Roja esfera ardiente. Peter Linebaugh
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La concepción planetaria de lo común hace referencia a la idea desarrollada en el cristianismo, la Ilustración y el Romanticismo. Gerrard Winstanley, cavador radical de la Revolución inglesa, decía por ejemplo que la tierra es un tesoro común para todos, mientras que el filósofo suizo Jean-Jacques Rousseau tomó lo común como punto de partida de la historia del hombre[13]. Los poetas románticos ampliaron la noción en la década de 1790, ayudados por Thomas Spence, el humilde e incansable defensor de los espacios comunales agrarios.
Despard era una parte menor de la ascendencia protestante anglo-irlandesa, es decir, la clase dominante de protestantes de lengua inglesa, en contraste con el campesinado católico y de habla irlandesa («Habendum» y «Hotchpot»). Sus ancestros llegaron a Irlanda en tiempos de la reina Isabel, cuando uno de sus conquistadores –John Harington (1560-1612)– apuntó que «La traición nunca prospera. ¿Por qué razón? Porque si prosperase nadie osaría llamarla traición», relacionando indirectamente la liberación colonial con el cambio revolucionario en la metrópoli. La narración irlandesa se mantenía abierta; conservaba y expresaba relaciones milagrosas («¡Y de todos modos, eso es cierto!». El propio Ned prosperó más por talento que por propiedad y logró escapar de la guerra agraria de los «Chicos Blancos» irlandeses contra los cercamientos gracias a un cargo en el ejército británico, que le acabó llevando a su traslado al Caribe («Un muchacho entre los Chicos Blancos»).
5. En los cuatro capítulos que componen «América», presentamos a Kate y el significado del «amor» en una sociedad esclavista («¡América! ¡Utopía! ¡Igualdad! Una mierda»). Como escribía el irlandés Lawrence Sterne al africano Ignatio Sancho, «No es raro, mi buen Sancho, que una mitad del mundo use a la otra mitad como bestias, y entonces se esfuerce por convertirlos en tales». La relación del amo con la esclava era vil y violenta. Se describen dos significados de América: uno condujo a la creación de Estados Unidos, que de manera deliberada y consciente se opuso a lo común, mientras que el otro exaltaba lo común. «Cooperación y supervivencia en Jamaica» relata cómo la carrera de Despard como oficial de artillería lo llevó a obtener éxitos en Jamaica tras la revuelta abolicionista de Tacky (1760). El capítulo sobre «Nicaragua y lo común entre los miskitos» describe la desastrosa expedición militar de 1780, cuyos resultados estuvieron a punto de salvarle el cuello a Despard veintitrés años más tarde. Hizo amistad, entre otros, con los indios miskitos, y esa amistad formó parte de su política, descrita en «Honduras y lo común entre los mayas». Rechazó la política imperial y la supremacía racial blanca. La comprensión solidaria de las prácticas indígenas fortaleció su compromiso con lo común, haciendo que los plantadores coloniales exigieran que fuese destituido.
En esta búsqueda han emergido tres tipos de común: el de subsistencia, el ideal y el americano. El común de subsistencia asume la mutualidad, o el trabajar juntos. Tú practicas lo común, tú pones en común: «Buena parte de la tierra se compartía de algún modo»[14]. El cercamiento es una abolición de lo común. Por supuesto, hay ecologías –bosque, montaña, humedal y mar– distintas del terreno arable, con sus campos de trigo (pan) y cebada (cerveza). En estas ecologías, el forrajeo perduró milenios, proporcionando la base de ese común «bárbaro» descrito por James C. Scott[15]. Aun así, el común clásico tiene raíces clásicas en el ager publicus por el que luchó Espartaco. La denominada «Ley Agraria» de distribución igualitaria de la tierra fue defendida por los hermanos Graco, Tiberio y Cayo.
El derecho comunal es un poder de apropiación directa y mutua, en contraste con la exclusividad de la propiedad privada que avanza en un sentido: del «nuestro» al «mío». Elude la forma de mercancía y el intercambio de mercancías, cubriendo de manera directa las necesidades humanas, por lo general en forma de trabajo a domicilio o subsistencia doméstica, como en el caso de la leña como combustible para cocinar o el pasto para obtener leche de vaca. Lo común en cuanto relación social está emparentado con lo común en cuanto recurso natural, pero no son lo mismo. Los dos significados del término inglés commons se sugerían en el Dictionary del doctor Johnson (1755): 1) «miembro de la gente del común; hombre (¡sic!) de bajo rango; de condición mezquina», y 2) «campo abierto usado igualmente por muchas personas»[16].
El segundo tipo es el común ideal. «Todo el trabajo del hombre son las artes y todas las cosas en común», escribió William Blake, grabado en cobre. A los primeros cristianos se les ordenaba poner «todas las cosas en común» (Hechos 2: 44, 4: 32). Desde «la edad de oro» de la Antigüedad griega y romana al medieval «país de Jauja» (donde no hay piojos, moscas ni pulgas, y los frailes vuelan de verdad), oímos hablar del ideal de lo común, o podíamos soñar con él. Estas ideas no se ceñían a la propiedad en común; describían condiciones generales de mutualismo y felicidad para todos. Es también importante ver que estos estados de perfección surgieron en condiciones históricas más o menos comprendidas pero que no obstante ocurrían en este mundo y no en el más allá. Son nociones estimulantes, capaces de excitar el idealismo de jóvenes y viejos. Desde que la enseña arcoíris de la revuelta campesina de 1525 exigió poner todas las cosas en común, omnia sunt communia es el programa de quienes se oponen a la privatización respaldada por el Estado.
El tercer tipo de lo común se observa (no se sueña), y se aplica a toda la sociedad (no a quienes la abandonan). Lo llamo lo común americano por una poderosa y peligrosa ambigüedad que alberga en su interior: no es ni completamente real ni completamente imaginario. Como «América», fue un nombre europeo cuyo referente eran los pueblos indígenas, en contraste con los colonos europeos. Los europeos mezclaron las observaciones de los viajeros con sus propios miedos, fantasías y esperanzas proyectados. Lo común se volvió literalmente utópico, un neologismo derivado de dos palabras griegas que significan buen lugar y ningún lugar, y título del libro de Thomas More publicado en 1516[17]. En Utopía, una mancomunidad isleña situada frente a la costa de Sudamérica, «todas las cosas son comunes, todo hombre tiene abundancia de todo». Este común podría ser un aspecto de los primeros días de la colonia de asentamiento, con su robo de bienes comunales indígenas.
«Al comienzo, todo el mundo era América», escribió John Locke, «y más aún que ahora; porque en ninguna parte se conocía el dinero»[18]. La ambigüedad del común americano se encuentra en la influyente teoría antropológica del «comunismo primitivo» desarrollada por Lewis Henry Morgan, cuyos estudios sobre los pueblos iroqueses (y su defensa de sus tierras) influyeron directamente en Marx y Engels, así como en la noción antropológica de «comunismo primitivo»: una condición de ayuda mutua, simplicidad de herramientas y propiedad grupal de los recursos.
Ned y Kate experimentaron los tres tipos de común: el de subsistencia, el ideal y el americano. No fueron los únicos. Personas con experiencia en los tres empezaron a reunirse en la década de 1790. Debido a la promesa revolucionaria de tales encuentros, los dirigentes intentaron destruir y eliminar lo común con los cercamientos de la prisión, la tierra, la fábrica y la plantación: