Roja esfera ardiente. Peter Linebaugh

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denominaban ágape, el amor creativo y redentor a la justicia, con sus connotaciones sagradas. Silvia Federici ha descrito el ágape de esta forma: «Lo común es imposible a no ser que nos neguemos a basar nuestra vida, nuestra reproducción, en el sufrimiento de otros, a no ser que nos neguemos a vernos a nosotros mismos como algo separado de ellos. De hecho, si la “puesta en común” tiene algún significado, debe ser el de la producción de nosotros mismos como sujeto común»[8]. La raza humana como la entendían Ned y Kate era un sujeto colectivo. No estaban en él por las riquezas ni por la fama, sino por la libertad y la igualdad. Lo común era tanto un objetivo como un medio para alcanzarlas. Henry Mayhew, investigador victoriano del proletariado urbano y contemporáneo de Karl Marx, describió dos medios de igualar la riqueza, el comunismo y el agapismo[9]. Si no descuidásemos lo común y sus cercamientos podríamos descubrir que el primero –lo común– es el puente que vincula el romanticismo con el radicalismo, la filia con el ágape. Ese es el proyecto de este libro, es decir, cruzar ese puente, de la mano de Ned y Kate. «La búsqueda de lo común» sitúa la noción de lo común en un ámbito específico –Irlanda– y en un momento específico de la historia irlandesa, en referencia a la revuelta de Robert Emmet en 1803 y al tratamiento gótico y romántico de lo común.

      2. Dos obstáculos dificultaron nuestra búsqueda. Uno fue el patíbulo, que mató y de ese modo silenció a quienes sabían, y el otro fue la clandestinidad, con la que cubrieron sus huellas quienes sabían. Tanatocracia significa gobierno mediante la muerte. Tres capítulos exploran los ahorcamientos de Estado. El primero («Despard en la horca») fue el 21 de febrero de 1803, cuando el coronel Edward Marcus Despard fue ejecutado en Londres junto con otros seis reclusos acusados de traición.

      Las «últimas palabras» de Ned («Despard en el horca») expresan la visión que Ned y Kate tenían de lo común. «Dones de la civilización» muestra cómo el desarrollo del humor patibulario empezó a debilitar los efectos represivos de la horca. Toma ejemplos significativos de los principales componentes del proletariado, a saber, criados, artesanos, esclavos y marineros. Estos pueden convertirse en divisiones políticas dentro de la clase obrera. «Manzanas del árbol verde de la libertad» finaliza con las «últimas palabras» de otros revolucionarios irlandeses martirizados durante la Rebelión de 1798. Sus discursos demuestran tanto la liberación colonial como lo común. Los combatientes por la libertad irlandesa transformaron el patíbulo, de escenario de terror, a plataforma de resistencia.

      El historiador que describe los orígenes del capitalismo observa con escepticismo el aura de inevitabilidad que lo acompañó, porque en su desfile de la victoria los dirigentes de la historia no solo pisotearon a los perdedores, como señaló Walter Benjamin, sino que afirmaron que no había alternativa. La historia se convirtió en una máquina con leyes, determinaciones, e inevitabilidades llamadas «mejora», «desarrollo» o «progreso». Ned y Kate proporcionan un antídoto a ese determinismo. Ned y Kate fueron revolucionarios, un hombre y una mujer que trabajaban de manera consciente con otros para cambiar el curso de la historia y obtener fines específicos.

      «E. P. Thompson y lo común en Irlanda» trata de la necesidad de la organización soterrada cuando el aparato represivo de la clase dominante empuja a la oposición al exilio, el silencio o el engaño. Inspirándose en Hamlet, historiadores como Hegel o Marx han equiparado este soterramiento con el topo. Otros lo relacionan con el infierno, «el vientre de la bestia». Lo común persistió bajo la superficie. Por una parte, su radicalismo, del cognado raíces, desarrolló un vasto micelio. Los significados geológicos, políticos y míticos, por otra parte, se aplican a una falsa filosofía de la historia y a una asombrosa omisión en la historiografía. Abundan las coincidencias en el momento de la detención de Despard, en noviembre de 1802: el socialismo científico (Engels), la teoría de la tierra (Hutton), el carbón como energía industrial y, por último, el propio Antropoceno. Uno de los temas de esta historia es lo «sumergido», de modo que pensar en montañas bajo el mar no es más extraño que encontrar pruebas del mar entre las montañas, como tan a menudo hacían los buscadores de fósiles de la época.

      4. Los cinco capítulos de «Irlanda» buscan significados de lo común a través de hechos biográficos en la vida y la familia de Edward Marcus Despard.

      En primer lugar, lo «común» expresa aquello que la clase obrera perdió cuando se le retiraron los recursos de subsistencia; y en segundo lugar, expresa visiones idealizadas de liberté, égalité y fraternité. Como término, común es indispensable a pesar de sus complejas asociaciones con el romanticismo y el comunismo. Podemos pensar en lo común como negación, es decir, lo opuesto a la privatización, la conquista, la mercantilización y el individualismo. Esto, sin embargo, es poner el carro delante de los bueyes. Si lo común constituye una categoría demasiado general porque es susceptible de un mal uso idealizador, el remedio no es descartarlo sino, por el contrario, empezar el análisis por medio de la inducción histórica. Cuando Tácito, el historiador romano del siglo I, lo describió entre las tribus germánicas, se convirtió en un galimatías lingüístico

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