Hidráulica agraria y sociedad feudal. AAVV
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El tercer ejemplo parece ser el único que atestigua la construcción de una canalización por parte de un poder feudal. Se trata de un documento por el cual el abad de Saint André de Sorède autoriza al obispo de Elna a conducir el agua del Tech por las tierras del monasterio hasta Elna (p. 28).
En cualquier caso, S. Caucanas, al fijarse en la condición social de los posesores de los molinos antes de la transacción que comporta la apropiación señorial, concluye que la iniciativa en la construcción de sistemas hidráulicos no es únicamente debida a las familias condales y a los monasterios. Entre los vendedores y donantes figuran abundantes «pequeños aleutiers». S. Caucanas (p. 27), como P. Bonnassie (1975, I: 465), advierten de que monasterios y señores laicos muestran un gran interés por dominar los sistemas hidráulicos en su conjunto, sus molinos, la gestión de los canales y las parcelas irrigables, pero ello no implica, tal como intentan demostrar, que los feudales sean promotores de obras hidráulicas en los siglos x y xi.
Por lo tanto, la aparición documental de estas estructuras hidráulicas corresponde al momento en que los feudales laicos y eclesiásticos se las apropian, y no data el momento de su construcción ni permite deducir que los constructores no sean campesinos. La mayoría de los molinos y sistemas hidráulicos, así como los espacios regados asociados, emergen en la documentación, abruptamente, a partir del siglo ix o x,25 pero el momento de su construcción, probablemente campesina, no tiene por qué ser contemporáneo de las menciones, ni siquiera inmediatamente anterior. Las fechas de los documentos sólo indican que estas infraestructuras ya existían en aquel preciso momento.
En zonas de conquista feudal se constata también la existencia de una estructura agraria campesina consolidada que es objeto de dominio por parte de señores laicos y eclesiásticos. En la zona del Penedès, al sur de Barcelona, donde el conde de Barcelona promueve la conquista y ocupación a partir de finales del siglo x, los señores laicos que colaboran en la expansión y el monasterio de Sant Cugat adquieren dominios donde se incluyen tierras cultivadas, molinos, casas, etc. Aparentemente, los nuevos señores no impulsan transformaciones significativas en esta estructura agraria (Batet, 1996).
La apropiación de estructuras agrarias campesinas, inicialmente concebidas para la supervivencia y convertidas después en fuentes de renta, sigue siendo el procedimiento que caracteriza los centros monásticos más tardíos en las zonas de conquista sobre territorios andalusíes. También, entonces, la construcción de sistemas nuevos es muy esporádica. Es el caso del monasterio de Santes Creus (Tarragona), que, en el siglo xii y en un área de conquista reciente, no impulsó nuevas instalaciones molineras y se limitó a ocupar y, a veces, hacer reconstruir aquellas existentes. El objetivo de este monasterio fue el de acaparar los molinos y no el de crear nuevas instalaciones hidráulicas (Virgili, 1985-1986: 223). Los monasterios de Santa Maria de Poblet, en la Cataluña Nova (Tarragona y Lérida) durante los siglos xi y xii, y el de Santa Maria La Real, en Mallorca, después de la conquista catalana de 1229 (Batet, 2006), actuaron de la misma forma. Asimismo, los señores laicos que, tras la conquista feudal de las Islas Baleares, ya en el siglo xiii, reciben extensos territorios, organizan la ocupación de los espacios irrigados andalusíes sin apenas introducir modificaciones, excepto algún nuevo molino, y mediante nuevos colonos cristianos que pagan renta por las explotaciones que reciben. El objetivo de la ocupación de estos espacios pasa a ser igualmente la percepción de la renta. Para ello se substituyen los variados cultivos andalusíes por especies típicamente feudales, como la viña, y se priorizan los turnos de agua destinados a los molinos hidráulicos. Se subvierte la gestión de los espacios sin casi ninguna modificación de su estructura (Kirchner, 1995 y 1997). Un proceso parecido se ha detectado en Aragón, con la introducción masiva del cereal y la viña en los espacios irrigados después de la conquista (Laliena, 2008: 59). En cambio, en el Sharq al-Andalus la construcción de nuevos sistemas hidráulicos o la ampliación de superficies irrigadas en los intersticios que existían entre los espacios irrigados de las alquerías andalusíes van a ser mucho más contundentes después de la conquista feudal (Torró, 2009; Guinot, 2005 y 2007; Esquilache, 2007). También en Aragón el crecimiento comercial de las ciudades a partir de 1250 conducirá a realizar ampliaciones y construcciones de grandes canales de irrigación (Laliena, 1994, 2008: 62). Está claro que, en el segundo cuarto del siglo xiii, la capacidad de esta sociedad feudal de promover grandes obras hidráulicas y parcelaciones a escalas considerablemente mayores está consolidada.
Los sistemas hidráulicos construidos por señores feudales laicos o eclesiásticos antes de finales del siglo xii son, pues, muy excepcionales. Algunos de ellos, sin embargo, parecen más fruto de obras de reconstrucción o de modificación de instalaciones hidráulicas más antiguas que creaciones ex-novo, como es el caso de los canales condales de Girona y Barcelona. Estos canales podrían tener origen en anteriores canalizaciones romanas, extremo propuesto por algunos autores, pero con escasas pruebas por ahora (Canal et al., 1995; Martí, 1991; Ortí, 1993). En el caso de Girona, ya en el siglo ix, se documentan molinos y canalizaciones en las zonas del recorrido del Rec Comtal, aunque como tal no aparece mencionado antes de principios del siglo xi (1015) (Martí, 1991: 54). Y en el caso de Barcelona, existe alguna referencia documental a un regario en el siglo X, citado por diversos autores (Ortí, 1993: 244, n. 3), que indica la existencia de sistemas hidráulicos ya antes de la primera mención al Rec Comtal, que es de 1075 (Busqueta, 1991: 162-163; Ortí, 1993: 244).
La denominación de condal parece, pues, aplicarse a un sistema hidráulico ya existente. Bonnassie, sin embargo, basándose en el hecho de que las primeras menciones seguras de una acequia con molinos corresponden a la época de Ramon Berenguer I, considera que éste es responsable de la construcción de la canalización y de la mayor parte de los molinos (Bonnassie, 1975: I, 466), ya que «el trabajo que supone sobrepasaba las fuerzas de un individuo o de una familia».
Los estudios mencionados han abordado la cuestión de la construcción de estas canalizaciones sólo a partir de la documentación escrita. Intentar, por tanto, una reconstrucción planimétrica es imprescindible para llegar a comprender cómo se formaron estos sistemas hidráulicos.
SISTEMAS HIDRÁULICOS PROMOVIDOS POR REYES Y GOBIERNOS URBANOS A PARTIR DE FINALES DEL SIGLO XII
Otra cuestión es cómo se organiza la gestión de los grandes sistemas hidráulicos promovidos desde instancias señoriales, reales, o desde gobiernos ciudadanos, a partir de finales del siglo xii y, sobre todo, principios del xiii. Se trata de sistemas hidráulicos que no están necesariamente concebidos como espacios de supervivencia de grupos campesinos. El objetivo de reyes, señores laicos y eclesiásticos era la creación de fuentes de renta. Las concesiones o permisos para construir canales en diversas comunidades de usuarios, villas rurales o ciudades en el Rosselló se dan a cambio del pago de entradas y censos, habitualmente en moneda (Caucanas, 1995: 45-47). Según S. Caucanas estas concesiones respetaban los usos hidráulicos preexistentes y, en consonancia con lo que determinaba la rúbrica 72 Stratae de los Usatges de Barcelona, que determina que las aguas pertenecen a las potestates (príncipe soberano y señores feudales), se deben preservar los derechos de uso ya establecidos de los usuarios de las aguas (p. 47). J. P. Cuvillier (1984: 153) hizo notar que en los siglos xiii y xiv comienza el tiempo de las grandes obras hidráulicas asociadas a nuevas formas de agricultura comercial, que se yuxtaponen a los modelos aldeanos anteriores y constituyen el punto de partida del potencial hidráulico que se desarrolla entre los siglos xvi y xvii. El caso de las ampliaciones y creaciones de nuevos sistemas hidráulicos en el País Valenciano, ya aludido, es ejemplar en este sentido. También C. Orcástegui (1979) constata las primeras concesiones reales y del monasterio de Rueda para construir molinos en el siglo xiii en Aragón, en zonas donde ya existía una infraestructura hidráulica antigua. Por su parte, A. J. Forey (1987) recoge la actividad de los templarios de construcción y administración de canales hidráulicos en el valle del Ebro.
S. Caucanas destaca que a partir de inicios del