o del propio Estado.

      No hay democracia en un país donde se permite el progreso económico de quienes hacen su fortuna con el lavado de dólares del narcotráfico mientras que los emprendedores tienen que luchar día a día contra la importación legal de baratijas orientales, pactada entre los narcotraficantes nacionales y las mafias extranjeras como procedimiento legal para percibir en moneda nacional el equivalente a los dólares de la venta de droga en el exterior.

      No hay democracia en un país que desprecia la dignidad humana de ciudadanos y aprueba leyes para acabar con sus vidas o los deja indefensos ante la delincuencia.

      No es democracia un sistema en el que el Estado que dice representar a los ciudadanos se acuerda de ellos principalmente para hacerles la vida imposible y desangrarlos a punta de impuestos injustos.

      No es democracia permitir la autodestrucción del propio sistema de representación ciudadana admitiendo la participación de partidos que defienden ideologías totalitarias.

      No hay democracia en un país donde la lista de abusos contra los derechos humanos es interminable porque impera la ley del más fuerte.

      Y por último, porque son muchos los aspectos por mejorar en las democracias existentes, y no sólo en las latinoamericanas, tampoco pueden presumir de democracia los países en los que se permite la implantación del miedo entre los ciudadanos, sin responsabilidad para quien lo genera, tolerando demandas injustificadas por parte de quienes se auto proclaman jueces de los límites de la libertad de los demás y no dejan vivir en paz.

      Para que nuestras sociedades puedan disfrutar de una democracia real que se fundamente en la dignidad humana, se hace necesario un sistema político, económico y social que garantice, entre otros, los siguientes principios:

      1.Considerar el Estado sólo como regulador y promotor de las actividades libres de los ciudadanos, y no como el ente supremo que los somete considerándolos sus súbditos.

      2.Garantizar la representación real de los ciudadanos y de sus intereses, promoviendo y protegiendo la creación de grupos de representación ciudadana diferentes a los partidos o empresas políticas tradicionales.

      3.Crear los mecanismos necesarios y la vigilancia permanente para evitar la elección y participación de los delincuentes

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