Discursos de España en el siglo XX. Varios autores

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Discursos de España en el siglo XX - Varios autores Historia

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después en manifestación hasta el ayuntamiento o el gobierno civil, acompañados por los líderes republicanos de la localidad, con banderas y estandartes de los centros republicanos y obreros que participaban en la movilización, mientras se tocaba o cantaba La Marsellesa y se daban vivas a la República. Al llegar al lugar de destino, se hacía entrega del pliego de peticiones y se daba por finalizada la concentración. Las movilizaciones políticas resultaban especialmente interesantes para los republicanos, sobre todo si se realizaban de forma conjunta con los sectores obreros. Aunque el motivo inicial de la movilización fuera localista, si el tema permitía convertirlo en motivo de ataque global al régimen monárquico, los republicanos podían erigirse en líderes de la movilización y consolidar su posición entre los sectores opuestos al régimen monárquico. Aunque el conflicto se centrara en la estructura de las relaciones de poder a nivel local, como afirma Pamela Radcliff, se le podía dar una lectura insertada en cuestiones nacionales, algo que era posible hacer porque existía una tradición de protesta en defensa de los intereses populares compartida por el republicanismo y el societarismo obrero frente a un régimen oligárquico y represivo.[53]Incluso cuando comenzó a manifestarse la progresiva independencia del movimiento obrero con respecto al republicanismo, aquél siguió participando de una cultura popular básicamente antioligárquica y anticlerical que le permitía colaborar con los republicanos en movilizaciones políticas y actos de protesta contra la guerra o el clericalismo, por ejemplo, cuyo referente era claramente nacional. En Zaragoza, en un mitin contra la guerra en agosto de 1914 organizado por las sociedades obreras, y que contó con el concurso de los republicanos, además de los consabidos gritos contra la guerra y los llamamientos en favor de la unión entre obreros y republicanos, se elaboraron unas conclusiones para enviarlas al gobierno que reflejaban una cultura política republicana compartida por el mundo obrero, en la que la protesta contra la guerra era perfectamente compatible con una disposición a implicarse en la política nacional, siempre que ésta sirviera a los intereses del pueblo, y sin escatimar afirmaciones de cariz patriótico:

      La movilización anticlerical fomentada por los republicanos respondía a estas características que mencionamos. Aunque su origen estuviera en un conflicto local, los discursos de la protesta y los escritos en la prensa republicana acababan remitiéndolo a un esquema nacional de conflicto con el clericalismo y el régimen monárquico, en el que solían aparecer retazos de la visión republicana de España con rasgos claramente anticlericales. Como recordaba un dirigente republicano de un pueblo de La Rioja (Cenicero) en el discurso ofrecido a los participantes en la manifestación de julio de 1910:

      Las protestas, los mítines y las manifestaciones respondían muchas veces a campañas impulsadas a nivel nacional, como las campañas electorales, la protesta por el nombramiento de Nozaleda para la sede arzobispal de Valencia o por la negociación del Concordato, o la campaña a favor de la legislación secularizadora de Canalejas. Los mítines movilizaron a los líderes nacionales que recorrían la geografía española, o a los líderes locales y regionales que se movían en ámbitos locales o provinciales, ante la atenta mirada de la prensa de partido, que recogía puntualmente sus palabras más significadas. Los llamamientos populistas invitaban a participar en las movilizaciones a todos los hijos del pueblo. Los símbolos, gritos y cánticos (La Marsellesa, Himno de Riego, los vivas a la República y a los líderes republicanos nacionales) unificaban a todos los participantes. Y el objetivo era que el clamor de la protesta local llegara en última instancia al gobierno, o bien, en el caso de Canalejas, para manifestarle su apoyo como si se tratara de un plebiscito popular.

      En conclusión, la movilización política y social liderada por los republicanos, las prácticas de sociabilidad, las conmemoraciones, la difusión de ritos e imaginarios simbólicos, la prensa, así como la labor educativa y cultural desarrollada por ateneos, casinos e instituciones republicanas constituyeron experiencias de politización de la población que mostraron la capacidad nacionalizadora de una cultura política como la republicana, que tenía en el patriotismo español uno de los referentes ideológicos esenciales. Eran mecanismos de socialización política característicos de la cultura política

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