Las luchas por el agua en México (1990-2010). Karina Kloster

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Las luchas por el agua en México (1990-2010) - Karina Kloster

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agua. Así, en el noroeste, norte y centro del país, donde hay escasez relativa de agua, vive 77% de la población y se genera 86% del Producto Interno Bruto (PIB); mientras que donde se da la mayor disponibilidad de agua habita sólo 23% de la población y se genera 14% del PIB nacional. Además, sólo 11% del agua se ubica por encima de los 1 500 metros sobre el nivel del mar, donde habita 54% de la población. Igualmente paradójica es la distribución de cobertura de agua potable, pues en las regiones con mayor abundancia de recursos se cuenta con la menor cobertura de agua potable a nivel domiciliario.15

      Finalmente, si dividimos el país en tres grandes regiones podemos observar cómo en las regiones norte y centro, que tienen el mayor porcentaje de agua dentro del domicilio (90% y 88%, respectivamente), se encuentra el mayor número de conflictos registrados en torno al agua (Figura 2). A pesar de la posibilidad de un subregistro de los conflictos en el interior del país, debido a las fuentes utilizadas, consideramos que es importante tomar en cuenta que esto podría señalar la posibilidad de una tercera paradoja: la escasez hídrica por sí misma no genera conflictos, lo que nos coloca en el centro de atención del presente estudio.

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      Fuentes:

      * INEGI, Censo de Población y Vivienda, 2000.

      ** CNA, Organismo de Meteorología.

      *** Base de datos hemerográficos.

      Pensamos entonces que en el territorio mexicano se ha dado y se da una lucha permanente por la distribución y el acceso al agua. Por tanto, su distribución territorial, así como sus formas y el contenido, dependen de las modalidades que ha adoptado la política en torno al recurso. Hasta la década de 1980 el tema del agua y su conflictividad estaba subsumido, por un lado, en la problemática del acceso a la tierra16 y, por otro, a los mecanismos clientelares específicos que garantizaban el acceso al agua urbana.17 Sin embargo, cuando comienza a romperse la alianza que había sostenido históricamente al PRI como partido hegemónico en el poder, comienza también la etapa en que se produce la emergencia de una problemática aparentemente novedosa: la escasez y la necesidad de valorización del agua, lo que repercute en una transformación de los conflictos.

      La alianza de quienes tomaron la conducción de la política de Estado con los diferentes sectores de la sociedad, entre ellos el campesinado —construida a partir de la derrota del zapatismo y durante el periodo posrevolucionario—, había sostenido un «proyecto nacional» que se resquebrajó definitivamente tras la modificación realizada al artículo 27 de la Constitución en 1992. Esta medida puso fin, entre otras cosas, al reparto agrario a la vez que dio inicio a la creación de un mercado de tierras y de agua. Esta transformación continuó a lo largo de las décadas siguientes hasta la actualidad, profundizándose con la descentralización y desconcentración de las funciones del gobierno y la apertura a la participación privada.18 Así es como, a partir de estos cambios estructurales, comienzan a hacerse observables determinados rasgos problemáticos en relación con el agua que hasta entonces se hallaban inobservados. De la mano del tema de la escasez de agua como asunto prioritario en esta nueva etapa, aparece la relevancia de lo ecológico. Y, como consecuencia de esta emergencia, la valorización económica del agua resulta —en apariencia lógica— el mecanismo más eficiente para paliar la crisis histórica de déficit de inversión en infraestructura, tanto para reparar la existente como para ampliar la red y dotar así de cobertura a más población.19 Esta inversión—como quedó ampliamente demostrado— difícilmente puede realizarse con la intervención de las empresas privadas20 o a través del pago de la tarifa del agua, como parecieran impulsar las políticas de turno.21

      Desde nuestra perspectiva, la escasez del agua constituiría, en realidad, una construcción social resultante de un sistema económico que establece políticas sociales cuyo desenvolvimiento instala la inequidad y la exclusión social. Por este motivo presumimos hipotéticamente, y lo intentaremos mostrar en este trabajo, que el aumento en la intensidad y relevancia de los conflictos que se han venido produciendo en torno al agua no es producto del orden de la naturaleza y la consecuente «escasez hídrica», sino que se debe al desenvolvimiento del orden social y a las determinaciones político-institucionales que establecen relaciones desequilibrantes tanto con el orden natural como con el social. Para abordar, en toda su complejidad, las implicaciones de esta hipótesis se requiere de un emprendimiento interdisciplinario que permita conocer las características desequilibrantes en los distintos sistemas a lo largo del periodo. El presente estudio intenta abordar una dimensión del problema, la vinculada a las acciones de lucha por el acceso al agua y la consiguiente construcción de la fuerza y la identidad social de quienes las emprenden.

      La interacción entre la aplicación de medidas institucionales en función de las determinaciones del orden social, por una parte, y las acciones de quienes luchan por el acceso a los recursos, por la otra, produce —en el largo plazo— la construcción de un territorio político del agua en el que se da una disputa creciente en todos los niveles y se construye la posibilidad de un ejercicio de toma de conocimiento en diversos sectores de la sociedad, que se expresa en el modo en que se realizan las luchas sociales.

      Considero necesario entender qué es lo original que se está gestando en torno a la problemática del agua, desde qué perspectiva se asume la lucha y la construcción de oportunidades para mejorar las condiciones de vida y, de esta manera, comenzar a construir un conocimiento que permita comprender: ¿qué tipos de luchas en función del agua se están llevando a cabo en México?, ¿por qué motivos determinados individuos comienzan una lucha social utilizando la acción directa como mecanismo de confrontación? Y, sobre todo, algo que trasciende a este trabajo pero que forma parte de las preguntas fundamentales de quien realiza este trabajo: ¿cuáles son las identidades sociales portadoras de una fuerza moral y material capaz de contribuir a una transformación más humana del orden social existente?

       Los principales presupuestos conceptuales y metodológicos

      El presente estudio forma parte de un conjunto de investigaciones realizadas a partir de diferentes avances en distintos momentos históricos, por distintos grupos de investigación.22 Los objetivos principales son dos. Por un lado, indagar las transformaciones en las luchas por el agua en México a partir del análisis de las bases de datos. Por otro, desarrollar algunas dimensiones analíticas a fin de observar las acciones contenciosas a partir de la teoría de la lucha de clases.23

      En este sentido, tal como ha sido planteado hasta ahora, el presente trabajo retoma un problema clásico de la tradición investigativa en sociología: las luchas sociales acotadas a un ámbito específico, en este caso las luchas por el agua. En consecuencia, nos interesa retomar el conocimiento preexistente acerca del tema de las luchas sociales para luego aplicarlas a nuestras «luchas por el agua».

      Al referirnos a «luchas sociales», en realidad estamos haciendo referencia a la lucha de clases como operador estructurante de nuestro análisis. Quien inaugura este campo de conocimiento es Karl Marx. En sus diversos escritos sobre el capital Marx demostró, por un lado, que el desenvolvimiento de la forma de producción capitalista genera una contradicción y que esta contradicción da lugar a formas de lucha social. Por otro, advirtió de la falacia de la «lucha de todos contra todos»24 y mostró que, en realidad, la construcción social se da en función de confrontaciones que están alineadas/configuradas no en la anomia de todos contra todos, sino en función de un ordenamiento que tiene que ver con la identidad de clase de quienes realizan la acción.25

      Esta temática de las luchas ha constituido una preocupación de los teóricos de las ciencias sociales

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