Cuando el fútbol no era el rey. Carles Sirera Miralles

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Cuando el fútbol no era el rey - Carles Sirera Miralles Oberta

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      Sin embargo, la figura más interesante de la directiva de 1880 fue su secretario, Eduardo Vilar Torres, un caso paradigmático de ascensión social. Nacido en 1847, sus padres, Luis Vilar y Francisca Torres, eran plateros de profesión y bautizaron a su hijo en Santa Catalina; uno de los testigos fue Vicente García, chocolatero.

      Tenemos, pues, que en 1880 la directiva, cuya cabeza simbólica era el marqués de Cáceres, jefe de los conservadores valencianos, está integrada también por liberales y republicanos posibilistas. Del mismo modo, incluye un espectro diverso de profesiones: comerciantes, industriales, profesiones liberales e incluso un vocal proveniente de la aristocracia del trabajo. Asimismo, el perfil de edades parece estar alrededor de los 40 años (Eduardo Vilar: 33 años; Tomás Perelló: 46 años; Esteban Martínez Boronat: circa 40 años). Por lo tanto, el Casino de Cazadores debería englobar una representación amplia de las tendencias políticas oficiosas de la ciudad; así como una gama de profesiones diversa, aunque preeminentemente urbanas. Y si bien sus miembros provenían, con toda seguridad, de sectores acomodados de la sociedad, difícilmente se puede considerar que se tratara de una sociedad elitista o excluyente, o que sus cuatrocientos socios correspondiesen a un arquetipo homogéneo, ya que ni tan siquiera lo era la propia directiva del Casino.

      Durante los cinco años siguientes, el Casino mantuvo una actividad discreta y no tuvo una presencia pública muy destacada. Entre sus teóricas funciones, estaba coadyuvar al Gobierno Civil en el exacto cumplimiento de la ley de caza y pesca; hecho que daba un barniz de casi oficialidad a la institución y facilitaba su funcionamiento como un espacio de sociabilidad importante para intermediar entre las instituciones políticas y la sociedad civil. Esto explicaría que varios de los integrantes de la primera directiva empezaran en esos años una carrera política volcada en la Diputación Provincial y en el Ayuntamiento de Valencia con bastante éxito. También, como es lógico, tuvo que ser un centro informal para el cierre de tratos y negocios, ya que, por el único número que se conserva de su boletín, sabemos que Eduardo Vilar Torres cedió su contrata con el Ayuntamiento para la recogida de perros a Manuel Martín. Evidentemente, era un servicio público rentable económicamente, porque el propio boletín señalaba que:

      Sin embargo, el papel que el Casino desempeñaba dentro de la sociedad valenciana era bastante discreto. En algún momento antes de 1887 se había fundado ya otra sociedad de cazadores, el Casino de San Humberto, sin que haya sido posible encontrar la fecha de su nacimiento ni la razón concreta de su creación.

      2. LA PRIMERA COMPETICIÓN MULTITUDINARIA

      Pero un desafío iba a provocar que el Casino de Cazadores desarrollara una frenética actividad pública y que la ciudad viviese una pequeña fiebre deportiva. El día 8 de enero de 1886 publicaba el Diario de Gandía una carta de los cazadores de dicha localidad donde proponían a los de Valencia concertar una competición en un lugar neutral que enfrentara a los dos mejores tiradores de cada ciudad.

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