Guerra y viaje. Autores Varios

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Guerra y viaje - Autores Varios Oberta

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Enseñadles, recordadles, pedidles o, más bien, instadles a que no se dejen llevar por su falta de juicio, como la pobre Coraje fue a hacer (75).

      El leitmotiv de esta novela no lo constituyen ni el desengaño ni la desilusión; Coraje es una superviviente y saca provecho de forma legítima de las circunstancias adversas. En esta novela, aunque episódica, no existe evolución y la estructura está condicionada por la casualidad y el desorden de la guerra. Coraje no contempla su propia vida como ejemplo para reestablecer un orden o la bondad de Dios; el epílogo del autor es la única concesión en este sentido, una leve advertencia a los hombres, recatados donceles, honestos viudos y hombres casados también, para que no se dejen seducir por esta terrible Medusa, nefasta Sirena o insondable Belidibus: «no os dejéis trastornar ahora por esta mala loba», advierte, «pues es más cierto que del amor putañesco no se puede esperar más que impureza de todo tipo, la vergüenza y la burla, pobreza y miserias, y más aún, que le corroa a uno la conciencia» (206). Sin duda es un epílogo con un enorme contenido irónico, pues de todas las monstruosidades que refleja la obra sólo considera necesario advertir de los peligros que entraña el trato con prostitutas.

      No sólo la estructura episódica de la novela se corresponde con la tradición de la picaresca, también el hecho de que la protagonista tenga que abrirse paso por la vida desde sus primeros años y mediante sus propios medios en un mundo hostil, en este caso, doblemente hostil, y a la circunstancia de la guerra hay que sumar su condición de mujer en un mundo de hombres. A ella le hubiera gustado llevar otra vida, estar en la piel de otra, «pero la costumbre, y los que cada día solían rondar[le] alrededor, [le] impedían hacer progresos, pues, es bien cierto que la mayoría de la gente en tiempo de guerra, en vez de mejorar se malean» (112). El afecto, el amor o la bondad están ausentes en esta novela, no caben en un mundo despiadado y brutal, un mundo degradado por la guerra, un mundo al revés. A la protagonista sólo le queda su coraje, término de la jerga cuartelera (Parker, 1975: 153 y ss.), un nombre que ella rechaza por obsceno y despectivo, pues adquirió este mote cuando en una pelea, aún en su etapa de mozo del capitán, su adversario descubre que su coraje, su sexo, no es lo que parece ser. Sin embargo, Coraje ocultará el origen de este sobrenombre y hará creer a los demás que se debe a su valor: «Acerca del nombre de Coraje, le [a su marido] convencí de que se me atribuía por mi audacia, como en efecto también creían todos los demás» (120). Por ello, el apelativo a lo largo del texto connota tanto su agresividad sexual como su bravura en la batalla.

      El trasfondo de la guerra es también una novedad con respecto a las novelas picarescas anteriores, femeninas o no, en concreto, la Guerra de los Treinta Años. La literatura del Barroco conoció de forma sucesiva tres grandes plagas: la pobreza, la persecución de la brujería y la Guerra de los Treinta Años. Los autores barrocos más reconocidos adoptaron una postura crítica al respecto porque estaban convencidos de que no eran posibles ni el progreso ni la reconstrucción de la nación alemana si no se acababa con estas lacras (Battafarano, 1994: 10). Para estos autores, la degradación antropológica del ser humano en la guerra corre paralela a un retroceso histórico y cultural, y la ética cristiana del amor al prójimo pierde valor frente al avance tecnológico de las armas. El ser humano se convierte en un monstruo y la guerra, desde un punto de vista existencial, en el suicidio del género humano. Grimmelshausen se queja de que desde la poesía y la filosofía se ha alabado la guerra, como aventura y como progreso, de forma que el lector común encuentra en ella un modelo atractivo de vida y una teoría seductora. Alcanzar el amor y el honor mediante el heroísmo, y el dinero y el poder mediante la violencia, hace olvidar la monstruosidad de la guerra. Desde esta perspectiva, según Battafarano, la obra de Grimmelshausen es un ajuste de cuentas con la literatura que alaba la guerra, y el autor traza en sus novelas diferentes personajes bélicos que denomina «Martialische Gemüther», naturalezas marciales, que sucumben en la guerra porque son víctimas de una ideología que tiene su origen en escritos teóricos o en la literatura (Battafarano, 1988: 49 y ss.).

      Y para mostrar el horror de la guerra Grimmelhausen utiliza el viaje de sus protagonistas a través de la misma, en el tiempo y en el espacio. Sus personajes son individuos sobre los que la guerra ejerce una gran fascinación, aunque sobre ninguno como sobre Coraje, que generalmente es vista desde una perspectiva misógina como objeto de la sátira de Grimmelshausen, no como sujeto. La monstruosidad de Coraje es la monstruosidad de la guerra. La heroína, si es que la podemos llamar así, lleva al lector a un mundo que ni interpreta ni discute, recordemos que en la realidad que ofrece la literatura del siglo XVII no es el héroe el que da un sentido al mundo, sino que lo acepta como un status quo: su función es sacar a pasear al lector por los diferentes ámbitos de la vida.

      La crueldad, la impiedad, la codicia, el saqueo y la destrucción eran las características de la soldadesca, y junto a los campesinos, quienes más tenían que sufrir en la guerra eran las mujeres. Con frecuencia, las afrentas y violaciones a las mujeres en la literatura barroca representan el aniquilamiento de cualquier norma moral, el desprecio a la dignidad humana: niñas violadas hasta la muerte, embarazadas a las que arrancan los pechos o rajan el vientre, incluso las mujeres muertas eran ultrajadas. No olvidemos que en última instancia Coraje empieza sus andaduras al tener que disfrazarse de chico para evitar ser violada. También por esta razón es importante la perspectiva femenina de Coraje, las alusiones a la guerra, las descripciones y los comentarios en boca de una muchacha disfrazada de soldado, o de una capitana o una mosquetera, tienen un valor históricodocumental poco frecuente en la literatura barroca (Battafarano, 1988: 36).

      Coraje se siente copartícipe de la guerra aunque el entusiasmo disminuye a medida que aumentan los reveses y las atrocidades, que encuentran su punto álgido en la batalla de Nördlingen, una de las más crueles de esta guerra, donde tuvo lugar «tal sangrienta carnicería, [que su] desenlace no se podrá olvidar mientras el mundo exista» (182). Después de esta batalla, cuando parecía que la paz se había firmado definitivamente, Coraje decide vivir tranquila el resto de sus días y disfrutar en paz del dinero y los bienes almacenados. Sin embargo, la reconquista de Praga por las tropas de Fernando II le hacen ver cómo ni las más grandes e imponentes ciudades, con todas sus fortalezas y torres, sus murallas y sus fosos, podían protegerla ni a ella ni sus bienes de la vorágine guerrera de aquellos que, sin embargo, dormían al raso, en barracones o en tiendas, vagando de un lugar a otro. Por ello decide unirse de nuevo a un ejército (181).

      Coraje conoce la guerra con apenas trece años y está fascinada por su apariencia festiva: los tambores, las trompetas, los silbidos, el ir y venir de los soldados, sin apercibirse de su lado negativo. Y tal es su atracción, que no tarda en querer ser realmente un hombre para poder participar plenamente en ella. Y de forma paralela a su amor a la guerra se desarrolla su amor por el otro sexo, y descubierto su engaño, desprovista ya de sus ropajes masculinos, adquiere plena conciencia de lo que significa ser una mujer, ser dependiente. Descubre las reglas que rigen en el campamento, unas reglas que ella no establece, sino que sufre:

      «¡Pobre Coraje!», me decía a mí misma, «¿cómo querrás huir de tantos enemigos como tienes, si cualquiera tiene reservado para ti su mejor golpe? ¿No basta acaso con los hermosos caballos que tienes, tus preciosos vestidos y tus armas, no basta la certeza de que te sobre el dinero, para que tengas enemigos de sobra que echan sobre ti a quien con sigilo pueda quitarte de enmedio? ¿Cómo? ¿Cuándo te matarán?, ¿en qué ocasión te aplastarán? ¿Quién será el gallo que cante en tu auxilio?, ¿quién vengará tu muerte? Pero, ¿es que puedes fiarte siquiera de tus propios criados?». Con estas cuitas me atormentaba, y buscaba en mí misma consejo, porque no había otro que me prestase fidelidad, por eso debía llevar yo sola el peso de mis propias decisiones (114).

      El mundo para ella es un mundo invertido, un mundo de hombres, el mundo de la guerra. Y para poder vivir en él, y no sólo sobrevivir, tiene que conocer sus leyes y saber utilizarlas a su favor. Coraje tiene una inteligencia estratégica excepcional, y de forma consciente desarrolla como mujer un comportamiento diferente en la guerra. Ha entendido y experimentado que ante la violencia de la guerra sólo valen la astucia y el engaño para sobrevivir. Ella engaña a todos porque es engañada por todos: a hombres, maridos,

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