La competitividad de la región centro del estado de Guanajuato y valoración de su capital territorial. Susana Suárez Paniagua

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La competitividad de la región centro del estado de Guanajuato y valoración de su capital territorial - Susana Suárez Paniagua Pùblica Social

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un círculo virtuoso entre el desempeño de la empresa y el de la industria (p. 204).

      Según estos autores, una industria competitiva fomenta el desarrollo de infraestructura especializada como centros de investigación e instituciones educativas que permiten el desarrollo de habilidades técnicas y conocimientos para la industria. Esto favorece la formación de eslabonamientos verticales, es decir, la formación de relaciones interempresariales (una empresa adquiere bienes y servicios como insumos de producción de otras compañías en la cadena de producción), otorgándole a la industria mayor capacidad de respuesta y flexibilidad ante los requerimientos del mercado. Beneficiando así el desempeño de la empresa a su vez que el fortalecimiento del desarrollo industrial del país (Romo y Abdel, 2005).

      Otros autores dan una definición más amplia de la competitividad de la industria, afirmando que es el grado en que una industria satisface las necesidades de los clientes, con la combinación peculiar de productos / servicios, precio, calidad e innovación, y las necesidades de varias partes interesadas, como proporcionar un lugar de trabajo seguro a los trabajadores (Bhawsar y Chattopadhyay, 2015, p. 667).

      Nivel macro: la competitividad entre naciones

      De manera general la competitividad de una nación se ha definido como la habilidad, la capacidad de una nación de brindar un ambiente adecuado para que sus empresas y sus industrias prosperen. El Foro Económico Mundial (2013) define la competitividad como el conjunto de instituciones, políticas y factores que determinan el nivel de productividad de un país (Bhawsar y Chattopadhyay, 2015, p. 667). Porter (1990), señala que la productividad de un país, y por tanto su competitividad, depende de la capacidad de su industria para innovar y mejorar continuamente. En este sentido, como se ha señalado, la competitividad es una medida del desempeño económico del país en la exportación. De esta manera un país será competitivo en la medida que logre expandir su participación en el mercado internacional y al mismo tiempo elevar el nivel de vida de su población. Pues como señala Porter, el principal objetivo de la nación es generar altos y crecientes estándares de vida para sus habitantes.

      Sin embargo, existen algunas opiniones que discrepan en torno a la competitividad de las naciones, para algunos autores el enfoque de competitividad desde la perspectiva de las cuotas de mercado tiene sentido para las empresas, pero no a nivel de las economías nacionales. Chitea (2015) señala que “una economía nacional no sale del mercado como una empresa individual no competitiva” (p. 133).

      Al respecto, es muy conocido el argumento de Paul Krugman (1994) respecto de la competitividad nacional. El autor afirma que el concepto de competitividad carece de validez en un contexto nacional por tres razones:

      1) No se puede establecer una analogía entre la empresa y la nación. Dado que, si una empresa que no tiene éxito llega, finalmente, a la bancarrota y detiene su actividad, esto no pasa en el caso de una nación.

      2) Las empresas compiten por las cuotas del mercado y el éxito de una puede ser en detrimento de otra empresa, en las naciones el éxito de una crea, más que destruye, oportunidades para otras naciones.

      3) La competitividad no es más que otra manera de decir productividad; el incremento en la calidad de vida de los ciudadanos está relacionado principalmente con el incremento en las tasas de productividad.

      Desde esta perspectiva eminentemente económica, se considera que el elemento central de la competitividad es la productividad. Así para lograr la productividad y mantener niveles elevados de la misma es indispensable que la industria sea capaz de adoptar innovaciones tecnológicas que se traduzcan en un incremento de la productividad (Porter, citado en Sobrino, 2001, p. 317). Los indicadores de la competitividad son el comportamiento de las exportaciones y el balance en la cuenta corriente, el nivel y crecimiento del producto interno bruto.

      Ventajas competitivas

      Desde la perspectiva tradicional de la economía, se han explicado los factores que generan competitividad en términos de las ventajas comparativas. El concepto de ventaja comparativa se refiere a que las naciones, mediante la especialización, se pueden beneficiar del comercio, aunque no posean una ventaja absoluta. Esta perspectiva afirma que el comercio refleja las diferencias entre las naciones en cuanto a la dotación de factores (tierra, trabajo, recursos naturales y capital), por lo que las naciones ganan ventaja comparativa si se especializan en aquellos sectores de la industria que utilicen intensamente algún factor de los que posee en abundancia (Porter, 1999).

      Pero, en los años ochenta del siglo :XX, Porter propone su teoría de la competitividad nacional, basada en ventajas competitivas, la cual reside en que una empresa o país posea una ventaja única y sostenible respecto de sus competidores, y que dicha ventaja le permita obtener mejores resultados y por tanto tener una posición competitiva superior en el mercado; de ahí que una premisa importante desprendida de esta teoría es que “la prosperidad nacional no se hereda, sino que es creada por las oportunidades que brinda un país a sus empresas, porque son las únicas responsables de crear ventaja competitiva a través de actos de innovación” que permiten incrementar la productividad, que para Porter es el indicador de la competitividad.

      La ventaja competitiva hace referencia a un instrumento activo o proceso dinámico de acumulación de factores internos y externos para la producción. Para obtener estas ventajas influye la lógica interna y externa del proceso productivo, así como la infraestructura de la firma, el manejo de los recursos humanos y la adopción de innovaciones tecnológicas (Sobrino, 2001, p. 319).

      Para explicar los factores que promueven la competitividad Porter parte de un enfoque sistémico, al relacionar elementos microeconómicos, derivados de las estrategias competitivas de las empresas, y los factores macroeconómicos, establecidos por la dinámica del comercio internacional. En suma, vincula el nivel empresarial, regional e industrial, en su conocido modelo de diamante de la competitividad, que se muestra en la figura 1.3.

      En el modelo, Porter argumenta que las ventajas competitivas se crean y sustentan mediante procesos altamente localizados que relacionan atributos específicos de los países. Estos atributos son los factores que determinan la competitividad:

      1) Condiciones de los factores para la producción: se refiere a la oferta de mano de obra especializada o capital humano, infraestructura, creación y dotación de factores, financiamiento para poder competir en una industria determinada.

      2) Condiciones de la demanda: Se refiere a la naturaleza o complejidad de la demanda en el mercado nacional para los bienes y productos elaborados por una industria determinada; y del comportamiento de la demanda exterior.

      3) Condiciones de los sectores conexos y de apoyo. Con esto se refiere a la presencia de proveedores y a otras industrias relacionadas, para el acceso oportuno y eficaz a los principales insumos, unidades para coordinar o compartir actividades en la cadena productiva y formar clúster.

      4) Condiciones de estrategia, estructura y rivalidad de la empresa referentes a cómo se crean, organizan y gestionan las empresas, así como la naturaleza de la competencia entre ellas (Porter, 1991, citado en Sobrino, 2005, p. 128; Romo y Abdel, 2005).

      Como se puede observar en el modelo (ver figura 1.3) los cuatro factores interactúan entre sí para generar un entorno que permite a las empresas desarrollar o acumular habilidades para aumentar su ventaja competitiva. Una de esas habilidades es, para Porter, la capacidad de aprendizaje e innovación.

      Por su parte, Krugman afirma que los factores internos a la empresa son los factores decisivos para la competitividad, al ser la productividad la fuerza de equilibrio para el desempeño competitivo de un país. Pero Porter considera que la ventaja competitiva se crea y mantiene

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