La competitividad de la región centro del estado de Guanajuato y valoración de su capital territorial. Susana Suárez Paniagua

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La competitividad de la región centro del estado de Guanajuato y valoración de su capital territorial - Susana Suárez Paniagua Pùblica Social

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competitivas de las empresas) y macroeconómicos (establecidas por el comportamiento del comercio internacional).

      Una tercera perspectiva establece que la competitividad de un país depende de la habilidad empresarial que una firma individual pueda tener, puesto que la agregación de las empresas lleva a la competitividad de la industria regional y nacional en su conjunto, influye por tanto para la competitividad el mercado de factores, las instituciones con las que se interactúa y estructura de incentivos (Sobrino, 2001, p. 321 y 2005, p. 131).

      En suma, tomando en consideración las tres perspectivas arriba señaladas sobre la competitividad de un país, Sobrino establece que esta está en función de la eficiencia microeconómica de sus empresas, de las políticas gubernamentales que permiten promover el crecimiento económico, y del desempeño de las principales ciudades para atraer nuevas inversiones que generan empleos y ayudan al crecimiento económico local (2001, p. 322).

      A nivel de la empresa se considera que los factores importantes para la competitividad son de carácter interno, pero también hay factores externos referentes a la industria y la región que determinan el grado de competitividad de la empresa tales como: la concentración de mercado, la diferenciación de productos, los precios internacionales de los bienes producidos, la existencia de una política industrial específica para el sector en cuestión, presencia de infraestructura apropiada, capital humano calificado, proceso de aglomeración, e incluso el tipo de cambio y tasas de interés (Romo y Abdel, 2005, p. 204).

      Al nivel de la industria, los factores que inciden en la competitividad son: la naturaleza de los bienes producidos, concentración del mercado y barreras de entrada, intensidad de capital y complejidad técnica, potencial de exportación, transferencia de tecnología, y estrategia seguida por los inversionistas extranjeros (Romo y Abdel, 2005, p. 205).

      La competitividad regional, ¿las regiones compiten?

      Cabe señalar que, de los niveles de análisis de la competitividad, el del nivel meso (región) es el que tiene un menor consenso respecto a su definición, así como sobre una delimitación metodológica para su determinación empírica. En este nivel de análisis se ha tomado como unidad de estudio a la región, agrupando a la competitividad urbana, rural o local.

      Entre los problemas que se presentan para su comprensión está el hecho de que, hasta el momento, el indicador de la competitividad a nivel empresarial y nacional era la productividad. En el caso de la región se presenta el problema empírico de entender cómo interpretar el significado de la productividad regional. Aunado a lo anterior, es necesario entender que las regiones no son simples agregaciones de empresas, ni son versiones reducidas de naciones, por lo que no se puede analizar la competitividad regional desde un enfoque micro o macro.

      En relación con lo anterior, Cellin y Soci (2000, citado por Kitson, Roy y Tyler, 2004, p. 994) afirman que la competitividad adquiere diferentes significados de acuerdo con la escala o nivel en el cual se use ese término. Por lo que propone el nivel meso para analizar la competitividad de los sistemas económicos locales, que incluye los distritos industriales (lo que Porter ha llamado clusters) y las regiones.

      Uno de los conceptos más trascendentes de la competitividad regional es el dado por Porter (1990), que la define como “la habilidad que posee una economía de mantener y atraer a las empresas con cuotas de mercado estables manteniendo, o aumentando los niveles de vida de los que participan en la economía”. Por su parte Chitea (2015) la define como el grado en el que las regiones compiten entre ellas de cierta manera para atraer capital o fuerza de trabajo, es decir compiten por atraer a las empresas para que se localicen en sus territorios.

      La región adquiere un papel importante para el logro de la competitividad de las empresas, pues las condiciones prevalecientes en su entorno influyen en el desempeño y el desarrollo empresarial. De tal manera que un buen entorno, caracterizado por una adecuada infraestructura, centros de educación e investigación, calidad de vida, políticas gubernamentales para atraer inversión, favorece la concentración empresarial en regiones geográficas específicas, dando origen a lo que Porter señala como clusters, es decir, grupos geográficamente cercanos de empresas, proveedores, prestadores de servicios e instituciones relacionadas en un campo particular, que están interconectados y vinculados entre sí por aspectos comunes y complementarios.

      De acuerdo con Porter, los clusters impactan de manera positiva la competitividad pues: 1) incrementan la productividad de la empresa al reducir los costos de transacción y de capital por la proximidad física; 2) elevan la capacidad de innovación e incremento de la productividad; 3) estimulan la generación de nuevos negocios que llevan a expandir el cluster impulsando la innovación (Romo y Abdel, 2005).

      Respecto a la competitividad urbana, autores como Lever y Turok (1999) y Sobrino (2001) afirman que se refiere al grado en el cual las ciudades pueden producir bienes y servicios, de lo que depende su capacidad para penetrar en el mercado regional, nacional e internacional; así como de su crecimiento económico local, e igualmente del incremento del ingreso real y la calidad de vida de sus habitantes.

      Como puede apreciarse en estas concepciones de la competitividad se hace referencia a otros ámbitos más que el económico, considerando como elementos de su definición y medición, la calidad de vida de la población.

      Sin embargo, para autores como Cellini y Soci (2002) la competitividad regional significa más que la capacidad potencial de exportación o el superávit en la balanza comercial; para ellos, la competitividad regional va mucho más allá de la producción de bienes incluyendo una amplia gama de insumos materiales e inmateriales y su movilidad, desde la vivienda y la infraestructura hasta las comunicaciones y las redes sociales.

      Profundizando en esta discusión Camagni (2002) afirma que las regiones compiten para atraer a las empresas, es decir, por capital, así como por trabajadores y por acceder al mercado, pero esta competencia se basa en las ventajas absolutas y no sobre las ventajas comparativas. ¿De dónde vienen estas ventajas competitivas absolutas? Siguiendo con este autor, las regiones tienen un conjunto de factores o activos externos a las empresas pero que las benefician permitiéndoles obtener una alta productividad que de otra manera no sería posible. Cuando una región posee estos factores externos (activos tecnológicos, sociales, de infraestructura o institucionales) adquiere ventajas competitivas absolutas, favoreciendo que las empresas se localicen en su territorio (p. 2396).

      Se considera que estos factores afectan la competitividad de las regiones, factores a los cuales se les ha denominado externalidades o recursos que posee la región y que son externos a las empresas, pero que influyen en su productividad y competitividad. Kitson, Ron y Tyler (2004) señalan que estas externalidades en cierta forma están reconocidas en el modelo explicativo de la competitividad de Porter, quien menciona que las ventajas competitivas derivan de procesos localizados geográficamente, colocando elementos clave para la competitividad en factores externos “blandos” tales como el grado de integración social, la existencia de redes sociales como capital social y estructuras institucionales (p. 994).

      Para Camagni la competitividad territorial pone en relieve la importancia que desempeña el territorio, en cuanto a proporcionar un ambiente innovador para generar herramientas competitivas a las empresas. De acuerdo con este autor, el territorio desempeña un papel importante para la competitividad al ser un espacio en donde se llevan a cabo procesos de acumulación del conocimiento y el desarrollo de códigos de interpretación, modelos de cooperación y la toma de decisiones en las que se basa el proceso de innovación de las empresas locales (2002, p. 2396).

      Con estas contribuciones, se ha explicado la competitividad regional con base a estas externalidades “soft”, que aluden a aspectos que rebasan el ámbito de la productividad, poniendo mayor énfasis en los procesos de generación

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